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EL BET HAKNÉSET, LA EMBAJADA JUDÍA
Según explica Guedalia Bublick, distinguido erudito
de la Torá y autor de varias obras, tal como una
embajada tiene, por convención internacional, un
status extraterritorial, vale decir que es considerada
como
territorio del país que representa y provee a sus
ocupantes de un refugio seguro, a resguardo de las
autoridades
locales, así también el Bet Haknéset
(la sinagoga) es la embajada donde los judíos,
a través del estudio, el rezo y la relación
con otros judíos, han encontrado, durante milenios,
un refugio seguro para no ser indebidamente influenciados
por la cultura y por la forma de vida no judía
predominante
a su alrededor.
Esta
comparación entre el bet haknéset y
la embajada viene a la mente al empezar a leer la serie
de porciones consecutivas de la Torá donde a los
judíos en el desierto, en su travesía de cuarenta
años hacia la Tierra de Santidad, se les ordena construir
el Mishkán, el Tabernáculo o Santuario,
precursor del Bet Hamikdash de Jerusalem y,
posteriormente,
del bet haknéset -el "mikdash meat"
(pequeño Santuario) de la diáspora. Se debe
tener en cuenta que los judíos construyeron el Santuario
bajo una condición específica: tenía
que ser construido de acuerdo al precepto: "Veasú
Lí", construirán para Mí, tal
como dice Rashi: "Lishmí", en aras de Mi
Nombre, para que D-s pudiera morar no sólo en él,
sino "betojam", dentro de los judíos.
Que
el bet haknéset ha sido la fortaleza de la
mente y del corazón judío, donde hemos podido
permanecer inmunes a influencias extrañas, es
dolorosamente
probado por nuestros enemigos, quienes, reconociendo esa
fuerza sustentadora de vida de la sinagoga, la
convirtieron
en el principal objetivo en su continua guerra contra el
pueblo judío, representantes de la ley de D-s.
Fue
el perverso profeta Bil'am quien, en su aparente tributo,
ostensiblemente elogió el Bet Haknéset
a través de sus palabras: "Ma Tobu Ohaleja Iaakob,
Mishkenoteja Israel" - "Qué Buenas Son
Tus Tiendas Iaakob, Tus Moradas Israel". Su verdadera
intención era, en realidad, despojar al judío
de su embajada portátil, el Bet Haknéset
(Talmud, Sanhedrín 105).
Una
prueba más reciente y devastadora de que nuestros
enemigos están convencidos de que la fuerza de los
judíos para soportar las tormentas de odio y de
persecuciones
reside en el Bet Haknéset, fue la terrible
kristallnacht alemana en 1938, cuando los nazis quemaron
cientos de sinagogas como medio para quebrar a los judíos
física y espiritualmente.
El
Bet Haknéset, tradicionalmente, venció
los ataques de nuestros enemigos, pero,
desafortunadamente,
a veces no pudo vencer su debilitamiento desde adentro.
Ciertos movimientos abrieron sus puertas a influencias
diametralmente
opuestas a lo que representa la sinagoga. Lo hicieron
ignorando
las palabras del libro de Reyes leídas en la haftará
de esta semana, donde se nos dice que: "Por cuanto
la Casa, en su edificación, fue construida de piedras
labradas en las canteras y no se oyó martillo ni
pico ni ninguna otra herramienta de hierro cuando estaba
en construcción" (Melajim/Reyes I 6:7). La lección
es clara: los sonidos y el clamor de afuera no se oían
adentro. Y así fue por muchos, muchos siglos. El
Bet Haknéset, a través de sus inspirados
concurrentes, posibilitó la influencia judía
hacia afuera, no al revés.
Pero
si bien es cierto que ocurrieron cambios adentro, como
consecuencia
de prestar oídos a los sonidos y a los desafíos
externos, una voz de esperanza resuena hoy en todo el
mundo
ante la indiscutible realidad de los miles de jóvenes
judíos regresando para redescubrir el tesoro milenario
de su herencia judía. Los Baalé Teshubá
retornan al Bet Haknéset para participar de
los cursos de estudio de Torá y de los rezos comunitarios.
Muchas sinagogas, otrora silenciosas y de poca
concurrencia,
han vuelto a cobrar vida y a convertirse en baluartes de
nuestra fe y en casas que bullen de actividad. El judío
se ha da cuenta de que la condición para que D-s
more dentro de nosotros, es cumplir con Sus leyes y
mandamientos
viviendo de acuerdo al libro de instrucciones que el
Creador
nos entregó: la Torá. Que tengamos el mérito
de el Todopoderoso envíe pronto la Gueulá
(Redención) y podamos rezar todos juntos en el Bet
Hamikdash reconstruido en Jerusalem. Amén.