Estimados Miembros de la Lista:
compartimos con ustedes una nota que fue publicada
en la edición de hoy del diario La Vanguardia, de Barcelona,
España.
Un cordial saludo
Horacio Pelman
Moderador Asociado de la Lista
Mediosmedios
OPINIÓN EL
23,1% DE LOS lectores de prensa empieza por la última página y avanza hacia la
primera plana Comportamiento de los lectores
La Vanguardia - - 02.45 horas -
06/06/2002
El domingo, "La Vanguardia" publicaba un breve de Europa
Press que informaba de un estudio de Media Planning sobre el comportamiento de
los lectores de diarios. El estudio analiza la calidad de los emplazamientos
publicitarios en prensa. Según parece, el 61% de los lectores empieza por la
primera plana y avanza hacia el final. El 23,1% hace justo lo contrario: empieza
por la contraportada y va avanzando hacia la primera plana. El breve no dice
nada del 15,9% restante, que se supone que no debe leer el periódico ni de la
primera forma ni de la segunda. Quizá son los que, interesados por una sección
determinada, van directamente a ella: deportes, cultura, política...
El
informe detalla que un 87,2% lee el diario el mismo día de su publicación; que
un 8,8% tarda dos días en leerlo; que un 2,5% tarda tres días; y que el 1,5%
tarda cuatro o más. ¿Cuatro días para leer el diario? (No estamos hablando sólo
del diario del domingo, cargado de suplementos, sino de los diarios de cada día,
de lunes a domingo.) Pues bien, del lector que tarda cuatro días en leer un
diario se concluyen inmediatamente dos cosas. Una: que es un lector a
conciencia. Y dos: que los diarios se le van a acumular de forma aparatosa.
Tomemos un mes imaginario que empezase en lunes 1. Si, para leer el diario del
lunes 1, ese lector concienzudo necesita el lunes 1, el martes 2, el miércoles 3
y el jueves 4, no empezará a leer el diario del martes 2 hasta el viernes 5. Y
necesitará ese viernes, el sábado 6, el domingo 7 y el lunes 8 para leerlo. Tras
lo que, el martes 9, cogerá el diario del miércoles 3, en cuya lectura invertirá
hasta el viernes 12. Una vez descartado ese ejemplar la noche del viernes 12, el
sábado 13 por la mañana tomará el del jueves 4, que leerá con detenimiento
durante ese día, el siguiente (domingo 14), el otro (lunes 15) y el de más allá
(martes 16). Tras un sueño reparador, a la mañana siguiente cogerá el diario del
viernes 5, que leerá hasta el sábado 20.
El proceso continuará de esa
guisa, de forma que los días 21, 22, 23 y 24 los dedicará al diario del sábado
6; y los 25, 26, 27 y 28, al del domingo 7. Con lo que el miércoles 31 llegará a
final de mes habiendo leído tres cuartas partes del diario del lunes 8. Que las
noticias sean de tres semanas antes no debe de molestar a nuestro lector, que
aprecia más enterarse de ellas a fondo que no con prisas y de forma superficial.
Por eso empezará el siguiente mes con veintitrés días de retraso informativo, y
el domingo 11 se encontrará leyendo el diario de un mes antes, el del jueves 11.
Ese retrasar el enfrentamiento con las noticias hace que, a veces, lea de un
conflicto político o bélico cuando resulta que acaba de solucionarse. Pero él no
se enterará de ello hasta meses después, cuando se enfrente al diario de ese día
en el que lee el diario de meses atrás. Y el abismo aumenta cada año que pasa.
Dependiendo de cuándo empezase a leer, nuestro lector concienzudo podría
encontrarse estos días con las (para él) sorprendentes noticias del asesinato de
John Lennon, la llegada de Max Cahner a la Conselleria de Cultura o el inicio de
la guerra del Pérsico. De los atentados a las To-rres Gemelas de Nueva York se
enterará de aquí a bastantes años y, con un poco de suerte, el breve de Europa
Press sobre el comportamiento de los lectores de diarios le pillará aún en el
geriátrico.
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