Cuando a uno le empieza a dar comezón
un tema, parece que todo se alía para recordárselo. Me acuerdo de que
cuando mi mujer estaba embarazada, por la calle solo veía otras mujeres en
el mismo estado y cochecitos con bebés. Estas semanas, después de publicar
el artículo de la serie seguridad en capas sobre seguridad física del CPD,
no paro de encontrarme artículos e historias que hablan del tema.
Acabo de recibir un boletín con una
historia que, si bien a primera vista me hizo reír a carcajadas, luego
pensé que realmente no me gustaría estar en esa situación. Para el que
quiera leer el original (en inglés, claro) lo puede ver aquí.
Os resumo la historia. En un Centro de
Proceso de Datos de una empresa, una sala, en principio, con todas las
medidas de control ambiental, aire acondicionado, SAI's y lo demás que
creamos necesario, donde una aplicación crítica corría en un cluster de
servidores, un buen día empezaron a escuchar ruidos como goteos y pequeños
estallidos. El origen parecía provenir de una salida de aire acondicionado
situada directamente sobre los servidores. Cuando se procedía a investigar
el origen, un chorro de líquido marrón y burbujeante se derramó encima del
rack donde estaban los servidores.
Una posterior investigación descubrió el
motivo. El turno de noche del servicio de vigilancia usaba los conductos
de aire acondicionado como nevera para guardar las cervezas y refrescos.
Cuando se congelaron, empezaron a reventar las latas y se derramaron sobre
el carísimo hardware que corría debajo.
Una pequeña anécdota personal. Hace ya
unos años tuve que acudir con urgencia a un cliente situado en una ciudad
a 170 km. El servidor central de la empresa, una estación Solaris, estaba
parado porque uno de los operadores había derramado un vaso de chocolate
sobre el teclado, con el consiguiente cortocircuito. Tuve suerte y
conseguí reparar alguna pista, con lo que, aunque el teclado no funcionaba
totalmente, si lo suficiente como para que arrancase el servidor. Si no
hubiese sido así, 40 personas estarían paradas esperando uno o dos días a
que llegase el teclado de repuesto, por culpa de un simple vaso de
chocolate.
La bebida y la informática nunca se han
llevado bien. ¿A quien no le ha caído nunca alguna bebida en el teclado o
alrededores? Y la comida, aunque menos peligrosa, es también un riesgo a
tener en cuenta. Mi primer trabajo fue en una empresa que llevaba el
mantenimiento de una serie de equipos en la Seguridad Social. Uno de los
avisos más habituales consistía en desmontar y limpiar los teclados de los
terminales, donde se acumulaban todo tipo de restos, desde pipas o trozos
de bocadillos (nunca sabré como eran capaces de meterlos ahí, entre las
teclas) hasta clips y trozos de uñas.
En fin, que la próxima vez que os cojáis
la CocaCola para beber mientras estáis en el ordenador, acordaros de esto
y mirad donde la ponéis. No vaya a ser el diablo...
Luisma. Miembro de la
AIH.
|