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DISTRACCIONES MORTALES
En la porción de la Torá de esta semana, luego
de interpretar los sueños del Faraón y de
pronosticar los inminentes años de hartazgo y de
hambruna, Iosef aconseja al mandatario egipcio: "Y
ahora busque el Faraón un ish nabón vejajam
-un hombre con discernimiento y sabio- y lo coloque
sobre la tierra de Egipto" (Bereshit/Génesis
41:33).
Considerando
el contexto en el cual Iosef está hablando, este
versículo resulta difícil de entender. Iosef
estaba meramente diciendo al Faraón que pusiera a
alguien a cargo de recolectar el grano durante los años
de abundancia. ¿Para qué se requiere un ish
navon v'jajam, un hombre con criterio e inteligente
cuando aparentemente lo que hace falta allí es un
hombre ordenado y organizado?
El
rabino Eliahu Lopian, gran maestro de musar (ética
judía) de la generación pasada, explica que,
durante los años de abundancia, hay una tendencia
general a desperdiciar la comida. A fin de acumular
suficientes
cantidades de alimentos durante esos años es necesario
sentir los efectos de los próximos años de
hambruna en el presente. Para ello se requiere de un
hombre
sensato y sabio. Nuestros Sabios nos dicen que un jajam
(hombre sabio) es alguien capaz de ver el futuro. Vale
decir que no sólo comprende las consecuencias futuras
de las acciones presentes, sino que también ve esas
consecuencias como si estuviesen ya ocurriendo. Por
consiguiente,
solamente alguien con discernimiento y sabio es el hombre
adecuado para estar a cargo del almacenaje de granos en
Egipto; sólo él será capaz de ver la
hambruna como si estuviera sucediendo ese día y estará,
por ende, motivado para recolectar la correcta cantidad
de grano en preparación para los años venideros.
Nosotros,
del mismo modo, debemos darnos cuenta de que tenemos
nuestros
propios años de abundancia y de hambruna. Este mundo,
en el cual podemos trabajar sobre nosotros mismos para
convertirnos
en mejores personas, representa nuestros años de
abundancia, en tanto que una vez que entremos en el Mundo
Venidero y sea muy tarde para rectificar nuestras
acciones,
habremos de comenzar nuestros años simbólicos
de hambruna. Nuestra tarea, entonces, es que cada uno de
nosotros se transforme en una persona sensata y sabia para
ver este mundo como si el Venidero ya estuviera sobre
nosotros
y, de tal forma, podamos servir a Hashem con nuestro
máximo
potencial.
Hay
una famosa historia sobre dos países que libraban
una larga guerra uno contra el otro. Cierto día,
el rey de uno de los países emitió un comunicado:
"Todo aquel que idee una forma de terminar la guerra
será recompensado con cinco minutos en los cuales
será libre para apropiarse de cualquier cosa que
desee de la casa del tesoro del rey".
Muy
pronto, un ciudadano del país pensó en una
idea sobre cómo terminar la guerra. Tal como fuera
prometido, se fijó una fecha en la cual podría
recibir su recompensa. Entretanto, el rey comenzó
a deprimirse acerca de todo el dinero que iba a perder.
En consecuencia, se tramó un plan por el cual el
rey haría que tocaran música en la casa del
tesoro a fin de distraer al hombre de su objetivo de
recolectar
su recompensa.
Llegó
el gran día. Tan pronto como el hombre puso un pie
en la cámara del tesoro, quedó absorto al
escuchar unos increíbles y armoniosos sonidos: su
música favorita ejecutada en un ambiente con la mejor
acústica capturó completamente su atención.
Luego de unos minutos se recompuso y se forzó a sí
mismo a dedicarse a su tarea. Cuando, una vez más,
comenzó a tomar las magníficas joyas que lo
rodeaban, oyó nuevamente sonidos aún más
cautivantes emergiendo de todos lados. El tiempo siguió
pasando mientras él disfrutaba de la hermosa música.
Finalmente, salió de ese trance para continuar recogiendo
su recompensa. Pero entonces, una tercera obra musical
empezó
a cautivarlo y, pese a su compromiso interior de no
abandonar
su tarea primordial, simplemente no pudo resistirse a esa
hermosa melodía. Para cuando pudo volver a la realidad
se percató de que le restaba muy poquito tiempo.
Comenzó rápidamente a tomar todo lo que tenía
a la vista pero se dio cuenta de que era en vano porque
los guardias del rey ya lo estaban rodeando para sacarlo
de allí.
Esta
historia refleja el curso de nuestra vida diaria. Todos
somos concientes del principal objetivo de nuestra
existencia
y, en lo profundo, cada uno de nosotros lucha para
alcanzar
ese punto de crecer en nuestro servicio al Creador. Sin
embargo, somos inevitablemente lanzados fuera de nuestro
camino por nuestros deseos mundanos y distraídos
por nuestros objetivos materialistas.
El
Talmud (Kedushín 30b) declara que Hashem le dijo
al pueblo judío: "Creé la mala inclinación
y creé la Torá como su antídoto".
No sólo se nos advierte del inminente peligro de
la mala inclinación que trata de desviarnos del sendero
correcto en la vida, sino que además se nos da un
consejo a toda prueba sobre cómo luchar contra ello.
¿No es tiempo, entonces, de que cada uno de nosotros
se convierta en un ish nabón vejajam, una
persona con discernimiento y sabia para enfrentar los
continuos
desafíos espirituales de la vida, enfocándonos
en el futuro Día de Juicio como si estuviese ocurriendo
hoy? Es sólo de este modo que nos podemos construer
en este mundo y así, prepararnos para nuestro objetivo
supremo: la vida eterna en el Mundo Venidero.
(Fuentes:
Joshua Gottlieb-Atlanta, Georgia, USA)