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CAMPEÓN DEL SACRIFICIO
Una parte de nuestra porción semanal de la Torá,
Pinejás, es leída en los días de cada
festividad importante del calendario judío. La lectura
de Pinejás es siempre la que compone el maftir,
la lectura adicional para el día festivo. Y es asimismo
leída de un rollo de Torá diferente del de
la lectura principal del día que describe esa festividad.
La
razón obvia y correcta de utilizar la perashá
de Pinejás en las festividades es porque el servicio
y sacrificio especial adicional del Templo -el Musaf
del día para cada una de los días festivos
del año judío- es claramente registrado y
descrito allí.
En
un mundo judío ahora tan alejado del servicio en
el Templo y extraño a las razones cósmicas
de las ofrendas de animales, toda esta lectura adicional
("maftir") suena como rara e irrelevante. Sin
embargo, existe dentro del maftir una importante
y valiosa lección para nosotros, una que ha sobrevivido
la destrucción del Templo y la consecuente suspensión
del mismo sacrificio de "musaf".
Los
rabinos de Israel siempre han advertido a su rebaño
que no hay victorias fáciles en la vida. Esto es,
ciertamente, verdadero en todos los campos de la vida
física
diaria, pero, es aún más apropiado y definitivo
en temas del espíritu y del alma.
Uno
de los más crueles engaños que las modernas,
progresistas, socialmente correctas pero espiritualmente
vacías formas "modernas" del judaísmo
han perpetrado en sus desventurados e ignorantes miembros,
es que la religión y, especialmente, el judaísmo,
no hace demandas difíciles a sus creyentes. El retrato
del judaísmo como una fe de sentirse bien, tocar
la guitarra, liberal, secular-humanista es una parodia y
una tragedia. La sinagoga nunca tuvo la intención
de ser un sitio para el confort sino para el desafío
y la búsqueda de objetivos. El shabat y las festividades
son días del espíritu que deben ganarse -que
requieren sacrificio, esfuerzo y preparación. No
se obtienen de una forma barata. Los rabinos del Talmud
declaraban: "La Torá es tan cara y difícil
de adquirir cual vasija de oro y tan frágil y fácilmente
destruible como el más delgado vaso de cristal".
Por lo tanto, en las festividades del calendario judío,
la tradición judía demanda que leamos sobre
las ofrendas que eran parte del servicio en el Templo a
fin de recordarnos los sacrificios necesarios para
alcanzar
una apreciación profunda de la festividad y de su
significado. El concepto de sacrificio, tal como está
descrito en la Torá, relacionado al servicio del
Templo, de acuerdo a la reflexión de Rabi Moshé
ben Najman (Ramban), tiene como objetivo imprimir en
nosotros
la idea del auto sacrificio por la Torá y por el
D'os de Israel. En consecuencia, en los días más
gratos y más disfrutables del año judío,
las festividades, se nos insta a recordar el constante
costo
que implica permanecer como judío y lograr el placer
y el significado espiritual que la festividad,
invariablemente,
trae consigo.
Podemos
por lo tanto retornar a examinar y comprender por qué
estas porciones de los sacrificios de la Torá fueron
específicamente colocados en la perashá
de Pinejás. Pues ¿no es Pinejás, con
su heroísmo, coraje, ausencia de egoísmo y
negación del propio interés, la personificación
del sacrificio, tanto física como espiritualmente?
Hashem Mismo reconoce el acto de sacrificio de Pinejás
y le extiende a él y a sus descendientes las eternas
bendiciones de paz, armonía y servicio Divino. Estas
bendiciones, como todos sabemos por nuestras propias
experiencias
personales de vida, no son fácilmente obtenibles.
Pero Pinejás, el campeón del sacrificio, las
ha ganado y será capaz de mantenerlas a través
de la historia judía. Cada día que nos entregamos
al servicio de D'os, cada día que, voluntariamente,
sacrificamos de nuestro tiempo, talentos, energías
y bienes para Su causa, es una festividad. La actitud de
sacrificio ennoblece nuestros días y nos hace personas
especiales -un reino de sacerdotes y una nación santa.
(Rab Berel Wein)