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Corre la Voz!
Cristo Resucitó, y está en la
Red!
Mensajes y Reflexiones Pan y
Vida.
"Advertencia: El contenido de este mensaje
es altamente Cristoradioactivo, por lo que al leerlo puede crear hábito
y consecuencias de trascendencia eterna para el lector y los que le
rodean". Atte. Pan y Vida (Romanos
1,6).
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22 de Octubre
San Hilarión. Monje. Año
371.
Hilarión significa: "El muy alegre".
Es el santo
de la abstinencia y del ayuno perpetuo.
Nació en Palestina pero no era judío. Sus padres eran
paganos.
Fue a estudiar a Alejandría (en Egipto) donde había una
escuela muy afamada de los cristianos, y allá se convirtió al
cristianismo y se hizo bautizar.
Oyó hablar del famoso monje San Antonio Abad y se fue a
visitarlo al desierto. Estuvo en su compañía durante dos meses y se
quedó admirado de la gran santidad de este monje y de su bondad
exquisita, como también de los ayunos y mortificaciones que hacía Se
propuso imitarlo en cuanto más le fuera posible. Pero viendo que allá en
Egipto era mucha la gente que iba a visitar a San Antonio para
consultarle, se volvió a su patria a vivir en perfecta soledad en un
desierto.
Vendió las posesiones que le habían dejado sus padre y
repartió el dinero entre los pobres y se marchó a un desierto de
Palestina a orar y meditar. San Antonio le había regalado una túnica
hecha de material muy rudo y tosco, y con esa túnica pasó mucho tiempo,
sin estrenar jamás un vestido, como penitencia de sus pecados. Siendo de
constitución muy débil y sumamente sensible al frío y al calor, sin
embargo durante los espantosos calores del desierto durante el día no
tomaba ni una gota de líquido. Y en los fríos intensísimos de la noche
no se abrigaba con nada más que con su tosca túnica. Era una penitencia
capaz de hacer santo a cualquiera (con razón decía San Luis de Montfort
que ante las mortificaciones de los santos nosotros somos como unos
pollos mojados y unos burros muertos, o sea: ¡muy poquita
cosa!).
Se propuso no comer nada ningún día antes de que se
ocultara el sol, y lo cumplió toda la vida (¡qué comparación con nuestra
flojedad que no nos permite ni siquiera pasar medio día sin comer o
beber!). Los primeros años únicamente se alimentaba con unos dátiles que
comía cada anochecer. Pero luego se dio cuenta de que esto le estaba
perjudicando en su salud, y empezó a comer de vez en cuando algunas
verduras y un poco de pan y aceite. Cuando las tentaciones impuras lo
atacaban con más fuerza, reducía su alimentación a la mitad de lo que
comía de ordinario, y decía: "Estoy debilitando un poco a este asno
salvaje que es mi cuerpo, para que no le lance tantas coces a mi
alma".
Se construyó una celda tan corta y angosta que apenas
cabía acostado o de rodillas. Dos metros de larga, metro y medio de
ancha y metro y medio de alta. Y rara vez salía de allí. San Jerónimo
que conoció tal rancho se quedó aterrado ante tanta mortificación. Pero
así conseguía convertir pecadores y pagar sus propios
pecados.
Sentía gran deseo de ir a visitar los santos lugares
donde nació, vivió y murió Jesús, y estando en ese mismo país le quedaba
fácil hacerlo. Pero no lo hizo sino una sola vez en su vida y esta vez
con grandes sentimientos de piedad y veneración. Después hizo el
sacrificio de no volver más por allí. Hasta en esos deseos tan santos
sabía mortificarse.
En varios sitios donde estuvo viviendo, su modo de
ganarse la vida era recorrer terrenos solitarios, y recoger leña y
mandar a algunos de sus discípulos a venderla, y con eso comprar el
alimento para él y para otros.
Cuando ya llevaba 20 años haciendo penitencia en el
desierto, unos esposos acudieron a él a pedirle que rezara para que en
su hogar hubiera hijos, pues eran estériles. San Hilarión oró por ellos
y Dios les concedió unos hijitos muy hermosos. Esto hizo que se volviera
sumamente popular en los alrededores, y empezaron a llegar montones de
gente a visitarlo y a pedirle consejos y oraciones.
Varios hombres quisieron imitar a San Hilarión y se
fueron a vivir también en cabañas en esas soledades. Él los dirigía y
les enseñaba el arte de orar, de meditar y de saber dominar el cuerpo
por medio de mortificaciones costosas. Hilarión sufría mucho de
sequedades espirituales pero esto mismo le servía para poder comprender
a los que pasaban por horas de tristeza y de crisis y
angustias.
Cuando ya tenía unos 65 años se dio cuenta de que no le
era posible vivir en soledad. Un gran número de monjes le pedían
dirección espiritual y una continua peregrinación de gentes llegaba a
suplicarle oraciones y a pedirle consejos. Entonces decidió irse a un
sitio más alejado y solitario, y empezó una vida errante, la cual es uno
de los casos más típicos y raros en la historia de la
Iglesia.
Se fue hacia los desiertos de Egipto donde hacía muy
poco tiempo había muerto el gran San Antonio. Allí los discípulos del
santo le hicieron recorrer metro por metro los terrenos donde había
vivido el famoso monje. Le decían: "allí pasaba las noches rezando. En
aquella roca se subía cuando quería que nadie fuera a molestarlo
mientras meditaba...". Hilarión suspiraba por llegar a ser como su
modelo: el gran Antonio.
Pero sucedió que en aquella región hacía muchos meses
que no llovía y la gente estaba sufriendo a causa del largo verano. El
pueblo acudió a implorar las oraciones de San Hilarión a quien
consideraban como el sucesor de San Antonio Abad. El santo rezó con
mucha fe y llegaron lluvias muy abundantes. Esto le consiguió una gran
popularidad. Luego empezaron a llegar campesinos mordidos por serpientes
venenosas, y al ser ungidos con aceite bendecido por San Hilarión
quedaban curados. El santo viendo que no lograba vivir oculto y que cada
día llegaban más y más personas a buscarlo, dispuso huir una vez
más.
Para sus largos viajes no aceptaba sino a los religiosos
que fueran capaces de andar con él durante todo el día sin beber ni una
gota de agua ni comer, desde el amanecer hasta el anochecer. Ahora se
fue a la Isla de Sicilia, y se estableció con varios de sus discípulos
en un sitio muy deshabitado. Pero otro discípulo suyo que lo amaba
mucho, San Hesiquio, se puso a buscarlo por todas partes. Al fin un
comerciante le dijo que en Sicilia había un famoso monje que hacía
muchos milagros. Hacia allá se fue San Hesiquio, y logró encontrar a su
maestro. Y se dio cuenta de que la gente lo estimaba muchísimo por su
santidad, por sus milagros y porque jamás recibía ningún dinero ni
regalo alguno.
San Hilarión dijo que quería huir a un sitio donde nadie
lo conociera. Y se fueron a la isla de Chipre. Pero allá un maremoto
amenazaba con ahogar a las gentes de la costa, y destruir todas sus
habitaciones. El santo echó una bendición a las olas y estas se
calmaron. Con esto su fama se extendió por toda la isla.
Al fin obtuvo que lo dejaran irse a vivir a una altísima
roca donde nadie lo distrajera en su oración y en sus meditaciones, y
allí murió muy santamente a la edad de 80 años.
Quiera Dios darnos también a nosotros la gracia de
independizarnos de lo que es meramente mundanal y material y dedicarnos
a lo que es material y lleva a la santidad.
Dijo Jesús: Si tenéis fe, todo será posible para
vosotros.
Fuente: www.churchforum.org
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