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BAMIDBAR Y SHABUOT
Con raras excepciones, la perashá Bamidbar
es siempre leída en el shabat que precede a la festividad
de Shabuot. Este arreglo no es mera coincidencia, dado que
hay una correlación entre el tema de la perashá
y el de Shabuot.
El
Midrash pregunta: "¿Por qué especifica
la Torá que la conversación de D-s con Moshé
tuvo lugar en el desierto de Sinai? De aquí aprendemos",
concluye el Midrash, "que la Torá fue
dada a través de tres elementos: fuego, agua y desierto".
El gran sabio, Rab Meir Shapiro zt"l, de Lublin, entendía
esta declaración como significando que la Torá
fue entregada al pueblo de Israel como un pacto para ser
observado a través de todas las condiciones y
circunstancias.
Tanto a nivel nacional como individual, fuimos investidos
con la fuerza de resistir todos los desafíos a nuestra
fe y permanecer fieles a Hashem.
Abraham,
el primer judío, resistió la prueba del fuego
cuando prefirió ser arrojado a la caldera hirviente
antes de renunciar a D-s. Todo el pueblo judío resistió
a la prueba del agua cuando siguió a Najshón
ben Aminadab metiéndose en el mar Rojo.
En
ambas circunstancias, enfrentaron las pruebas con un
ímpetu
único de fe. Sinaí, sin embargo, representa
una sostenida lealtad a D-s y a Su Torá. Conforme
el pueblo judío atravesaba el desierto durante cuarenta
años, tuvieron que mantener su devoción a
Hashem y, a pesar de las dificultades y ocasionales
fallas,
perseveraron y alcanzaron la Tierra Sagrada.
La
aceptación de la Torá en el desierto, antes
de tener una tierra propia, revela una verdad básica
acerca de la trascendencia de la Torá y de la naturaleza
esencial del pueblo judío. Viviendo en las áridas
tierras del desierto, donde los vientos de la adversidad
soplaban en todas direcciones, los judíos, como nación,
colocaron la Torá en el corazón de su existencia.
El Mishkán (Tabernáculo) estaba en
el centro del campamento, con las tribus acampadas
alrededor
de él, dando la bienvenida a la Presencia Divina
como la fuerza unificadora y vivificadora de nuestro
pueblo.
Que
la Torá fuera dada en el desierto también
enseña que el estilo de vida de la Torá no
depende del territorio en donde se encuentren los judíos.
Continúa estando en vigencia independientemente de
donde vivan. La Torá no fue establecida para un tiempo,
un lugar ni una sociedad en particular y, por lo tanto,
no puede estar limitada a ese tiempo, lugar o sociedad.
La sociedad y los valores deben construirse alrededor de
ella y no viceversa.
El
Talmud relata que el profeta Ezra había arreglado
que la Tojajá, las serias advertencias que
D-s pone ante el pueblo judío, en la perashá
Bejukotai, fuera leída justo antes de Shabuot.
Pero, Tosafot señala, las lecturas fueron
finalmente dispuestas para que el shabat de Bamidbar
actuara
como a modo de paragolpe entre la Tojajá y
Shabuot.
Esa
proximidad debe servirnos a todos como recordatorio.
Aunque
el hombre moderno vive en un período que es "bamidbar",
en un páramo acuciado por los vientos cruzados de
la inmoralidad y de la irresponsabilidad, marcado por la
prosperidad y la indulgencia, plagado por la erosión
de los valores y de orientación, aún así
él puede evitar las severas implicancias de la Tojajá.
Recordando que el afianzamiento de nuestro pueblo a través
de nuestra aceptación de la Torá tuvo lugar
en un desierto, adquiriremos la perspectiva correcta.
Debemos
celebrar la festividad de Shabuot reconociendo nuestra
inquebrantable
lealtad a la Torá de D-s en cualquier tiempo, lugar
o circunstancia.
(Fuentes: R' Klavan - Ohev Shalom,Washington D.C.-OU)