San Arsenio
Arsenio significa: fuerte, valeroso, valiente.
San Arsenio fue uno de los monjes más famosos de la antigüedad. Sus dichos
o refranes fueron enormemente estimados. Las gentes hacían viajes de semanas y
meses con tal de ir a consultarle y oír sus consejos.
Cuando el emperador Teodosio, el Grande buscaba un buen profesor para sus
dos hijos, el Papa San Dámaso le recomendó a Arsenio, que era un senador
sumamente sabio y muy práctico en los consejos que sabia dar. Y así durante diez
años tuvo que estarse en el palacio imperial tratando de educar a los dos hijos
del emperador, Arcadio y Honorio. Pero se dio cuenta de que el uno era demasiado
atrevido y el otro demasiado apocado, y desilusionado de ese fracaso como
educador de los dos futuros emperadores dispuso dedicarse a otra labor que le
fuera de mayor utilidad para su santificación y salvación.
Y estando un día orando, en medio de una gran crisis espiritual, mientras
le pedía a Dios que le iluminara lo que debía hacer para santificarse, oyó una
voz que le decía: "Apártese del trato con la gente, y váyase a la soledad".
Entonces dispuso irse al desierto a orar y a hacer penitencia con los demás
monjes de esa soledad.
Cuando llegó al monasterio del desierto, los monjes, sabiendo que había
estado viviendo tanto tiempo como senador y como alto empleado del Palacio
imperial, dispusieron ponerle algunas pruebas para saber si en verdad era apto
para esa vida de humillación y mortificación. El superior lo recibió fríamente,
y al llegar al comedor, no lo hizo sentar a la mesa sino que lo dejó de pie,
junto a su mesa. Luego en vez de pasarle un plato de comida, le lanzó una tajada
de pan al piso, y le dijo secamente: "Si quiere comer algo, recoja eso". Arsenio
se inclinó humildemente, recogió la tajada de pan y se sentó en el suelo a
comer. El superior, al observar este comportamiento admirable, lo consideró lo
suficientemente humilde como para ser recibido como monje y lo aceptó en el
monasterio, diciendo a los demás religiosos: "Este será un buen hermano".
Arsenio había pasado toda su vida en el alto gobierno y en lujosos
palacios, tratando con gente de mundo, y conservaba algunas costumbres mundanas
que los otros monjes no hallaban como corregírselas, porque le tenían mucho
respeto. Entonces dispusieron irlo corrigiendo indirectamente, y poco a poco.
Así por ejemplo, él acostumbraba montar la pierna, mientras estaba rezando en la
capilla. Y los demás para quitarle la tal costumbre, le dijeron a un monje joven
que mientras rezaban tuviera la pierna montada, y que ellos le llamarían la
atención por eso. Y así lo hicieron, regañando fuertemente al joven por esa
actitud. Arsenio entendió muy bien la lección y se corrigió.
San Arsenio se hizo famoso por sus penitencias extraordinarias. Un día
llegó un alto empleado del imperio a llevarle un documento en el cual se le
comunicaba que un senador riquísimo le dejaba en herencia todas sus grandes
riquezas, y que se fuera a reclamarlas. El santo exclamó: "Antes de que él
muriera en su cuerpo, yo morí en mis ambiciones y avaricias. No quiero riquezas
mundanas que me impidan adquirir las riquezas del cielo". Y renunció a todo esto
en favor de los pobres.
Con frecuencia pasaba toda la noche en oración. Los sábados al anochecer
empezaba a rezar de rodillas con los brazos en cruz y permanecía así hasta que
caía por el suelo desmayado. Tenía 40 años cuando abandonó el palacio imperial
donde tenía todas las comodidades, para irse a un tremendo desierto, donde todo
faltaba. Desde los 40 años hasta los 95 años estuvo orando, ayunando y haciendo
penitencias en el desierto, por la conversión de los pecadores, la extensión de
la religión y el perdón de sus propios pecados.
Como hombre de mundo y de política que había sido, sentía una gran
inclinación a tratar con la gente y a charlar con los demás, y en cambio hacía
todo lo posible por retirarse del trato con todos, y vivir en la más completa
soledad. Cuando un día el superior le llamó la atención porque no se prestaba a
quedarse a charlar con las numerosísimas personas que iban a consultarle, le
respondió: "Dios sabe que los quiero con toda mi alma y que gozo inmensamente
charlando con ellos, pero como penitencia tengo que abstenerme lo más posible de
las charlatanerías. El Señor me ha dicho que si quiero santificarme tengo que
hacer la mortificación de apartarme del trato con las gentes". En verdad que a
cada persona la lleva Dios a la santidad por caminos diversos. A unos los hace
santos haciendo que se dediquen totalmente a tratar con los demás para
salvarlos, y a otros les ha pedido que con el sacrificio de no tratar tanto con
la gente, le ganen también almas para el cielo.
Por muchos siglos han sido enormemente estimados los dichos o frases breves
que San Arsenio acostumbraba decir a las gentes. Desde remotas tierras iban
viajeros ansiosos de escuchar sus enseñanzas que eran cortas pero sumamente
provechosas. Recordemos algunos de sus dichos:
"Muchas veces he tenido que arrepentirme de haber hablado. Pero nunca me he
arrepentido de haber guardado silencio". "Siempre he sentido temor a presentarme
al juicio de Dios, porque soy un pecador".
El religioso debe preguntarse frecuentemente: "¿Para qué abandoné el mundo
y me hice religioso? y responderse: Me hice religioso porque quiero santificarme
y salvar mi alma. Si esto no lo consigo, he perdido totalmente mi tiempo" (Esta
frase ha conmovido a muchos santos. Por ej. San Bernardo la tenía escrita así en
su habitación: "Bernardo: ¿a qué viniste a la vida religiosa? - Quiero salvar mi
alma y santificarme").
San Arsenio pedía consejos espirituales a monjes que eran muchísimo más
ignorantes que él. Le preguntaron por qué lo hacía y respondió: "Yo sé idiomas,
literatura, filosofía y política, pero en lo espiritual soy un analfabeta. En
cambio estos religiosos que no hicieron estudios especiales, son unos
especialistas en espiritualidad y de ello saben mucho más que yo".
Un religioso le preguntó por qué los sabios del mundo que conocen tantas
ciencas y han leído muchos libros son tan ignorantes en lo que se refiere a la
santidad, y en cambio tanta gentecita ignorante progresa tan admirablemente en
lo espiritual, y el santo respondió: "Es que la ciencia infla y llena de
orgullo, y en un corazón orgulloso Dios no hace obras de arte en santidad. En
cambio los humildes conocen su debilidad, su ignorancia, y su insuficiencia, y
ponen toda su confianza en Dios, y en ellos sí hace prodigios de santificación
Nuestro Señor".
Arsenio era muy conocido por su presencia venerable. Alto, flaco, bien
parecido, con una barba larguísima y muy blanca, su hermosa figura descollaba
majestuosamente entre los demás monjes. Y su santidad superaba a la de los demás
compañeros. Las gentes lo veneraban inmesamente y sus consejos han sido
apreciados por muchos siglos. Que Arsenio ruegue por nosotros y nos consiga una
santidad como la suya.
De toda palabra indebida que diga una persona, tendrá que rendir cuentas el
día del juicio. (Jesucristo, Mt. 12,36).
Santa Marina
Su vida esta mezclada entre la realidad y la leyenda. Nació en Balcagia, la
actual Baiona de Pontevedra en Galicia (España), por el año 119, siendo hija de
Lucio Castelio Severo, gobernador romano de Gallaecia y Lusitania y de su esposa
Calsia, quien da a luz en un solo parto a nueve niñas mientras su marido esta
fuera recorriendo sus dominios. Asustada Calsia por el múltiple alumbramiento y
temiendo ser repudiada por infidelidad conyugal decide deshacerse de las
criaturas y se las encomienda a su fiel servidora Sila, ordenándole que bajo el
mayor secreteo las ahogara en el río Miñor.
Sila, cristiana a carta cabal, lejos de cometer tan horrible crimen, las
dejaría en casa de familias amigas y las criaturas fueron bautizadas por el
obispo San Ovidio y criadas en la fe cristiana.
Llegado el momento tuvieron que comparecer ante su propio padre acusadas de
ser cristianas, el cual al saber que eran sus hijas las invita a que renuncien a
Cristo a cambio de poder vivir rodeadas de los lujos y comodidades propias de su
nacimiento. Las encarcela tratando de atemorizarlas pero logran huir de las
garras de la cárcel y se dispersaron. Todas ellas, no obstante acabarían siendo
mártires cristianas.
La devoción popular sitúa a Liberata y a Marina (hermanas) mártires en la
cruz a la edad de 20 años el 18 de enero del 139.
La fiesta de Santa Liberata se celebra el 20 de julio por ser la fecha en
que se trasladaron sus reliquias desde la ciudad de Sigüenza a la Baiona gallega
en el año 1515. La fiesta de Santa Marina se celebra el 18 de
julio.
Fuente:
www.churchforum.org
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