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REGLAS PARA LLEVAR LA CRUZ
1) No buscarse cruces.
No hay que inventarse cruces ni hacer el mal para sacar un bien. Si
buscamos amar a Dios y al prójimo no faltaran cruces autenticas.
Mucho menos buscar cruces para los demás. Solo el maligno hace
eso.
"¿Por qué, pues, ahora tentáis a Dios queriendo poner sobre el cuello
de los discípulos un yugo que ni nuestros padres ni nosotros pudimos
sobrellevar? Nosotros creemos mas bien que nos salvamos por la
gracia"(Hechos 15,10)
2) Tener en cuenta el bien del prójimo.
Si lo que vas a hacer pudiera escandalizar al prójimo, aunque sin
motivo, abstente de hacerlo por caridad para evitar el escándalo de los
débiles.
Pero, si el bien que vas a hacer es algo bueno que crees que Dios
quiere, es recomendable sigas tu conciencia aunque algún espíritu
malintencionado se escandalice sin motivo. (Mt. 15,14)
3) No pretender sufrir como los grandes
santos.
Algunos santos pidieron cruces mediante actuaciones ridículas.
Admirémoslos pues es por actuación especial del Espíritu pero no
pretendamos volar tan alto. "Comparados con estas águilas nosotros somos
como gallinas mojadas".
Primero tenemos mucho que andar llevando las cruces de nuestra
vocación.
4) Pedir a Dios la sabiduría de la cruz.
Debemos pedir la sabiduría de la cruz que permite contemplar, a la
luz de la fe, los misterios de la cruz. O sea, poder desear y amar la
cruz porque vemos que el amor vale la pena.
Esta sabiduría se alcanza con la experiencia de la cruz y la
ferviente oración. Hay que pedirla insistentemente, sin titubeos y
entonces siempre se alcanza.
5) Humillarse por las propias faltas, pero sin
turbación.
Cuando por ignorancia o por cualquier culpa cometemos alguna torpeza
que nos cause una cruz, nos debemos humillar inmediatamente dentro de
nosotros mismos ante la mano poderosa de Dios pidiéndole perdón y
aceptando lo que venga.
Dios nos humilla para purificarnos. Estamos muy corrompidos por el
pecado de Adán y por nuestros pecados. Cuando descubrimos algún don de
Dios muy pronto lo ensuciamos con orgullo o ideas humanas. Por eso Dios
nos permite tener incertidumbres, tentaciones, tinieblas, para llevarnos
a la humildad y la santidad.
A menudo Dios permite que sus mejores servidores cometan faltas de
las mas humillantes para empequeñecerlos a sus propios ojos y delante de
los hombres, para quitarles el orgullo que tienen por las gracias
recibidas, de modo que ningún mortal puede enorgullecerse ante Dios. (1
Cor. 1,29).
6) No basta sufrir.
Hay muchos que sufren y hasta entregan la vida por ideales malos. El
demonio y el mundo tienen sus mártires. Hay que sufrir por amor a
Jesucristo, por obediencia, como El.
7) Evitar los engaños del orgullo.
Mucho cuidado de no creer -como los devotos orgullosos- que vuestras
cruces son grandes, que son prueba de que estáis ya muy avanzados y Dios
os esta llevando a la purificación mas perfecta. "Este engaño es sutil e
ingenioso pero lleno de veneno".
Piensa mas bien que:
a) Tu orgullo y delicadeza te lleva a considerar como vigas las
pajas, como llagas las picaduras; una palabrita como una injuria atroz y
un cruel abandono.
b) Que las cruces que Dios os manda son castigos amorosos por tus
pecados.
c) Que por mas cruces y humillaciones que Dios te envíe, te perdona
infinitamente mas. Lo has ofendido y merecías el infierno pero El te
salvó.
d) Que hay mucho del ego mezclado con tu paciencia. Fíjate en tus
miramientos, tus veladas búsquedas de consuelos con los amigos, esas
disculpas rebuscadas, esas quejas tan bien formuladas contra quienes te
han hecho daño, ese revolver deleitosamente los propios males, esa
creencia luciferina de que eres de gran valía (Hechos 8,9). Estas son
las actitudes de la carne aún en los sufrimientos.
8) Aprovecha los sufrimientos pequeños.
Dios no mira tanto lo que se sufre sino como se sufre. Sufrir mucho,
pero mal, es sufrir como condenados; sufrir mucho y con valor, pero por
una mala causa, es sufrir como mártires del demonio; sufrir poco o mucho
por Dios, es sufrir como santos.
Llevar alegremente las cruces pequeñas y sin brillo, como el mercader
que saca provecho de todo: Las pequeñas molestias del vecino, una
pequeña injuria, la perdida de algún dinero, un pequeño malestar, etc..
Por todo di: "Gracias a Dios".
9) Ama la cruz con amor sobrenatural.
La naturaleza humana rechaza y se rebela ante el sufrimiento, la
enfermedad y la muerte. Los sentidos, que son la parte inferior del ser,
gimen y buscan alivio. Esto es normal.
Cuando se habla de amar la cruz, no se trata de un amor sensible.
Jesús no amo la cruz con la voluntad de la carne. "Padre, no se haga mi
voluntad sino la tuya"(Lc. 22,42). La cruz se ama con un amor
espiritual, aun sin sentir alegría en los sentidos, generalmente sin
percibir gozo en el alma. Amamos la cruz mediante la luz de la fe
desnuda.
10) Sufrir toda clase de cruces sin excepción ni
selección.
La meta suprema de la gloria divina y la felicidad verdadera es el
abandono total. Así decía S. Francisco que la felicidad perfecta esta en
poder seguir amando aun cuando humanamente esta todo perdido y nos han
abandonado.
11) Para acostumbrarnos a sufrir como se debe, acostúmbrate a
considerar cuatro cosas.
a) La mirada de Dios: Dios mira al hombre que lucha por El, contra la
fortuna, el mundo, el infierno y contra si mismo, al hombre que lleva la
cruz con alegría. Dios lo mira como un Padre orgulloso. El Señor a
Satanás: ¿te has fijado en mi siervo Job, que sufre por mi? (Job
2,3).
b) La mano de Dios: El Señor permite todo el mal que nos
sobreviene. La misma mano que domina los astros hace caer el cabello de
tu cabeza (Lc. 21,18).
No es el autor de la malicia pero permitió la acción. Los
agresores están siendo usados por Dios, no irritemos la justicia
usurpando los derechos de la venganza. Reconoce que lo tienes merecido.
¡No hieras! ¡No hables!.
Con una mano todopoderosa e infinitamente prudente, Dios os
sostiene, mientras os corrige con la otra. Humilla y enaltece. No
permite que seas tentado y afligido por encima de tus fuerzas;
c) Las llagas y los dolores de Jesús.
El Espíritu Santo nos ordena a contemplar las llagas y los dolores de
Jesús (Gal. 3,1) y a armarnos con esos pensamientos (1 Pe. 4,1).
Mira al inocente y ve de que te quejas siendo tu culpable. Mira tus
problemas la incomprensión, la injusticia, el dolor, la pobreza, y otras
cruces) ante la cruz. ¿Son comparables?. En El encuentras la victoria
sobre cualquier adversidad.
d) Piensa en el cielo y el infierno.
Lo que nos aguarda en cada lugar esta mas allá de nuestra comprensión
pero, si meditamos, tendremos la suficiente claridad para desear el
cielo. El cielo da animo a los santos y mártires en sus trabajos y
tormentos.
Miremos a los ángeles que nos animan diciendo: "Cuidado con perder la
corona destinada a recompensar la cruz que os ha tocado"
Miremos al infierno donde iremos junto a todos los malvados si
nuestro padecer -como el suyo- va acompañado de murmuraciones, despechos
y venganzas.
Exclamemos con S.Agustín: "Quema, Señor; corta, poda, divide en
esta vida en castigo de mis pecados, con tal que me perdones en la
eternidad".
12) No quejarse mas de las criaturas.
Hay tres clases de queja:
a) La queja involuntaria es cuando el cuerpo gime. Si el alma en su
parte superior esta sometida a la voluntad de Dios, no hay pecado.
b) La queja razonable: nos quejamos ante los que pueden remediar el
mal: al superior, al medico... Esta queja puede constituir una
imperfección si es demasiado intempestiva, pero no es pecado.
c) La queja criminal: cuando nos quejamos al prójimo del mal que nos
inflige para vengarnos o desahogarnos añadiéndole impaciencia y
murmuración. Aquí hay pecado.
13) Recibir la cruz con gratitud.
No recibas nunca la cruz sin besarla humildemente con
agradecimiento.
14) Carga con cruces voluntarias.
Estar atento a oportunidades de amar que se nos escapan por miedo a
la cruz.
Por ejemplo: ¿Tienes algo que en verdad otros lo necesitan mas
que tu aunque le tienes mucho cariño? Dáselo a los pobres. ¿Quisieras
tener cosas superfluas cuando Jesús es tan pobre?. ¿Tienes rechazo por
alguna persona? Sírvele con humildad. ¿Tienes exagerada afección a
una persona? Sepárate un poco. ¿Tienes prisa natural por ver,
actuar, aparecer en publico, ir a tal sitio?. Detente, calla,
ocúltate.
Quien sea fiel en lo poco, aun en las pequeñas cruces, el
Señor, -como lo tiene prometido- os pondrá al frente de lo mucho (Mt.
25,21-23)
Fuente: Corazones.org
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