Corpus Christi: Locura de amor
Autor: P. Santiago Martín
Fuente:
www.periodismocatolico.com
Debemos plantearnos la fiesta del Corpus Christi desde la
perspectiva de devolver lo recibido.
“Mientras comían, Jesús tomó un pan, pronunció la
bendición, lo partió y se lo dio diciendo: Tomad, esto es mi
cuerpo. Cogiendo una copa, pronunció la acción de gracias, se la
dio y todos bebieron. Y les dijo: Esta es mi sangre, sangre de la
alianza, derramada por todos”. (Mc 14, 22-25)
Cristo, llegado el momento de la despedida, quiso dejarnos
un extraordinario regalo: se entregó a sí mismo de una manera -en
la Eucaristía- poco antes de entregarse de otra -en la Cruz-. Todo
era amor. Por la Eucaristía se quedaba para salvarnos en la
cotidianeidad de la comunión. Por la Cruz se iba para lavar
nuestros pecados con su sangre redentora. Eucaristía y Cruz son
dos manifestaciones de la misma realidad, el amor de Cristo a los
hombres, una auténtica “locura de amor2.
Pero,
decimos en español, “amor con amor se paga”. A tanto amor le debe
corresponder el máximo amor que nosotros podamos dar y que nunca
alcanzará la medida que hemos recibido. Por eso debemos
plantearnos la fiesta del Corpus Christi desde la perspectiva de
devolver lo recibido. Si Cristo se ha quedado para consolarnos,
acudamos nosotros a comulgar y a orar ante el Sagrario para
consolarle. Si Él es nuestro apoyo, nuestro alimento, seamos
nosotros su alegría. No debería pasar un solo día -si pudiéramos
hacerlo- sin ir a misa o sin ir a hacer una visita ante el
Santísimo. ¿Por qué acudir sólo cuando tenemos una enfermedad o un
problema? ¿Por qué no ir sólo para dar las? ¿Por qué no ir a
visitar al Señor por el mero hecho de hacerle compañía? ¿Por qué
no ser para los demás el pan de la caridad como Cristo lo es para
nosotros?