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30 de Enero
263. Santa
Batilde y San Lesmes, San Fulgencio de Ruspe, Santa Jacinta de
Mariscotti
Santa Batilde
(634-680) De origen
anglosajón, era todavía una niña cuando fue raptada por los piratas y vendida al
mayordomo de palacio del rey Clodoveo II de Neustria. Este se enamoró de ella y
la convirtió en su reina. Tuvieron tres hijos, pero desgraciadamente, el rey
murió a los veinticuatro años de edad. Batilde ocupó la regencia, se rodeó de
buenos consejeros, y gobernó con justicia y misericordia. Sin embargo, los
nobles terminaron por unirse contra ella y desterrarla a la abadía de Chelles,
donde pasó el resto de su vida perdonando a sus enemigos, encargándose de las
tareas más humildes y atendiendo a los enfermos.
Santa Martina o Marina,
Mártir
San Lesmes
(+1100) Nació de una familia acaudalada y, después
de repartir sus bienes entre los pobres, vistió las ropas de uno de sus antiguos
criados y se fue en peregrinación a Roma. Más tarde fue monje y abad de un
monasterio en la Auvernia, Francia, hasta que Constanza, esposa del rey Alfonso
VI, le llamó a España a introducir la liturgia romana. En Burgos fundó un
monasterio benedictino, donde se dedicó a atender a las necesidades de los
peregrinos que viajaban a Santiago de Compostela, y al cuidado de los
enfermos.
San Fulgencio de Ruspe
(468-533) Originario de Cartago,
Africa, fue nombrado tesorero general de esa provincia por sus cualidades de
administrador. Sin embargo, Fulgencio decidió dejar el mundo y dedicarse a
servir a Dios como monje. Fue nombrado Obispo de Ruspe, en Túnez, pero siempre
siguió vistiéndose como un humilde monje y haciendo grandes mortificaciones.
Fulgencio tenía el don de la oratoria y sus sermones conmovían a toda la ciudad,
pero más la conmovía su gran amabilidad y humildad.
Santa Jacinta de
Mariscotti
(1585-1640) Nació de familia noble en Viterbo, Italia. Su padre
la consideraba tan frívola y fantasiosa que decidió no casarla y enviarla al
convento franciscano. Jacinta siguió con su misma conducta, escandalizando a sus
hermanas, hasta que una grave enfermedad la hizo cambiar y convertirse en una
excelente religiosa. Sus últimos veinticinco años de vida estuvieron tan
repletos de favores sobrenaturales que en cuanto murió, se abrió su proceso de
beatificación.
* Nunca es tarde para mejorar nuestra relación con Dios y
con los que nos rodean.. El día de hoy es un buen día para que digas: “Ahora
comienzo”.
Fuente: Es.catholic.net, Encuentra.com
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Omar
Jiménez Castro.
1 Corintios 9,16
http:mensajespanyvida.cjb.net
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