Sólo hay Un Camino
Autor: Mons. Rómulo Emiliani, c.m.f.
Fuente: Un Mensaje al Corazón
Sólo
existe un camino para los que quieren encontrarse con el Señor y
vivir una existencia plena. En la Biblia encontramos que cuando el
Señor quería hablar con su pueblo, lo enviaba al desierto. El
mismo Jesús estuvo 40 días en el desierto y el pueblo de Israel
pasó 40 años en el desierto. En un desierto, Dios habla de una
manera más efectiva.
Hay
momentos en la vida de cualquier persona cuando, por mil y una
razones, estamos ciegos y sordos y no escuchamos a Dios. Por eso,
el Señor nos arranca, casi violentamente, de todo lo que nos
distrae y nos pone en un desierto para que pensemos en las cosas
profundas. Puede ser una enfermedad grave, un familiar que muere,
un negocio que se derrumba o cualquier otra cosa que nos sacude
violentamente y nos pone a pensar en las cosas fundamentales.
¿Quién no se ha encontrado alguna vez agobiado por el peso
de preocupaciones, problemas y angustias? El Señor aprovecha esto,
nos sacude interiormente y nos lanza al desierto de nuestra propia
soledad. Allí, marginados y distanciados de muchas cosas, caemos
en una especie de letargo donde casi nada nos importa.
En
los desiertos, el Señor nos ofrece la oportunidad de ocuparnos de
las cosas verdaderamente fundamentales. Todos tenemos crisis que,
bien aprovechadas, nos pueden situar en un nivel más profundo de
la existencia donde pocas veces entramos. Es como cuando uno está
buceando y se da cuenta que debajo de la superficie hay otro mundo
de peces, conchas, piedras y animales marinos.
Pocas
personas se dedican a bucear en la vida para profundizar en las
cosas verdaderamente importantes, como por ejemplo, ¿para qué
nací?, ¿por qué estoy en el mundo?, ¿cómo me estoy comportando con
Dios, conmigo mismo, con mi familia, con los demás y con la
sociedad? Debido a que la gente usualmente no bucea ni para ver lo
que es la vida, Dios nos sitúa en desiertos donde no hay más
remedio que meditar y reflexionar.
Dios
permite algunas veces que caigamos de espalda para que miremos
hacia arriba y nos situemos dentro de esa dimensión de la
existencia; para ver lo que hay en el fondo del mar y no solamente
apreciar lo que se ve en la superficie.
Si
aprovechas estos espacios en el tiempo de tu vida para meditar
profundamente y acercarte a Dios, verás que El tiene un plan para
ti; una historia de amor por la que te ve de manera diferente a
como te ve el mundo. Ese Dios maravilloso te ama y te coloca por
encima de la opinión de algunos que, con razón o sin ella, te
juzgan desde tu comportamiento humano.
El
Señor, que es Juez y Padre, te juzga de manera distinta porque
sabe quién eres, conoce el contexto de dónde vienes y por qué has
actuado de la manera en que lo has hecho. El te ama, nunca dejará
de amarte y quiere que conozcas en el fondo quién eres.
Conocerse a uno mismo es la máxima de la filosofía antigua.
Hay que conocerse a uno mismo para saber cómo puede actuar en
circunstancias diversas. Como ninguno es tan fuerte como cree,
Cristo Jesús se hace débil humanamente (no en voluntad o espíritu)
para morir como muere un pecador y desde ahí darnos la fuerza en
el Espíritu; porque nuestra fuerza auténtica no viene de nosotros
mismos sino del Señor. El derramamiento del Espíritu en
Pentecostés lo hace el Señor cuando muere y resucita. ¡Gloria a
Dios!
Conócete a ti mismo, mi hermano. Cuidado con confiar en las
fuerzas propias; hay que aferrarse al Señor. El nos cuida,
nos protege, nos guía y nos da el aliento vital, la
iluminación y el discernimiento para saber por dónde ir. Con el
Señor vamos bien; sin El vamos al desastre.
Cristo Jesús, el Señor, ofrece el único camino que hay para
la salvación. Jesús vino al mundo en carne mortal, murió y
resucitó, derramó el Espíritu Santo y nos dio vida nueva. Todos
estamos en este valle de lágrimas, expuestos y sujetos a las
mismas pruebas. Estamos buscando ganar la salvación en el Señor y
sólo Cristo Jesús nos la puede dar.
El
Señor quiere que te conviertas en una persona de oración, porque
la oración con fe mueve montañas. Ora para que Dios te libere de
todas tus cadenas y te sane.
Recuerda que solamente CON DIOS, TU SERAS...
¡INVENCIBLE!
Si tienes alguna
duda, conoces algún caso que quieras compartir, o quieres
darnos tu opinión, te esperamos en los FOROS DE PAN Y VIDA donde siempre encontrarás a alguien al
otro lado de la pantalla, que agradecerá tus comentarios y
los enriquecerá con su propia
experiencia. |