Librería Católica La Inmaculada y Pan y Vida sortean
3 Biblias Latinoamericanas en Español a todos los miembros que viven en
USA.
Así, como lo escuchan, Pan y Vida y nuestra hermana
Librería La Inmaculada de Caguas, Puerto Rico, están tirando la
casa por la ventana porque queremos sortear 3 Biblias Latinoamericanas
entre todos suscriptores de Pan y Vida residentes en los Estados Unidos
y Puerto Rico. A ellos queremos llegar con este regalo, para que la
Semana Santa sea aún más Santa teniendo en sus manos esta fuente de Vida
Eterna para su lectura.
Requisitos: Completar el siguiente formulario
con sus datos personales y responder las preguntas que se incluyen.
Dentro de este correo va anexo el cuestionario.
También puedes hacerlo a la siguiente dirección: administracion@mensajespanyvida.org
.
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29 de
Abril
Santa Catalina de Siena,
Doctora de la Iglesia. Año 1380.
Catalina significa: la pura, la inocente.
Catalina y Santa Teresa, son quizás las dos mujeres más
famosas de la Iglesia Católica, después de la Santísima Virgen
María.
Año 1347: Nace en Siena, Italia, hija menor en un hogar
de 25 hijos. La espaciosa casa de sus padres, en la altura de la ciudad,
ha sido conservada muy cuidadosamente por los sieneses y es visitada
cada día por centenares de peregrinos.
De su padre heredó la bondad de corazón, la caridad para
con los pobres y una bondad inalterable. De la mamá heredó un gran amor
por el trabajo y una admirable energía para emprender labores difíciles
y vencer dificultadas.
Año 1353. A los seis años, Catalina tiene la primera
experiencia sobrenatural. Era una niña alegre, bulliciosa y vivaracha.
Pero viajando con su hermano Esteban, de pronto se quedó como clavada en
el suelo y no respondía a los llamados del hermano. Al fin éste logró a
empujones sacarla de su éxtasis. La niña empezó a llorar y a decir: "Oh
Esteban: ¿Por qué me quitaste la hermosa visión que estaba
contemplando?". Se le había aparecido Jesucristo en un trono de gloria,
rodeado por los Apóstoles San Pedro, San Pablo y San Juan y le había
pedido que dedicara su vida entera a amarlo a El y a hacerlo conocer y
amar por los demás. Desde ese día Catalina es una persona totalmente
distinta. Parece que ya no vive para lo material sino sólo para lo
espiritual. Aun en sus juegos con las otras niñas lo que busca siempre
es hacer conocer y amar más a Jesucristo.
Año 1459. Por consejo de sus padres y ante la
insistencia continua de su hermana, Catalina empieza a arreglase, vestir
a la moda, a teñirse el pelo y a llenarse de coloretes. Tiene 12 años.
Pero de repente, su hermana, que estaba recién casada, muere al dar a
luz el primer hijo. Ante el cadáver de esa joven a la cual ella tanto
amaba, Catalina promete que no buscará más lo mundanal y material sino
solamente lo espiritual y sobrenatural. Es lo que ella llamará su
"conversión".
Se corta su larga cabellera. Deja de adornarse y se
retira frecuentemente a una piecita solitaria del solar de su casa, a
orar, meditar y hacer penitencia. Pero sus padres y hermanos que desean
para ella un brillante matrimonio se dedican a hacerle insoportable esa
vida de espiritualidad. La humillan, le dicen que ese modo de vivir es
una locura. Le dejan todos los oficios más humillantes de esa inmensa
casa, y llega a ser una pobre y simple sirvienta y cocinera de sus
numerosos familiares. Y hasta llegan a destruir la piecita donde ella se
retiraba a orar.
Pero Catalina no cede. "Al destruirme la celda o piecita
donde me retiraba a orar, me di cuanta que tenía que construirme una
‘celda interior’, o sea acostumbrarme a recogerme a orar en lo más
profundo de mi alma, aunque tuviera que vivir entre gente charlatana y
dedicada a montones de oficios materiales"
1363. Terciaria dominica. Las Comunidades religiosas
tienen unas asociaciones de seglares que se proponen vivir las
enseñanzas del santo fundador de la Comunidad, pero viviendo en su
familia y dedicándose a labores materiales. Esto es lo que se llama la
Tercera Orden. Y así hay Terciarios franciscanos, Terciarios dominicos,
etc. En Siena había una asociación de mujeres piadosas que se llamaban
Terciarias dominicas y la gente las llamaba las del Manto, porque
llevaban un manto negro sobre una túnica blanca a imitación del modo
como vestían los Padres Dominicos, fundados por Santo Domingo de Guzmán.
Aquella asociación era muy seria. Tenían un director espiritual, una
superiora, un Reglamento rígido y se dedicaban a obras de caridad,
especialmente en favor de los enfermos y de los pobres. Y en esa
asociación de laicos fue admitida Catalina cuando ya había cumplido sus
15 años. En adelante vestirá siempre de blanco y llevará un manto oscuro
y un velo sobre la cabeza, pero seguirá trabajando en su casa y entre la
gente más necesitada de su ciudad.
Sus primeros cuatro años de Terciaria Dominica son de
intensos sufrimientos, persecuciones de los familiares, burlas,
calumnias e incomprensiones de la gente. Sus instintos de maternidad
renacen con toda la furia de la naturaleza juvenil. Una angustia
continua por la conversión de los pecadores la hace sufrir intensamente.
Muchos sacerdotes dudan de ella. Los sabios doctores dicen que es una
pobre ignorante que se las quiere dar de sabia mística. Los corrillos de
los lavaderos, de las esquinas y de las reuniones elegantes hablan muy
mal de ella. Tentaciones terribles la asaltan. A veces pierde el gusto
por la oración y por la meditación. Es lo que los santos llaman "la
noche oscura del alma", un martirio íntimo que la está preparando para
recibir grandes mensajes de Dios.
La madre no la comprende. Los hermanos la humillan. Pero
el papá se da cuenta de que su hija necesita libertad espiritual para
dedicarse a sus oraciones, meditaciones y obras buenas y le concede
permiso para seguir las inspiraciones que el cielo le está mandando y
practicar la vida espiritual a la cual se siente llamada. Se construye
de nuevo su antigua piecita en un rincón del solar de su casa y allí se
dedica a orar, a meditar y a mortificarse. Y se suceden con frecuencia
las visiones celestiales.
Un día al empezar la Cuaresma de 1366 se le aparece
Nuestro Señor Jesucristo acompañado de su Santísima Madre la Virgen
María, y le acepta la consagración total que ella ha hecho de su vida en
honor del Redentor y le coloca un anillo esponsal en un dedo de la mano,
prometiéndole que su amistad será eterna y totalmente fiel. Desde ese
día hasta su muerte, Catalina sentirá siempre en un dedo un anillo, que
nadie ve, pero que ella siente perfectamente. Jesucristo le ha pedido
que se dedique a atender a los pobres. A tratar de convertir pecadores y
a dar buenos consejos a los que lo necesiten. Ella apenas va a cumplir
sus veinte años, y desde ese día se dedica a buscar enfermos para
atender, pobres para ayudar, pecadores para convertir y gentes para
aconsejar. Jesús le hizo una promesa admirable: "Cuida de Mí y de mis
intereses que yo cuidaré de ti y de los tuyos". Eso se cumplió
admirablemente.
Uno de los tormentos que más hicieron sufrir a esta
santa fueron las tentaciones contra la pureza. El demonio le presentaba
las escenas más infames, y ella sentía un horror inmenso. Un día le dijo
a Nuestro Señor: "Oh Cristo, ¿a dónde te fuiste cuando me asaltaban esos
pensamientos tan terriblemente impuros?", y Jesús le respondió: "Yo no
me fui lejos. Yo estaba dentro de tu corazón presenciando tus combates".
Pero Señor: ¿cómo te podías estar allí ante la presencia de tentaciones
tan horrendas? Y Cristo le respondió: "¿Qué sentías ante esas
imaginaciones, gusto o asco? El asco más repugnante que imaginarse
pueda. Pues ese asco te lo daba yo", le dijo Jesús. "Ahora ya me has
demostrado que sí me amas de verdad, al rechazar las tales
tentaciones".
Dios empezó a conceder a Catalina luces y sabiduría del
todo especiales. Y por la calle pendiente que lleva a la casa de la
humilde santa, empiezan a desfilar señoras ricas, sacerdotes, obispos,
senadores, estudiantes, doctores, obreros y muchas personas más que
alegres van a consultar. ¿A quién? A una pobre muchacha de poco más de
20 años, analfabeta que en su casa ha tenido que dedicarse a cocinar,
lavar, coser y hacer mandados y que no ha ido a la escuela ni ha leído
libro alguno, porque no sabe leer. Pero es que Dios le ha concedido a
Catalina "El don de consejo", que consiste en saber dar soluciones
oportunas para los problemas de la vida. Es un regalo del Espíritu
Santo.
Y va creciendo inconteniblemente el número de sus
amistades, el número de los que la aceptan como madre espiritual. Ahora
las gentes la llaman sencillamente "Mamá", y ella es todavía una humilde
muchacha de barrio popular. Pero ha hecho el enorme sacrificio de
renunciar a las fortísimas inclinaciones que tenía hacia la maternidad
corporal y Dios en cambio le ha concedido una fertilísima maternidad
espiritual. Es que Cristo sigue cumpliendo aquella promesa suya: "Quien
renuncie a algo importante por amor a Mí, recibirá cien veces
más".
Catalina pasa días y semanas sin comer nada. Solamente
se alimenta con la Santa Hostia que recibe por la mañana en la Santa
Misa. Un director espiritual le ordena que tiene que comer algo. Una vez
por orden suya come unas habas y todo el día lo pasa vomitando y hasta
que no vomita la última haba no puede volver a tener salud. Vivía
únicamente con la Sagrada Comunión.
Los Padres Dominicos la invitan a su Reunión o Capítulo
General y allí examinan su vida y sus enseñanzas y al darse cuenta de
que se trata de un caso extraordinario de vida espiritual le conceden el
permiso para seguir enseñando y aconsejando y le nombran como director
espiritual a un verdadero santo, al beato Raimundo de Capua, que será
después Superior General de esa Comunidad y que escribirá más tarde
todos los datos que sabemos hoy de esta gran santa. Para ella fue un
verdadero regalo de Dios haberse encontrado con este director espiritual
tan santo, tan sabio y tan comprensivo. Pero Raimundo de Capua, aunque
muchos años mayor que ella, y con altos estudios, la considerará siempre
como su verdadera "Mamá", espiritual. Para ellos dos se cumplió lo que
dice la S. Biblia: "Hallar una buena amistad es mejor que encontrarse un
tesoro".
Después de la comunión casi siempre quedaba en éxtasis.
Muchas gentes la vieron elevarse del suelo mientras hacía oración. Al
padre Raimundo decía que toda su ciencia teológica la había recibido
directamente de Dios. Muchos enfermos recibieron la curación, al rezar
Catalina por ellos.
Fue necesario conseguir tres sacerdotes para confesar a
los pecadores que iban a consultar a la santa, porque se convertían de
manera admirable y deseaban hacer confesión de toda la vida. A los
pueblos a donde ella llegaba a hablarle a la gente había que llevar
muchos confesores, porque todo el mundo quería confesarse.
A un joven lo sentenciaron a muerte por haber hablado un
poco fuerte contra los jefes políticos de la ciudad. Aquel hombre no
aceptaba esa condena que le parecía injusta y no quería confesarse.
Enviaron entonces a Catalina a hablarle. Oigamos cómo narra ella este
caso:
"He ido a visitar al condenado a muerte y experimentó
tal cambio y tal contrición que se confesó y comulgó fervorosamente. Me
hizo prometerle que yo estaría cerca de él cuando lo llevaran a la
ejecución. Me decía: ‘Por favor, no me abandone, porque tengo miedo de
que me falte el valor suficiente a la última hora’. Yo le decía ‘No
tenga temor, que en la eternidad se va a encontrar con el amabilísimo
Jesús, que es todo bondad y misericordia’. El se llenó de entusiasmo y
me preguntaba ‘¿Cómo es posible que siente ahora tanta alegría’. Y
bendecía a Dios. yo lo esperé en el sitio del ajustamiento y rezaba
mucho por él a la Virgen Santísima. Al verme, se sonrió y me pidió que
le hiciera la señal de la cruz en la frente. Así lo hice. Al dobral la
cabeza para que se la cortaran iba repitiendo: ‘Jesús, Jesús’. Yo le oí
decir a Nuestro Señor: ‘Esta alma se salvó, no por los merecimientos de
él, sino por la gran misericordia de Dios'".
1371. Empieza la acción política de Santa
Catalina.
El Sumo Pontífice vivía fuera de Roma en Avignon y esto
traía muchos males a la Iglesia Católica. Catalina empezó una cruzada o
movimiento nacional para obtener que el Papa volviera a la Ciudad
Eterna.
1374. El Papa empieza a escribirle a Catalina. Le ruega
que rece mucho por él y por la Iglesia Católica. La santa le escribe
rogándole que vuelva a Roma.
1375. Se le graban las heridas de Cristo.
Estando rezando ante un crucifijo, ve salir unos rayos
de luz de las cinco heridas de Jesús y se le forman a ella las heridas
en las manos, los pies y el costado. La gente no las ve, pero ella sí
las siente al vivo.
1376. El Papa, por influencia de Catalina, vuelve a
Roma. Esto alegra muchísimo a la cristiandad. El Sumo Pontífice Gregorio
XI le pide que se vaya también a Roma a colaborar con la tarea de
enfervorizar a las gentes y obtener que haya paz.
1377. A los 30 años aprende a leer. Hasta ese entonces
toda su ciencia la había aprendido oyendo a Dios y escuchando sermones y
clases de catecismo "Mi maestro ha sido el Espíritu Santo",
decía.
1378. Redacta su famoso libro, Los Diálogos.
Va dictando a dos secretarios todo lo que Dios le va
iluminando que debe decir. Este libro "Los Diálogos" se volvió famoso y
ha hecho enorme bien por más de seis siglos. San Antonio M. Claret decía
que él cuando leía el libro de Santa Catalina tenía que tener en la mano
un pañuelo porque no hacía sino llorar de emoción.
1379. Habla ante todos los Cardenales reunidos. Les dice
que el mejor remedio para los males de la Iglesia Católica es que cada
uno se esfuerce por ser santo.
Recorre varias ciudades poniendo la paz entre los bandos
que se combatían. La gente la considera una gran santa. Llega la peste,
el tifo negro, y mueren miles y miles de personas. Ella va de enfermo en
enfermo atendiendo, día y noche. Y a varios les consigue la curación.
Ella misma cava las tumbas para los más necesitados y
abandondados.
Dicta 400 cartas dando consejos y tratando de convertir
y de obtener la paz donde había divisiones y peleas. Sus cartas son
notables por la belleza de su estilo. Se cree una gran pecadora y llora
mucho de arrepentimiento. Repite miles de veces aquella frase del Salmo
51 "Oh Señor, crea en mí un corazón puro y no alejes de mí tu Santo
Espíritu".
Por petición del Sumo Pontífice se va a vivir a Roma.
Pasa horas y horas rezando en San Pedro. "Mi más grande deseo es que la
Iglesia Católica se vuelva santa", repetía. "Oh Cristo: yo deseo amarte
cada vez más y sufrir todo por Ti". "Si preguntan ¿por qué ha muerto?
Digan: ofreció su vida por la Iglesia".
Año 1380. El 29 de abril muere en Roma a la edad de 33
años.
El Papa Pío II la declaró santa y Pablo VI la proclamó
"Doctora de la Iglesia".
Fuente: http://www.churchforum.org
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