6 de Marzo Santa
María de la Providencia, fundadora (año 1871).
Fuente: www.churchforum.org
Se llama "Divina
Providencia" el cuidado amoroso que Dios tiene de cada uno de
nosotros.
Su nombre era María Eugenia
Smet. Y nació en Lila, Francia, en marzo de 1825. Sus estudios los
hizo interna en un colegio de religiosas; y allí adquirió una
sólida formación religiosa, cuyas características principales
fueron una confianza total en la Divina Providencia, un gran amor
y devoción por las benditas almas del purgatorio, y una fuerte
inclinación hacia la vida religiosa.
Al volver a su casa después
de terminar sus estudios de bachillerato se propuso estar siempre
ocupada y ayudar en lo más posible a los pobres. Cada día cocinaba
una enorme olla de sopa y la repartía entre los más indigentes. Y
a los que no podían salir de su casa por estar enfermos, les
llevaba alimentos a sus propios hogares. Le encantaba ayudar a
barrer y adornar los templos.
Cuando ya llevaba 7 años
dedicada a estas obras, un día asistió a un retiro predicado por
un misionero y salió llena de entusiasmo por las Misiones. En
adelante se dedicó a recoger ayudas para los misioneros y a hacer
rifas para conseguir dinero para las misiones. Los misioneros se
quedaban admirados de las cantidades de ayudas que esta joven les
conseguía.
A los 27 años, con permiso
del confesor, hizo voto de castidad.
En 1855, por consejo del
Santo Cura de Ars y de otros santos sacerdotes, se unió con otras
jóvenes piadosas en París y fundó la comunidad de las
"Auxiliadoras de las Almas del Purgatorio".
María era terca y no le
gustaba hacer mucho caso de los consejos de sus directores. Por
ello los capellanes de su comunidad no duraban sino muy poco
tiempo y le Comunidad no lograba progresar. Pero Dios le concedió
el remedio que necesitaba. Le envió un sabio Padre Jesuita que con
diplomacia pero con energía fue logrando que la hermana María le
hiciera caso y siguiera sus consejos. Ella, que era tan dominante,
ahora tenía frente a sí a uno de su talla. Al fin un día le
confesó claramente: ¡Padre, Ud. ha logrado dominar mi altanería y
mi terquedad! El sacerdote le respondió: "Quiera el cielo que de
ahora en adelante lo que Ud. busque sea hacer siempre no lo que
sus impulsos y sus caprichos le aconsejes, sino lo que más le
parezca que es la voluntad de Dios".
Otro día ella le decía al
santo jesuita: "Padre, estoy totalmente disgustada de mí misma y
del modo como me comporto". Y él le respondió: "Me alegra que no
esté contenta de cómo es y de su modo de comportarse. Si estuviera
contenta, eso sería una mala señal".
El Padre jesuita les redactó
las Reglas o Constituciones de la nueva comunidad, las cuales
fueron adoptadas, y aceptadas en 1859, y en aquel mismo años, 28
señoritas, ante el Arzobispo de París, juraron cumplir las Reglas
de la nueva Congregación. La fundadora se llamó en adelante Madre
María de la Providencia.
Cuando se desanimaba, le
decía su director espiritual: "Usted es una preferida de la Divina
Providencia. Si después de todas las maravillas que la Divina
Providencia ha hecho en su favor, todavía desconfiara de las
ayudas de Dios, esto sería una verdadera infidelidad. Confíe en
Dios y vencerá".
Fundó casas de su Comunidad
en varios sitios de Francia y envió a sus religiosas como
misioneras a China.
La Divina Providencia
permitió que le llegara un dolorosísimo cáncer que la atormentó
por bastante tiempo, y que la obligaba frecuentemente a guardar
quietud (lo cual le servía para crecer mucho en santidad por medio
de la oración y la meditación).
En 1871, devorada por el
cáncer, murió santamente. Y su rostro, que poco antes de la muerte
estaba crispado por los terribles dolores, recobró al morir una
muy agradable presencia.
Sus religiosas tienen 119
casas en el mundo con 1,100 religiosas, y se dedican a la pastoral
de la salud y a la pastoral social.
Que como esta santa
fundadora, también nosotros logremos dominar nuestros impulsos,
nuestras inclinaciones, y dejarnos guiar por las luces e
inspiraciones de quienes nos quieren guiar hacia la
santidad.