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Corre la Voz!
Cristo Resucitó, y está en la
Red!
Mensajes y Reflexiones Pan y
Vida.
"Advertencia: El contenido de este mensaje
es altamente Cristoradioactivo, por lo que al leerlo puede crear hábito
y consecuencias de trascendencia eterna para el lector y los que le
rodean". Atte. Pan y Vida (Romanos
1,6).
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20 de Agosto
San Bernardo, Doctor de la Iglesia, Año
1153
Bernardo significa: "Batallador y valiente".
(Bern=batallador; Nard=valiente)
En orden cronológico, o sea en
cuanto al tiempo, San Bernardo es el último de los llamados Padres de la
Iglesia. Pero en importancia es uno de los que más han influido en el
pensamiento católico en todo el mundo.
Nace en Borgoña, Francia (cerca de Suiza) en el año
1090. Sus padres tuvieron siete hijos y a todos los formaron
estrictamente haciéndoles aprender el latín, la literatura y, muy bien
aprendida, la religión.
La familia que se fue con Cristo
Esta familia ha sido un caso único en la historia.
Cuando Bernardo se fue de religioso, se llevó consigo a sus 4 hermanos
varones, y un tío, dejando a su hermana a que cuidará al papá (la mamá
ya había muerto) y el hermanito menor para que administrara las
posesiones que tenían. Dicen que cuando llamaron al menor para
anuanciarle que ellos se iban de religiosos, el muchacho les respondió:
"¡Ajá! ¿Conque ustedes se van a ganarse el cielo, y a mí me dejan aquí
unicamente en la tierra? Esto no lo puedo aceptar". Y un tiempo después,
también él se fue de religioso. Y más tarde llegaron además al convento
el papá y el esposo de la hermana (y ella también se fué de monja).
Casos como este son más únicos que raros.
La personalidad de Bernardo
Pocos individuos han tenido una personalidad tan
impactante y atrayente, como San Bernardo. El poseía todas las ventajas
y cualidades que pueden hacer amable y simpático a un joven.
Inteligencia viva y brillante. Temperamento bondadoso y alegre, se
ganaba la simpatía de cuantos trataban con él. Esto y su físico lleno de
vigor y lozanía era ocasión de graves peligros para su castidad y
santidad. Por eso durante algún tiempo se enfrió en su fervor y empezó a
inclinarse hacia lo mundano y lo sensual. Pero todo esto lo llenaba de
desilusiones. Las amistades mundanas por más atractivas y brillantes que
fueran lo dejaban vacío y lleno de hastío. Después de cada fiesta se
sentía más y más desilusionado del mundo y de sus placeres.
A mal grave, remedio terrible
Como sus pasiones sexuales lo atacaban violentamente,
una noche se revolcó entre el hielo hasta quedar casi congelado. Y el
tremendo remedio le trajo mucha paz.
Una visión cambia su rumbo: una noche de Navidad,
mientras celebraban las ceremonias religiosas en el templo se quedó
dormido y le pareció ver al Niño Jesús en Belén en brazos de María, y
que la Santa Madre le ofrecía al Niñito Santo para que lo amara y lo
hiciera amar mucho por los demás. Desde este día ya no pensó sino en
consagrarse a la religión y al apostolado.
Un hombre que arrastra con todo lo que
encuentra
Bernardo se fue al convento de monjes benedictinos
llamado Cister, y pidió ser admitido. El superior, San Esteban, lo
aceptó con gran alegría pues, en aquel convento, hacía 15 años que no
llegaban religiosos nuevos.
Bernardo volvió a su familia a contar la noticia y todos
se opusieron. Los amigos le decían que esto era desperdiciar una gran
personalidad para irse a sepultarse vivo en un convento. La familia no
aceptaba de ninguna manera.
Pero aquí sí que apareció el poder tan sorprendente que
este hombre tenía para convencer a los demás e influir en ellos y
ganarse su voluntad. Empezó a hablar tan maravillosamente de las
ventajas y cualidades que tiene la vida religiosa, que logró llevarse al
convento a sus cuatro hermanos mayores, a su tío y casi a todos los
jóvenes de los alrededores, y junto con 31 compañeros llegó al convento
de los Cistercienses a pedir ser admitidos de religiosos. Pero antes en
su finca los había preparado a todos por varias semanas, entrenándolos
acerca del modo como debían comportarse para ser unos fervorosos
religiosos. En el año 1112, a la edad de 22 años, se fue de religioso al
convento.
El papá, el hermano Nirvardo, el cuñado y la hermana, ya
irán llegando uno por uno a pedir ser recibidos como
religiosos.
Formidable poder de atracción. En toda la historia de la
Iglesia es difícil encontrar otro hombre que haya sido dotado por Dios
de un poder de atracción tan grande para llevar gentes a las comunidades
religiosas, como el que recibió Bernardo. Las muchachas tenían terror de
que su novio hablara con el santo, porque lo mas probable era que se
iría de religioso. En las universidades, en los pueblos, en los campos,
los jóvenes al oírle hablar de las excelencias y ventajas de la vida en
un convento, se iban en numerosos grupos a que él los instruyera y los
formara como religiosos. Durante su vida fundó más de 300 conventos para
hombres, e hizo llegar a gran santidad a muchos de sus discípulos. Lo
llamaban "el cazador de almas y vocaciones". Con su apostolado consiguió
que 900 monjes hicieran profesión religiosa.
Fundador de Claraval. En el convento del Císter demostró
tales cualidades de líder y de santo, que a los 25 años (con sólo tres
de religioso) fue enviado como superior a fundar un nuevo convento.
Escogió un sitio sumamente árido y lleno de bosques donde sus monjes
tuvieran que derramar el sudor de su frente para poder cosechar algo, y
le puso el nombre de Claraval, que significa valle muy claro, ya que
allí el sol ilumina fuerte todo el día.
Supo infundir del tal manera fervor y entusiasmo a sus
religiosos de Claraval, que habiendo comenzado con sólo 20 compañeros a
los pocos años tenía 130 religiosos; de este convento de Claraval
salieron monjes a fundar otros 63 conventos.
La oratoria de santo. Después de San Juan Crisóstomo y
de San Agustín, es difícil encontrar otro orador católico que haya
obtenido tantos éxitos en su predicación como San Bernardo. Lo llamaban
"El Doctor boca de miel" (doctor melífluo) porque sus palabras en la
predicación eran una verdadera golosina llena de sabrosura, para los que
la escuchaban. Su inmenso amor a Dios y a la Virgen Santísima y su deseo
de salvar almas lo llevaban a estudiar por horas y horas cada sermón que
iba a pronunciar, y luego como sus palabras iban precedidas de mucha
oración y de grandes penitencias, el efecto era fulminante en los
oyentes. Escuchar a San Bernardo era ya sentir un impulso fortísimo a
volverse mejor.
Su amor a la Virgen Santísima.
Los que quieren progresar en su amor a la Madre de Dios,
necesariamente tienen que leer los escritos de San Bernardo, porque
entre todos los predicadores católicos quizás ninguno ha hablado con más
cariño y emoción acerca de la Virgen Santísima que este gran santo. Él
fue quien compuso aquellas últimas palabras de la Salve: "Oh clemente,
oh piadosa, oh dulce Virgen María". Y repetía la bella oración que dice:
"Acuérdate oh Madre Santa, que jamás se oyó decir, que alguno a Ti haya
acudido, sin tu auxilio recibir".
El pueblo vibraba de emoción cuando le oía clamar desde
el púlpito con su voz sonora e impresionante. "Si se levantan las
tempestades de tus pasiones, mira a la Estrella, invoca a María. Si la
sensualidad de tus sentidos quiere hundir la barca de tu espíritu,
levanta los ojos de la fe, mira a la Estrella, invoca a María. Si el
recuerdo de tus muchos pecados quiere lanzarte al abismo de la
desesperación, lánzale una mirada a la Estrella del cielo y rézale a la
Madre de Dios. Siguiéndola, no te perderás en el camino. Invocándola no
te desesperarás. Y guiado por Ella llegarás seguramente al Puerto
Celestial". Sus bellísimos sermones son leídos hoy, después de varios
siglos, con verdadera satisfacción y gran provecho.
Viajero incansable. El más profundo deseo de San
Bernardo era permanecer en su convento dedicado a la oración y a la
meditación. Pero el Sumo Pontífice, los obispos, los pueblos y los
gobernantes le pedían continuamente que fuera a ayudarles, y él estaba
siempre pronto a prestar su ayuda donde quiera que pudiera ser útil. Con
una salud sumamente débil (porque los primeros años de religioso, por
imprudente, se dedicó a hacer demasiadas penitencias y se le daño la
digestión) recorrió toda Europa poniendo la paz donde había guerras,
deteniendo fuertemente las herejías, corrigiendo errores, animando
desanimados y hasta reuniendo ejércitos para defender la santa religión
católica. Era el árbitro aceptado por todos.
Exclamaba: A veces no me dejan tiempo durante el día ni
siquiera para dedicarme a meditar. Pero estas gentes están tan
necesitadas y sienten tanta paz cuando se les habla, que es necesario
atenderlas (ya en las noches pararía luego sus horas dedicado a la
oración y a la meditación).
De carbonero a Pontífice. Un hombre muy bien preparado
le pidió que lo recibiera en su monasterio de Claraval. Para probar su
virtud lo dedicó las primeras semanas a transportar carbón, y el otro lo
hizo de muy buena voluntad. Después llegó a ser un excelente monje, y
más tarde fue nombrado Sumo Pontífice: Honorio III. El santo le escribió
un famoso libro llamado "De consideratione", en el cual propone una
serie de consejos importantísimos para que los que están en puestos
elevados no vayan a cometer el gravísimo error de dedicarse solamente a
actividades exteriores descuidando la oración y la meditación. Y llegó a
decirle: "Malditas serán dichas ocupaciones, si no dejan dedicar el
debido tiempo a la oración y a la meditación".
Despedida gozosa. Después de haber llegado a ser el
hombre más famoso de Europa en su tiempo y de haber conseguido varios
milagros (como por ej. Hacer hablar a un mudo, el cual confesó muchos
pecados que tenía sin perdonar) y después de haber llenado varios países
de monasterios con religiosos fervorosos, ante la petición de sus
discípulos para que pidiera a Dios la gracia de seguir viviendo otros
años más, exclamaba: "Mi gran deseo es ir a ver a Dios y a estar junto a
Él. Pero el amor hacia mis discípulos me mueve a querer seguir
ayudándolos. Que el Señor Dios haga lo que a Él mejor le parezca". Y a
Dios le pareció que ya había sufrido y trabajado bastante y que se
merecía el descanso eterno y el premio preparado para los discípulos
fieles, y se lo llevó a sus eternidad feliz el 20 de agosto del año
1153. Solamente tenía 63 años pero había trabajado como si tuviera más
de cien. El sumo pontífice lo declaró Doctor de la Iglesia.
San Bernardo: gran predicador, enamorado de Cristo y de
la Madre Santísima: pídele al buen Dios que nos conceda a nosotros un
amor a Dios y al prójimo, semejante al que te concedió a ti. Quiera Dios
que así sea.
NO ERES MÁS SANTO PORQUE NO ERES MÁS DEVOTO DE MARÍA.
(San Bernardo)
Fuente: www.churchforum.org
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