a) Reclamar un nueva delegación de poderes completando el
equivoco ya cometido en la Asamblea Legislativa. En aquella se
decidió elegir un Presidente sin gesta un sólido acuerdo Parlamentario
en torno a un plan concreto. En el presente proyecto se piden
poderes sin especificar el plan global que se pretende poner en
marcha. No se aclaran tampoco, las novedades que se implementaran
en materia monetaria y cambiaria ni se precisa el modo en que se
reordenará el sistema financiero (salida del
corralito).
b)
No hay ninguna claridad todavía respecto a cual será el marco fiscal
de la propuesta gubernamental. Cuestión que asombra frente al
señalamiento que el propio Presidente hiciera del los U$ 9.000 millones
de déficit que tiene el Sistema Público argentino. Más aún, la
única mención a recursos fiscales concretos (Derechos temporarios a la
exportación de hidrocarburos) tiene por destino expreso compensar a los
bancos frente a la necesidad de devolver los
depósitos.
c)
Al estar ausente la cuestión fiscal no existe tampoco palabra alguna
sobre la necesidad de "Reestatizar los aportes de los trabajadores
activos que hoy van a las AFJP". Situación esta que en tanto se
mantenga reproduce condiciones de déficit estructural para el Sector
Público argentino.
d)
Queda aclarar que si el eje de la política económica es la
"Devaluación", estamos en presencia de una estrategia que pretende
mejorar los precios relativos a favor de una salida exportadora.
No obstante corresponde señalar que el núcleo exportador argentino no
tiene capacidad para generar empleo y que esto solo existirá en tanto y
en cuanto se definan estrategias que pongan en marcha una política
industrial local. Asimismo, la s exportaciones representa solo el
9% del PBI y nos encontramos en una coyuntura de recesión mundial.
Por lo tanto, al no existir efecto reactivante alguno sobre el mercado
interno (todo lo contrario, habrá caída salarial y está en cuestión aún
saber cual será la afectación a los patrimonios y como se distribuirá),
lo que hasta hoy se conoce no producirá
reactivación.
e)
La política anunciada secundariza y coloca en un lugar residual el
problema principal de la Argentina: la Distribución del Ingreso.
Problema que por cierto está en el centro del reclamo de igualdad
que estallara en las calles del país durante el finalizado año
2001.
f)
Se ha cometido el grave error de centrar la estrategia en la
cuestión cambiaria. La economía argentina exigía fijar un nuevo
piso distributivo; pesificar todas las operaciones; replantear la
cuestión fiscal revisar la apertura comercial y replantear las
relaciones con las privatizadas y el capital extranjero. Solo en
este nuevo contexto podía formularse la recuperación gradual de la
política cambiaria. La opción elegida obliga a correr por detrás
de los efectos de la devaluación. Ya no se discutirá la
recomposición de los ingresos de la población sino el modo en que estos
caigan menos. No se debatirá la reducción de las tarifas públicas
sino que no suban, y así sucesivamente.
g)
En el mejor de los casos, y si lo que hasta hoy se conoce se
consolida y se confirma (habrá que ver como se sostiene el nuevo régimen
cambiario), se corre el riesgo de intentar cambiar la conducción del
bloque dominante sin alterar el esquema general de ganadores y
perdedores. Tendería a afirmarse de este modo el "Patrón de desigualdad"
que ha padecido la Argentina de los últimos 26
años.