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LA SALA DE ESPERA
"Y cuando viniereis a la tierra y plantareis todo árbol
frutal, trataréis sus frutos como prohibidos; por
tres años estarán prohibidos para vosotros,
no comeréis" (Vaikrá 19:23).
Con
macabro humor, Miami Beach es llamada la "sala de espera
de D-s" porque abundan allí los hogares y hoteles
de retiro para la gente mayor.
Jubilarse
es un concepto occidental y ha merecido, en años
recientes, una gran crítica por parte de los médicos.
Los estudios han demostrado que las personas que no se
jubilan
sino que se mantienen involucradas en su trabajo o estudio
(aunque a un ritmo apropiado para su edad) superan en
expectativa
de vida a aquellos que se retiran para descansar y
relajarse
en sus "dorados años".
Nuestros
Sabios enseñan que D-s oculta la fecha de nuestra
partida para nos mantengamos activos hasta el final.
El
emperador romano Adrián pasaba cierta vez por la
ciudad de Tiberíades en Eretz Israel. Notó
a un anciano esforzándose por labrar la tierra alrededor
de sus higueras.
-¡Saba!
(Abuelo) ¡Saba! -llamó Adrián-. ¿Por
qué trabaja usted tan duro? Cuando usted era joven
debía esforzarse por ganarse la vida pero ahora es
hora de descansar. De todos modos, nunca vivirá para
disfrutar los frutos de su labor.
El
anciano replicó: -Mi labor es tratar de lograr todo
lo que mi edad me permita. El Todopoderoso hará como
crea necesario.
-Dígame
Saba ¿cuántos años tiene?
-Tengo
cien años de edad.
-¿Cien
años? ¿Y espera realmente cosechar lo que
siembra?
-Si
merezco comer los frutos de mi labor, muy bien. Y si no,
mis esfuerzos beneficiarán a mis hijos así
como yo me he beneficiado de la labor de mis
antepasados.
Dijo
Adrián: -¡Escúcheme Saba! Si usted alguna
vez llega a comer esos higos que está plantando,
debe venir y hacérmelo saber.
A
su debido tiempo, las higueras maduraron y se llenaron de
frutos. El anciano pensó: "Tengo que ir y contarle
al emperador".
Llenó
un canasto con higos y viajó hasta el palacio.
-El
emperador desea verme, -anunció a los guardias, y
ellos lo condujeron ante el trono de Adrián.
-¿Quién
es usted? -preguntó Adrián.
-¿Recuerda
el emperador haber pasado años atrás por Tiberíades
junto a un anciano que atendía sus higueras? D-s
me permitió que comiera de esos frutos que yo planté.
He traído al emperador un canasto lleno como obsequio.
Adrián
se dirigió a sus siervos: -Tomad los higos de este
anciano y llenad su canasto con monedas de oro.
Sus
cortesanos cuestionaron la generosidad del emperador.
-¿Por
qué tan espléndido presente para el anciano
judío? Adrián les respondió: -Su Creador
lo honró con una vida larga. ¿No es correcto
que yo también le dispense honores?
El
Creador no quiere que nos quedemos sentados leyendo
periódicos
en la "sala de espera". El estudio de Torá,
más que cualquier otra labor, hace más lúcida
la mente y ayuda a disfrutar de esos años de madurez
incrementando la sabiduría. ¡No hay nada mejor
que dedicar el tiempo al estudio, a la plegaria y a
disfrutar
de la familia!
(Basado
en: Vaikra Rabá 25:5 - Rab Yaakov Asher Sinclair-Ohr
Somayach)