19 de Abril
Santa Inés de Montepulciano, Religiosa. (año 1317)
Fue esta la santa
que se propuso como modelo para imitar, Santa Catalina de Siena que
nació treinta años después de haber muerto Inés. Su biografía fue
escrita por San Raimundo de Capua (que conoció a muchas personas que
habían vivido junto a Santa Inés, y la misma Santa Catalina cuenta de
ella datos interesantes. Así que su historia tiene dos escritores muy
importantes.Nació en Montepulciano, (Italia) en 1268 y fue una de las
figuras más brillantes de la Orden de Santo Domingo.
A los 9 años obtuvo
que sus padres (que eran de una de las principales familias de la
ciudad) la dejaran irse a vivir a un convento de religiosas. Allí su
seriedad y su comportamiento tan inteligente le atrajeron de tal manera
la confianza de las superioras que cuando apenas tenía catorce años la
encargaron ya de la portería del convento y de recibir las
visitas.
Cuando ella tenía
15 años, la superiora de aquella comunidad fue trasladada a fundar un
convento en otra ciudad, y pidió que le dejaran llevar como principal
colaboradora a Inés, porque era una joven de una extraordinaria
responsabilidad en todo lo que hacía.
Y sucedió por
aquellos tiempos que las gentes de Montepulciano dispusieron transformar
unas casas de gente de vida alegre, en casas para religiosas. Y una vez
adaptadas aquellas habitaciones, pidieron que les fuera enviada como
superiora del nuevo convento la joven Inés, cuya santidad ya era notoria
en todos los alrededores. Ella siendo tan joven, aceptó el cargo porque
confiaba en que Dios le iba a ayudar de maneras sorprendentes. Y así
sucedió.
Estaba Inés
pensando a qué comunidad religiosa de las antiguas confiar ella las
monjitas de su nuevo convento, cuando una noche en una visión observó
que se le aparecían en el mar muchas barcas con distintos patronos,
invitándola a navegar en ellas. Pero que una barca tenía por piloto a
Santo Domingo de Guzmán y que este santo le decía: "Es voluntad de Dios
que tú viajes en la barca de la Comunidad Dominicana". Desde entonces se
propuso afiliar sus religiosas a la Comunidad de padres Dominicos. Y así
ella llegará a ser una de las glorias de esta comunidad, y lo mismo lo
será su gran devota, Santa Catalina de Siena.
Desde muy joven
ayunaba casi todos los días y dormía en el duro suelo y tenía por
almohada una piedra. Después la salud se le resintió y por orden del
médico tuvo que suavizar esas mortificaciones. San Raimundo cuenta que
Dios le permitía visiones celestiales, que un día logró ver cómo era
Jesús cuando era Niño. Otra vez estando la despensa del convento
desprovista y no habiendo alimentos para las monjas, ella rezó con fe y
la despensa apareció llena de comestibles. La veían levantada por los
aires mientras le llegaban los éxtasis de la oración. Un ángel se le
apareció ofreciéndole un cáliz de amargura y le dijo: "Como Jesús, en
esta tierra tendrás que beber el cáliz de la amargura, pero para la
eternidad te espera la corona de gloria que nunca se
marchita".
Santa Catalina de
Siena que fue a Montepulciano a visitar el cadáver de Santa Inés, el
cual después de 30 años, todavía se encontraba incorrupto, profesaba una
gran veneración a esta santa y en una carta que escribió a las
religiosas de esa comunidad les dice: "Les recomiendo que sigan las
enseñanzas de la hermana Inés y traten de imitar su santa vida, porque
dio verdaderos ejemplos de caridad y humildad. Ella tenía en su corazón
un gran fuego de caridad, regalado por el mismo Dios, y este fuego le
producía un inmenso deseo de salvar almas y de santificarse por
conseguir la salvación de muchos. Y después de la caridad lo que más
admiraba en ella era su profunda humildad. Siempre oraba y se esforzaba
por conservar y aumentar estas dos virtudes. Y lo que le ayudaba mucho a
crecer en santidad era que se había despojado de todo deseo de poseer
bienes materiales o de darle gusto a sus inclinaciones sensuales, y el
dominar continuamente su amor propio. Su corazón estaba totalmente lleno
de amor a Cristo Crucificado, y este amor echaba fuera los amores
mundanos y los apegos indebidos a lo que es terrenal. Ella ofrecía en
sacrificio a Dios su propia sensualidad. Para esta buena religiosa el
mejor tesoro era Cristo crucificado, en quien meditaba siempre y a quien
tanto amaba". Hermoso relato redactado por una gran santa, acerca de
otra santa también muy admirable.
San Raimundo cuenta
que muchos testigos le declararon haber presenciado hechos milagrosos en
la vida de Santa Inés.
Cuando estaba
moribunda, oyó que sus religiosas lloraban y les dijo emocionada: "Si en
verdad me aman, alégrense de que voy al Padre Dios a recibir su herencia
eterna. No se afanen que desde la eternidad las encomendaré
siempre".
Murió en el mes de
abril del año 1317 a la edad de 49 años, y en su sepulcro se han obrado
muchos milagros. Que nos contagie Inés de su gran amor por Jesús
Crucificado.
Fuente: http://www.churchforum.org