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22 de
Enero
San Vicente, mártir (año
304).
Beato Francisco Gil de Federico.
San Vicente,
mártir.
Vicente significa:
"Vencedor, victorioso".
San Vicente era un
diácono español, y su martirio se hizo tan famoso que San Agustín le
dedicó cuatro sermones y dice de él que no hay provincia donde no le
celebren su fiesta. Roma levantó tres iglesias en honor de San Vicente y
el Papa San León lo estimaba muchísimo. El poeta Prudencio compuso en
honor de este mártir un himno muy famoso.
Era diácono o ayudante
del obispo de Zaragoza, San Valerio. (Diácono es el grado inmediatamente
inferior al sacerdocio). Como el obispo tenía dificultades para hablar
bien, encargaba a Vicente la predicación de la doctrina cristiana, lo
cual hacía con gran entusiasmo y consiguiendo grandes éxitos por su
elocuencia y su santidad.
El emperador Diocleciano
decretó la persecución contra los cristianos, y el gobernador Daciano
hizo poner presos al obispo Valerio y a su secretario Vicente y fueron
llevados prisioneros a Valencia. No se atrevieron a juzgarlos en
Zaragoza porque allí la gente los quería mucho. En la cárcel les
hicieron sufrir mucha hambre y espantosas torturas para ver si renegaban
de la religión. Pero cuando fueron llevados ante el tribunal, Vicente
habló con tan grande entusiasmo en favor de Jesucristo, que el
gobernador regañó a los carceleros por no haberlo debilitado más con más
atroces sufrimientos. Les ofrecieron muchos regalos y premios si dejaban
la religión de Cristo y se pasaban a la religión pagana. El obispo
encargó a Vicente para que hablara en nombre de los dos, y éste dijo:
"Estamos dispuestos a padecer todos los sufrimientos posibles con tal de
permanecer fieles a la religión de Nuestro Señor Jesucristo". Entonces
el perseguidor Daciano desterró al obispo y se dedicó a hacer sufrir a
Vicente las más espantosas torturas para tratar de hacerlo abandonar su
santa religión.
El primer martirio fue
un tormento llamado "el potro", que consistía en amarrarles cables a los
pies y a las manos y tirar en cuatro direcciones distintas al mismo
tiempo. Este tormento hacía que se desanimaran todos los que no fueran
muy valientes. Pero Vicente, fiel a su nombre, que también significa
"valeroso", aguantó este terrible suplicio rezando y sin dejar de
proclamar su amor a Jesucristo.
El segundo tormento fue
apalearlo. El cuerpo de Vicente quedó masacrado y envuelto en sangre.
Pero siguió declarando que no admitía más dioses que el Dios verdadero,
ni más religión sino la de Cristo. El mismo jefe de los verdugos se
quedó admirado ante el valor increíble de este mártir.
Entonces el gobernador
le pidió que ahora sí le dijera dónde estaban las Sagradas Escrituras de
los cristianos para quemarlas. Vicente dijo que prefería morir antes que
decirle este secreto.
Y vino el tercer
tormento: la parrilla al rojo vivo. Lo extendieron sobre una parrilla
calientísima erizada de picos al rojo vivo. Los verdugos echaban sal a
sus heridas y esto le hacía sufrir mucho más. Y en todo este feroz
tormento, Vicente no hacía sino alabar y bendecir a Dios.
San Agustín dice: "El
que sufría era Vicente, pero el que le daba tan grande valor era Dios.
Su carne al quemarse le hacía llorar y su espíritu al sentir que sufría
por Dios, le hacía cantar". Si no hubiera sido porque Nuestro Señor le
concedió un valor extraordinario, Vicente no habría sido capaz de
aguantar tantos tormentos. Pero Dios cuando manda una pena, concede
también el valor para sobrellevarla.
El tirano mandó que lo
llevaran a un oscuro calabozo cuyo piso estaba lleno de vidrios
cortantes y que lo dejaran amarrado y de pie hasta el día siguiente para
seguirlo atormentando para ver si abandonaba la religión de Cristo. El
poeta Prudencio dice: "El calabozo era un lugar más negro que las mismas
tinieblas; un covacho que formaban las estrechas piedras de una bóveda
inmunda; era una noche eterna donde nunca penetraba la luz".
Interviene Dios. Pero a
medianoche el calabozo se llenó de luz. A Vicente se le soltaron las
cadenas. El piso se cubrió de flores. Se oyeron músicas celestiales. Y
una voz le dijo: "Ven valeroso mártir a unirte en el cielo con el grupo
de los que aman a Nuestro Señor". Al oír este hermoso mensaje, San
Vicente se murió de emoción. el carcelero se convirtió al cristianismo,
y el perseguidor lloró de rabia al día siguiente al sentirse vencido por
este valeroso diácono.
San Vicente: ¡que nos
consigas del cielo la gracia de Dios que nos vuelva muy valientes para
proclamar nuestra fe!
Beato Francisco Gil de
Federico.
Nació en Tortosa,
España, en el año 1702. Murió en Checo, Tonkin en 1744. Fue beatificado
en 1906. El y Mateo Lenziana estuvieron dentro de los Mártires de
Vietnam, canonizados en 1988 pero no se tiene verificación de esto
todavía.
Se volvió dominicano en
Barcelona y fue enviado a las Filipinas. De ahí fue enviado a Tonkin,
donde después de labores apostólicas fue arrestado y prisionero. Gil
dirigió un apostolado fructífero durante nueve años de confinamiento
antes de su decapitación en Checo.
Durante los primeros
años de la Cristiandad, en lo que ahora se llama Vietnam (Tonkin, Annam
y Conchin China) se cree que cerca de 100,000 personas fueron
martirizadas. Los récords de la mayoría de estos testigos de la fe
fueron perdidos. Los primeros mártires de los que hay documentación son
el predicador español Friars, Francisco Gil y Alonzo Lenziana. (Tomado
de "saints of the day". Saint Patricks Church).
Fuente: www.churchforum.org
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