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"Faltan 3 días para la celebración
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13 de Febrero Beato Jordán de
Sajonia.
Muerto el 13 de febrero de 1237.
Fue el sucesor de Santo Domingo
de Guzmán, y el gran propagador de la Comunidad de Padres
Dominicos.
Nació en Sajonia (al sur de Alemania) y se doctoró en la
Universidad de París. Santo Domingo de Guzmán le envió a un hombre de
toda su confianza (a Fray Reginaldo) a que le propusiera hacerse
religioso dominico, y aceptó. El Miércoles de Ceniza del año 1220 entró
a la Comunidad de Santo Domingo.
El caso de Jordán de Sajonia es uno
de los más impresionantes de la historia. Un hombre que entra a una
comunidad y a los solos tres años de estar de religioso reemplaza al
santo Fundador y llega a ser Superior General de toda la Comunidad.
Jordán sobresalía por su gran
elocuencia y por la eficacia maravillosa de su palabra para conmover los
corazones de los creyentes.
Primero fue nombrado superior
Provincial de la región más difícil de gobernar que tenía esa comunidad,
que era la Lombardía, Italia. Luego al morir santo Domingo, en 1222, los
delegados de toda su Orden religiosa lo eligen como Superior General y
reemplazo del fundador. Y en este cargo dura 15 años, hasta su muerte en
1237. Santo Domingo tiene el honor de haber sido el fundador de la
Comunidad de Padres Dominicos, pero Jordán de Sajonia fue el gran
propagador de esta comunidad. Basta con recordar que durante su mandato
se fundaron 249 Casas de Congregación y se hicieron seis nuevas
provincias de religiosos.
Dicen que Jordán de Sajonia es el
Patrono de los Capellanes de Universidades, porque este santo sacerdote
recibió de Dios unas cualidades admirables para lograr ejercer
influencia entre los universitarios. Por nueve años había estudiado en
la más famosa Universidad de La Sorbona en Paría, y allí aprendió muchas
técnicas para lograr influir en favor de los estudiantes. Su gran
preocupación fue siempre lograr hacer mejores a los que estudiaban en
las Universidades. Un año predicaba la cuaresma en la Universidad de
París y al año siguiente en la concurridísima Universidad de Bolonia y
al tercer año se dirigía a predicar a la Universidad de Oxford, en
Inglaterra, y en todas partes los frutos espirituales que cosechaba eran
admirables. En la Universidad de Alemania conquistó para su comunidad al
más grande sabio en ciencias naturales de su época, a San Alberto Magno.
Y conquistó también a Pedro de Tarantasia, que llegó a ser después el
Pontífice Inocencio Quinto. Un famoso profesor de universidad previno a
sus alumnos para que no se dejaran convencer por los discursos de
Jordán, pero al oírle uno de sus elocuentes sermones, se convirtió él
también en uno de sus más fervientes admiradores.
Uno de los antiguos biógrafos,
compañero suyo, dice: "Las casas religiosas donde habitaba el Padre
Jordán parecían colmenas, por los muchos jóvenes que entraban a hacerse
religiosos, y por los muchos que de allí salían para ser superiores de
otras casas religiosas. Por eso él al llegar a un convento mandaba hacer
muchos hábitos religiosos, teniendo confianza en que Dios le enviaría
muy numerosas vocaciones, y así le sucedía en todas partes".
El Padre Jordán no sólo se iba a
las universidades a conseguir jóvenes muy bien instruidos, para que se
hicieran religiosos, sino que también se iba a los campos y a los
barrios obreros a invitar muchachos sanos, aunque fueran ignorantes, a
que entraran en la comunidad. Y esto le valió la acusación de que él
recibía a gentes que no le iban a dar gloria a su Congregación. Y
sucedió una vez que recibió a unos 60 muchachos tan poco estudiados que
casi no eran capaces ni de leer los salmos en la oración de la
comunidad. Y a quienes lo criticaban por recibir esta clase de gentes,
les respondió con unas palabras que resultaron ser una profecía o
anuncio de lo que iba a suceder en el futuro: "Ténganles paciencia por
ahora y concédanles tiempo para instruirse poco a poco, que un día se
convertirán en grandes predicadores". Y esto se cumplió exactamente
varios años después.
Cuando Dios le confía a una persona
un oficio especial, le concede las cualidades que para ese oficio
necesita. Y al Padre Jordán le confió Dios el oficio de conseguir
muchísimas vocaciones para la vida religiosa, y por eso le concedió unas
cualidades admirables. Recordemos algunas:
El Padre Jordán tenía unas
cualidades que excedían a las que posee el común de las gentes. Dicen
los que vivieron junto a él que la austeridad en el dominio de su
lengua, de sus ojos y de la gula era algo impresionante, pero que sobre
todo llamaba la atención el modo heroico como dominaba su ira para no
ofender a nadie ni amargar la vida a ninguno.
Y no es que no fuera valiente.
Cuando el emperador Federico II empezó a atacar ferozmente al Sumo
Pontífice y a la religión, el Padre Jordán se fue al palacio y le dijo
frente a frente al Emperador que ésta conducta era reprensible y que si
no cambiaba de modo de proceder le llegarían desgracias muy grandes.
Pero con los pequeños sabía hacerse
pequeño y con los débiles era extraordinariamente comprensivo. El tenía
por cierto lo que más tarde afirmará y repetirá San Francisco de Sales,
que "más moscas se logran cazar con una cuchara de dulce miel que un
barril de amarga hiel".
Sus contemporáneos alababan mucho
"las dotes de buen amigo" que poseía el Padre Jordán. Comprensivo, lleno
de caridad, con deseos continuos de amoldarse a los demás para poder
hacerles mayor bien. El mismo lo dice en uno de sus escritos: "Siempre
me esforcé por tratar de estar de acuerdo con los demás en todo lo bueno
y por tratar de no chocar contra nadie. Quise colocarme en el sitio de
los otros para poder comprenderlos mejor. Nunca preferí mis propios
gustos en contraposición de los de los demás. Con los soldados traté de
amoldarme a ellos como si yo fuera un soldado. Con los campesinos como
si fuera un campesino. Y sobre todo me propuse ser extremadamente
comprensivo con los que sufren tentaciones, angustias y
depresiones".
San Pablo recomienda a los
seguidores de Cristo: "Rían con los que ríen, y lloren con los que
lloran" (Rom. 12, 15). Es lo que hizo siempre Fray Jordán. Leamos un
ejemplo: Una noche estaba rezando los salmos con un grupo de jóvenes
recién llegados a su Comunidad, y de pronto a uno de ellos le vino una
risa nerviosa y no fue capaz de controlarla, y enseguida los demás
compañeros se contagiaron también y empezaron a reír todos, y no se pudo
seguir el rezo. Uno de los superiores quiso regañarlos, pero el Padre
Jordán les dijo: "Mis buenos jóvenes: tenemos que reírnos alegremente
porque hemos logrado salirnos de la esclavitud del pecado y de los
vicios en que nos tenía presos el mundo y ahora hemos llegado a ser del
grupo de los preferidos de Dios. ¡Riámonos pues alegremente! Y él
personalmente participó de aquella alegría juvenil.
Alguien le preguntó si un
Padrenuestro rezado por un ignorante valía menos que uno rezado por un
gran doctor de la Teología, y él respondió: "Un diamante valo lo mismo
si está en manos de un sabio, que si está en manos de un analfabeta".
Otro le preguntó: ¿Qué es más necesario para la vida del alma: rezar o
meditar? Y le dijo: "Eso es como preguntar qué es más necesario para la
vida del cuerpo si comer o beber. Ambas cosas son sumamente necesarias".
Alguien le dijo: ¿Cuál es la posición mejor para rezar, sentado,
arrodillado, de pies o postrado? Y respondió: "La mejor posición para
rezar es aquella en la cual cada uno se siente mejor, con más fervor y
con más inclinación a rezar bien". (Esta frase la repitió textualmente
el Papa Pío XI, 700 años después de haber sido pronunciada por nuestro
santo). El superior de una Comunidad le pidió que le quitara aquel
cargo, aduciendo que ese oficio le traía cuatro males: orgullo, honores,
trabajos y humillaciones. El Padre Jordán le respondió: "Los dos
primeros sí son males y de ellos te libre Dios, y esfuérzate por
evitarlos. Los otros dos, el trabajo y las humillaciones, son grandes
bienes que te conseguirán un puesto altísimo en el Reino de los
cielos".
El Padre Jordán, aprovechando que
Dios le había concedido tal eficacia de la palabra que dondequiera que
predicaba o hablaba la gente, conseguía vocaciones, fue recorriendo
ciudades y países predicando y consiguiendo que muchísimos jóvenes
entraran de religiosos. El Señor le concedió la inmensa alegría de que
el fundador de la Comunidad, Domingo de Guzmán, fuera declarado santo
por el Sumo Pontífice en 1234. Con esta bella noticia ya Jordán podía
irse al cielo tranquilo. Y dispuso viajar a Jerusalén para visitar los
Santos Lugares donde vivió y murió Nuestro Señor Jesucristo, y para
visitar a los Padres Dominicos que trabajaban en esas tierras.
Pero en el viaje de regreso, el
barco que lo transportaba fue lanzado por una violenta tempestad a las
costas de Siria, frente a la ciudad de Tolemaida y Fray Jordán y los
demás pasajeros murieron ahogados. Era el 13 de febrero del año
1237.
Las olas llevaron a las orillas del
mar el cadáver del Padre Jordán y sus religiosos lo sepultaron con toda
solemnidad. Después las gentes empezaron a conseguir milagros por su
intercesión, y el Papa León Doce lo declaró Beato.
Padre Jordán: Gran promotor de
vocaciones: recuérdanos siempre aquella frase de un gran Pontífice: "Las
vocaciones existen. Lo que hay que hacer es
cultivarlas."
Fuente: www.churchforum.org
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