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Mucho me ha hecho pensar estos días
el artículo de opinión de Polgara del boletín de la semana pasada, en
especial su defensa de la libre elección de software, sea libre o
propietario. Y, aunque comparto básicamente su opinión, permitidme esta
semana aportar unas pequeñas reflexiones.
Vaya por delante que no soy, ni por
asomo, un talibán del open source. Escribo estas líneas en un
software propietario, corriendo en un sistema propietario. No me
avergüenzo de ello. Aunque podría estar haciéndolo usando software libre,
determinadas circunstancias (en el caso concreto de este equipo, de tipo
lúdico; en el caso de mi equipo de trabajo, por la ausencia de cierto
software específico para sistemas libres), me empujan a usar un sistema
propietario. Y como me gusta saber donde ando, me he preocupado de
conocerlo, de aprender sus puntos débiles y la forma de operar. Y lo he
hackeado, en el sentido tradicional de la palabra. Hoy quizá la palabra
que usarías muchos es tuneado. Pero, en esencia, lo que he hecho ha
sido descubrir sus escondrijos y le he sacado lo que no me interesaba y
puesto lo que sí.
El hacking, en este sentido tradicional,
ha sido mi pasión desde muy niño. Siempre me ha gustado destripar, ver
como y porque funcionan las cosas, modificarlas para hacerlas funcionar a
mi gusto y no como el fabricante había pensado que deberían ser usadas.
Cuando cae un aparato nuevo en mis manos, devoro el manual en busca de las
funciones raras y les imagino usos atípicos. Los que me conocen lo saben
bien. Y mi santa ya esta acostumbrada a que todos los aparatos domésticos
estén llenos de cables que entran y salen por todas partes.
Un sitio donde he sido siempre
particularmente hacker (insisto, en el sentido tradicional de destripar y
mejorar a mi gusto) ha sido el coche. Por motivos laborales hago muchos
kilómetros y paso, por tanto, muchas horas al volante. Así que mis coches
siempre han sido una colección de parches y modificaciones. El salpicadero
ha durado sin soportes, cables y modificaciones apenas un mes desde nuevo.
Y, en general, me paso mucho tiempo imaginando como podría mejorar
determinadas funciones o conseguir más comodidad y funcionalidad de cada
uno de los elementos electrónicos. En mecánica, para seguridad mía y del
resto de conductores, no me meto.
Pues bien, a lo que iba con lo del
software libre. Hace casi un año cambié el coche. El nuevo tiene un montón
de funcionalidades cómodas, como regulador de velocidad, automatismos de
luces y limpiaparabrisas, una lista interminable de siglas de seguridad y
funciones que ni siquiera yo me imagine incorporar. Pero (y aquí viene el
caso) todo en el coche, siguiendo la tendencia actual, está controlado por
una CPU. Los botones no le dan corriente a los motores, sino que le pasan
la señal a la CPU y es esta la que manda al elemento. Y, por supuesto, no
tengo acceso al código del programa de la CPU.
En el coche, hasta ahora, siempre había
incluido una funcionalidad. Cuando cerraba las puertas, se activaba la
alarma y me subían las ventanillas. Para un despistado como yo, no es
ninguna tontería. Pues bien, cuando fui a incorporarle la alarma al coche,
me encontré con varias cosas. Primero, la alarma tenía que ser la que
ponía el fabricante. Segundo, la función de subir las ventanillas no
estaba disponible. Y como todo iba vía CPU, lo que esta no tenía
implementada, no se podía añadir. Ya sabéis lo que pensé, ¿no? Si
tuviese el código del programa de la CPU... Pero la triste realidad es
que no hay coches de código abierto. Y si quieres un coche que tenga esas
funciones, tienes que apechugar con código propietario. Así que aquí me
tenéis, sin ventanillas automáticas y triste (por no poner otra palabra
más fuerte) por no poder hacerlo.
En informática, muchas veces (aunque
menos que en automoción, gracias sean dadas a San Richard) tenemos que
apechugar con el software propietario, gratuito o no, aunque nos gustaría,
ya no por convicciones sino por funcionalidad y adaptabilidad, usar
software, gratuito o no, pero al que pudiéramos ver el código y poder
adaptar a nuestras necesidades. Como hacker (y vuelvo insistir en el
sentido tradicional de la palabra, antes de que salte alguien) me gustaría
poder en cualquier caso meter mano en todo y reconvertirlo a mis
necesidades exactas, y esa posibilidad me la da el código libre. Aunque no
siempre pueda usarlo.
Luisma. Miembro de la
AIH. |