NCeHu
92/16
Rumbo al I Congreso de Geografía
Económica / Mar del Plata, 22 a 24 de junio de 2016
RGE 213/16
La Doctrina
Obama
Obama rompe la baraja
El presidente se
enfrenta a asesores, aliados y la comunidad washingtoniana con sus ideas sobre
el papel de EE UU en el mundo
Lluís Bassets El País Madrid,
19/3/16
Obama ha dado sobradas muestras de que es un presidente
excepcional. Ante todo, porque es el primer afroamericano que ha llegado a la
presidencia de esta república de orígenes esclavistas, en la que todavía se
conservan huellas de la segregación racial. Ahora, a diez meses de su mudanza de
la Casa Blanca y en plena campaña de unas primarias que dibujan el perfil de la
próxima presidencia, acaba de ofrecer otra muestra de excepcionalidad. Ninguno
de sus antecesores había expresado con tanta franqueza y claridad, brutalidad
incluso, su pensamiento político respecto el papel de Estados Unidos en el
mundo, que en su caso se sitúa en abierta contradicción con su equipo de
colaboradores y con las ideas más comunes del establishment estadounidense y
tiene que molestar particularmente a gran número de sus aliados en el
mundo.
El reportaje que publica el mensual The Atlantic en su número de
abril, bajo el título de La doctrina Obama —seis horas de conversación con el
presidente mantenidas por Jeffrey Goldberg, un periodista especializado en
política exterior estadounidense—, ya es de lectura obligada en las
cancillerías, pero además será un documento que pasará a la historia y se
estudiará en las aulas universitarias. Esta auténtica primicia, llena de
novedades y matices que interesan a todo el planeta, confirma la soledad del
presidente en la toma de decisiones y su calidad de analista y de político con
un pensamiento propio y en muchos aspectos original, en el extremo opuesto a
presidentes casi ornamentales como George W. Bush o Ronald
Reagan.
Ninguno de sus inmediatos antecesores, ni siquiera Clinton, Nixon
o Kennedy, todos ellos de acusada personalidad y con ideas propias, llegó tan
lejos en su protagonismo como este exprofesor de derecho constitucional, el más
intelectual de los presidentes que ha tenido EE UU al menos desde Woodrow
Wilson. Distinto es el juicio que merece un dirigente político que expone sus
ideas de forma tan escasamente diplomática y que muchos consideran arrogante,
especialmente por los efectos que tendrá en sus relaciones internacionales. E
incluso el momento elegido para explicitar su pensamiento, más propio de un
expresidente que pasa cuentas consigo mismo y con el mundo en sus
memorias.
Obama parece haber querido emular a Eisenhower con su denuncia
del complejo militar industrial tres días antes de la toma de posesión de John
F. Kennedy; en su caso, con una denuncia de la militarización de la política
exterior y la complicidad del establishment intelectual, universidades y think
tanks, en el preciso momento en que Hillary Clinton, una gran personalidad del
mundo washingtoniano, afina su imagen presidencial.
La doctrina Obama ha
levantado ampollas desde que se publicó hace poco más de una semana. Para el
presidente, el cambio climático es un peligro mayor que el Estado Islámico, no
hay que fiarse de los aliados tradicionales saudíes y paquistaníes, no hay
solución para Oriente Próximo, los europeos son unos oportunistas redomados
(free riders) en los que no se puede confiar cuando se trata de resolver
conflictos como el de Libia, y, lo peor de todo, en Washington hay una forma de
pensar colectiva sobre política exterior —la llama el Manual de Washington—, que
impide tomar decisiones razonadas y razonables y termina confiando finalmente en
el poder de la fuerza militar y en la credibilidad amenazadora que se deriva de
su uso continuado.
La decisión de no bombardear a Bachar El Asad el 30 de
agosto de 2013 tras el ataque perpetrado con gas sarín por el dictador sirio
contra su población es el momento culminante para Obama, su “Día de la
Liberación del Manual de Washington”, según Goldberg; y para muchos de sus
colaboradores, en cambio, es un golpe a la credibilidad del presidente, que
estaba comprometido a intervenir militarmente si El Asad usaba armas químicas,
pero luego no cumplió su amenaza. Obama confiesa en la entrevista que se siente
orgulloso de esta decisión, tomada casi en solitario, a pesar de que reconoce
las dificultades de evaluación, que solo quedarán claras en el largo
plazo.
La entrevista ha levantado ampollas desde que se publicó hace una
semana en la revista ‘The Atlantic’
Para los europeos, lo que se deduce
de La doctrina Obama es particularmente desastroso. Al presidente solo le
interesa la cuenca del Pacífico y se siente molesto con el mundo que gira en
torno a Europa y el Mediterráneo. De ahí se deriva el vacío geoestratégico en
Oriente Próximo, el apetito ruso por recuperar su perdida hegemonía, la
aparición del Estado Islámico y, lo que es peor de todo, el flujo de refugiados
que marcha hacia Europa. El periodista e historiador alemán Josef Joffe ha
calificado la actitud de Obama de “aislacionismo con drones”, propia de un
presidente que piensa ante todo en los intereses estadounidenses y que se limita
a intervenir a distancia y sin riesgos solo cuando no hay más remedio.
La
publicación de la entrevista coincide con el anuncio de la retirada militar rusa
de Siria, una sorpresa táctica preparada por Putin tras obtener el alto el fuego
y el arranque en las conversaciones de paz. Es una nueva demostración de control
sobre la agenda de Oriente Próximo desde Moscú, tras la mediación con El Asad
para retirar las armas químicas y evitar el bombardeo estadounidense, en 2013.
La entrevista rima también con las palabras de George Soros acerca de las
intenciones de Putin respecto a la Unión Europea. Según el magnate y filántropo,
Rusia se acerca a la bancarrota, resultado sobre todo de la caída de los precios
del petróleo, y la única tabla de salvación que le queda es hundir a la Unión
Europea.
Analizada la entrevista desde los intereses europeos, tiene
escasa importancia si a este Obama en retirada de Oriente Próximo le acompaña o
no la razón, pero cobra en cambio el máximo relieve la imagen de escasa
fiabilidad que ofrecen los países europeos y la desaparición de la propia Unión
Europea del radar de un análisis tan sutil de las relaciones internacionales.
Leído al trasluz europeo y desde Bruselas, La doctrina Obama es una denuncia de
la extrema irrelevancia geoestratégica a la que está llegando Europa en la
escena internacional, agregado de países sin personalidad y mero sujeto paciente
y reactivo de las decisiones y acciones de otros.
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