Queridas Patricias, querido Marcelo:
De treinta y pico (cuarenta, dice el testimonio del Club Primera Plana) años de
ejercicio periodístico, durante treinta y algo he puesto mi mayor empeño en
emplear jóvenes, mayoritariamente mujeres y juro que sin ninguna intención
discriminatoria de género, las cosas han ocurrido así, eso es todo. Hoy soy un
subempleado. Y de empezar de nuevo, no vacilaría en hacer lo mismo. Cada quién
tiene una parte de la verdad y todas ellas constituyen una totalidad adversa de
la que no son culpables los pasantes pues sólo son otra porción de un mercado de
trabajo mezquino y deshumanizado. Hemos cometido el error de dejar la
representación del gremio en los empresarios, que tienen intereses pero no saben
de ideales.
Suscribo, con la salvedad del último párrafo como bien sabemos él y yo y cuyo
análisis resiste todas las confrontaciones civilizadas imaginables, todos y cada
uno de los señalameintos de Marcelo que trasuntan conocimiento real, buena fe y
una clara idea de cómo poner en práctica una estrategia inteligente y efectiva de
nuestros intereses de clase. Tarea necesaria e inevitablemente inscrita en el
largo plazo aun cuando se puedan determinar metas en el mediano. Aquí el qué
tiene similar importancia al cómo y el cuando es ya. Por qué, todos lo sabemos.
Talento el mío para el galimatías vocacional, quién puede dudarlo. Hagámoslo
pues. Participemos en el tratamiento del tema. Aportemos nuestra experiencia.
Ejerzamos nuestra capacidad de reflexión. Y sobre todo, intentemos hacer.
Saludos.