ENTREVISTA
/DULCE MARIA SAURI
RIANCHO, SENADORA DEL PRI
Por falta de
recursos perdió el PRI en comicios de 2000
LOS
ATAQUES POR EL PEMEXGATE, PARA SEPULTAR AL PARTIDO, ASEGURA
Dirigente
del tricolor durante la campaña de Francisco Labastida a la Presidencia
de la República, Sauri defiende a Carlos Almada, ex secretario de Elecciones de
su partido, sobre quien pesa actualmente una orden de aprehensión por el
Pemexgate
ROSA
ELVIRA VARGAS
La senadora
Dulce María Sauri tiene dos convicciones. Una es que en 2000 el Partido
Revolucionario Institucional (PRI) -instituto político del que entonces era
presidenta nacional- operó en sus campañas con mucho menos dinero que la Alianza
por el Cambio, que postuló a Vicente Fox. La otra es que Carlos Almada,
secretario de Elecciones en ese Comité Ejecutivo Nacional (CEN), además de
honesto es un hombre "humanamente muy rico, con una enorme capacidad de trabajo
y de organización en todo momento".
Cuando habla
del político sinaloense sobre el que, junto con otros ex miembros del CEN, pesa
una orden de aprehensión por el Pemexgate, lo hace sin vacilación: "es un
hombre íntegro, y no me refiero sólo en cuanto al manejo de los recursos que el
partido puso a su disposición para hacer su trabajo como secretario de
Elecciones, sino íntegro en cuanto a su misión y su compromiso con procesos
electorales limpios y transparentes".
La ex
gobernadora de Yucatán también tiene otra certeza: que este "alud" de
acusaciones contra el PRI busca, desde el gobierno, acabar con el partido, y se
rige por una estrategia definida en tiempos y formas, con miras a conseguir la
mayoría panista en la Cámara de Diputados el próximo año.
Los
recuerdos de las grandes carencias
En charla
breve con La Jornada, la senadora no se aparta de estos
temas. Respeta las reglas no escritas de quien ha ocupado la máxima jerarquía
partidista, aunque desliza que ella habría encarado de otro modo la defensa de
sus correligionarios.
Le interesa,
sí, dar su visión de aquello que encaró como dirigente del partido, que tuvo
durante 71 años el poder presidencial, "porque en las actividades propiamente
proselitistas de 2000 recorrí dos veces todo el país". Y le saltan, dice, los
recuerdos de las "grandes carencias" que tuvo el PRI durante la campaña
electoral.
"El dinero
del financiamiento público y privado que se recaudó fue insuficiente para poder
sostener el paso que marcó en todo momento el candidato de la Alianza por el
Cambio, el hoy presidente Vicente Fox", apunta.
Sauri Riancho
cuenta que en esos meses de 2000, cuando "llegaba a una ciudad, me mostraban los
espectaculares, los pasacalles y los estandartes del Partido Acción Nacional
(PAN) y me decían: 'éstos los pusieron hace unos cuantos días en sustitución de
los de hace un mes, porque ya se habían medio deslavado los colores'. Luego
prendían las estaciones de radio para que oyera la propaganda del candidato de
la Alianza, que estaba hecha ex profeso con los temas locales. Me decían:
'¿y nosotros por qué no?' A mí me tocaba dar la cara y decir: porque no tenemos
más dinero que lo que les hemos enviado".
Esa fue,
insiste, la experiencia que vivieron los candidatos del PRI en todo el país.
"Muchos lograron ganar y otros perdieron, entre otras cosas, por falta de
recursos, pues aunque éstos no lo son todo en una campaña, si no hay dinero es
muy difícil hacer un trabajo efectivo".
La senadora
hace un paréntesis para explicar que en la campaña presidencial la estructura
del Comité Ejecutivo Nacional disponía, para la operación del partido en su
conjunto, de los fondos ordinarios del financiamiento público que se obtenían a
través del Instituto Federal Electoral. Además, el secretario general del PRI
-Esteban Moctezuma, en ese momento- operaba como coordinador general de la
campaña y el secretario de Finanzas, Jorge Cárdenas, fungía como coordinador
financiero.
Y aunque
también es clara en su convicción sobre la probidad de este último, para la
legisladora es importante hablar específicamente de una de las personas
acusadas. Explica que a Carlos Almada le tocó, desde la Secretaría de
Elecciones, apoyar la estructura creada para el proceso interno de selección de
candidato a la Presidencia de la República. "Ahí hubo, claro, un comité
encabezado por Fernando Gutiérrez Barrios, pero la estructura del CEN apoyó, y
después a esa instancia le correspondió organizar la estructura electoral para
el proceso del 2 de julio (...)"
Apunta de
inmediato: "ahí observé, sobre todo, la integridad que imprimía Almada a cada
una de sus acciones. Y esto fue importantísimo, porque cuando el PRI no ganó la
Presidencia no tuvimos, desde el punto de vista electoral, ninguna reserva en
mostrar y demostrar que habíamos actuado conforme a la ley y que lo ocurrido era
sencillamente que los electores decidieron por el candidato de otro partido y
ya".
-Entonces,
como se dice, ¿a ustedes sí les cuadraron las cuentas?
-Sí.
Rápidamente. Tuvimos la información y la oportunidad de ir con todo, en orden, a
contenciosos electorales, en el caso de senadores y de diputados federales,
gracias a que la Secretaría de Elecciones había hecho un trabajo responsable y
serio.
La evocación
de Dulce María de quien fuera uno de sus principales colaboradores prosigue
emotiva: "Carlos Almada se fue como secretario de Elecciones, junto con todo el
CEN, a excepción de Jorge Cárdenas y de mí, 10 días después del 2 de julio. Y
yo, en ese periodo tan difícil, después de que pasó lo del 2 de julio, lo
extrañé.
"Inclusive yo
no quería que se fuera, pero Carlos, con esa claridad que tiene, me dijo: 'no
puedo quedarme como secretario de Elecciones, porque perdimos. Tienen que venir
otros que puedan hacer el trabajo que toca al partido en lo contencioso
electoral, en los procesos locales que vamos a enfrentar inmediatamente'. O sea,
tuvo la generosidad de decirme: 'yo me voy', en un momento, además, en el que la
incertidumbre frente al futuro personal, ya no sólo político, era
enorme".
Hoy, a ella,
como militante priísta, le queda efectuar tales distinciones y hace algo más:
llama a la unidad en su partido contra aquellos que, insiste, quieren
sepultarlo.
La Jornada, México,
14.10.02 |