Preparativos para el cielo. Autor: Revista: The Word amoung us Cada cual está constantemente haciendo planes: ¿Dónde voy a vivir? ¿Qué tipo de trabajo deseo conseguir? ¿Me conviene casarme y, en caso afirmativo, con quién? Bien, así como hemos hecho preparativos para las distintas circunstancias de la vida, también cuando nos prepararemos para la muerte, es importante hacer los planes y tomar providencias. De esa manera, el miedo a lo desconocido va desapareciendo poco a poco. Seguramente la mayoría de nosotros no estamos al borde de la muerte, aunque algunas pueden estarlo. Pero cualquiera que sea la etapa en la que nos encontramos, hay algo innegable: Nadie sabe cuándo nos llamará el Señor a su lado. Por eso es importante estar seguros de que no hay obstáculos en nuestra comunión con Cristo. A continuación ofrecemos algunas sugerencias que podemos recomendar (salvo la última) para cualquier etapa de la vida, porque nos ayudarán a prepararnos para el tramo final de la travesía, que nos sabemos cuándo nos tocará emprender. Primero, es imprescindible orar. Simplemente el hecho de dedicarle tiempo al Señor y pedirle que nos conceda su paz y su consuelo es la manera más poderoso que cualquier otra para enfrentar la muerte y no llenarse de miedo. Rece el Padre nuestro, los Salmos, especialmente los que hablan de regocijarse en la presencia y la gloria se Dios (Salmos 16 ó 73), o los que explican el gozo de permanecer en la compañía del Señor (Salmos 23 ó 91) Segundo, compruebe que tenga la conciencia tranquila delante de Dios. El Sacramento de la Reconciliación ayuda a purificar el corazón, mantenerlo limpio y a pedirle fortaleza al Espíritu Santo para observar los mandamientos. Tercero, comprometerse a reconciliarse con cualquier persona con quien haya estado enemistado o distanciado por poco o mucho tiempo, aunque para ello que tenga que pronunciar expresiones de arrepentimiento, perdón y bendición. De esa manera uno experimenta una extraordinaria sensación de paz y alegría y estará preparado para cuando llegue el tiempo decisivo. Cuarto, preocúpese de dejar una herencia de amor, compasión y gozo. Es posible que uno no tenga riquezas que dejar para sus sobrevivientes, o que no haya hecho nuevos descubrimientos ni grandes aportes a la ciencia, las artes o la tecnología a los ojos del mundo, pero una sonrisa, un abrazo o el simple hecho de pronunciar palabras de cariño y aprecio pueden tener efectos profundos. Un testamento a sus familiares, cartas de despedida a sus amigos cercanos y regalos finales a los pobres tienen el poder de tener puentes entre esta vida y la próxima. Finalmente, cuando se ve claramente que ha llegado la hora decisiva, acepte de buena gana un regalo especial que nos ofrece el Señor: El Sacramentum Exeuntium (el sacramento para los que parten), como también se denomina a la Extremaundacion o Unción de los Enfermos, cuando se imparta a los moribundos. Esta unción especial tiene el propósito de fortalecernos para el viaje y ayudarnos a poner un broche de oro a la vida aquí en la tierra (Catecismo de la Iglesia Católica, 1523)..
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