21 de Abril
San Anselmo, arzobispo. Doctor de la Iglesia. Año
1109.
Anselmo significa:
Dios en mi defensa.La biografía de este santo la escribió un discípulo
suyo que lo acompañó durante muchos años.
Nació en Aosta,
Italia, en el año 1034. Su padre era muy amigo de las fiestas y de
aparecer bien en público. La mamá en cambio era sumamente piadosa y
humilde. Mientras el papá lo animaba a ser un triunfador en el mucho, la
madre le mostraba el bellísimo cielo azul de Italia y le decía: allá
arriba empieza el verdadero reino de Dios. Y Anselmo se fue inclinando
más a ganarse su cielo que la mamá le mostraba, que las glorias humanas
que le ponderaba su padre.
De jovencito fue
encomendado a un profesor muy riguroso, regañón y humillante y el niño
empezó a perder la alegría y a volverse demasiado tímido y retraído.
Entonces lo llevaron a los Padres Benedictinos y estos por medio de la
bondad y de la alegría lo transformaron en un estudiante alegre y
entusiasta. Más tarde Anselmo dirá: "Mis progresos espirituales, después
de Dios y mi madre, los debo a haber tenido unos excelentes profesores
en mi niñez, los Padres Benedictinos".
El papá le ofrece
triunfar en el mundo y lo lleva a fiestas y a torneos. Pero aunque
Anselmo participa con mucho entusiasmo, después de cada fiesta mundana
siente su alma llena de tristeza y desilusión. Y exclama: "El navío de
mi corazón pierde el timón en cada fiesta y se deja llevar por las olas
de la perdición". Toda la vida se arrepentirá de esos años de
mundanalidad. Afortunadamente se decide a aceptar otra propuesta: la de
hacerse religioso. Y allí sí encuentra la paz.
Ha muerto la mamá y
no se entiende bien con el papá. Anselmo huye del hogar y se va para
Francia donde, según le han contado hay un monje famoso, muy sabio y muy
amable que sabe dirigir maravillosamente a la juventud. Ese monje se
llama Lanfranco. El joven Anselmo tiene 27 años y sale de su país
acompañado solamente de un burrito que lleva sus pocas pertenencias. Va
a hacerse monje benedictino.
Lanfranco recibe a
Anselmo con gran amabilidad y se dedica a dirigirlo y a formarlo. En
adelante serán grandes amigos por toda la vida y Anselmo irá
reemplazando a su maestro en sus altos cargos. Cuando a Lanfranco lo
nombran arzobispo, Anselmo es nombrado superior del convento, y aunque
se negaba totalmente a aceptar tan delicado cargo, lo obligaron a
aceptar y gobernó con gran prudencia y con la más exquisita bondad.
Exigía exacto cumplimiento del deber pero sabía gobernar con gran
prudencia y amabilidad, por eso lo amaban y lo estimaban.
Todos los ratos
libres los dedicaba a estudiar y a escribir, llegando así a ser uno de
los autores más leídos en la Iglesia Católica. Durante siglos los
maestros de teología han leído y citado las enseñanzas de este gran
sabio que escribió dos libros muy famosos: El Monologio y el Prosologio,
y fue el verdadero precursor de Santo Tomás, el escritor que más unió
las dos grandes ciencias, la Filosofía y la Teología (El dice que
Monologio significa: manera de meditar en las razones de la fe). Fue el
mayor teólogo de su tiempo. Gran sabio.
Su amigo Lanfranco,
Arzobispo de Cantorbery, murió muy pronto, más por angustias, por las
persecuciones del gobierno, que por viejo o por enfermedad. Y entonces
el Papa nombró para reemplazarlo a San Anselmo. Casi se desmaya del
susto, al recibir el nombramiento, pero tuvo que obedecer.
El rey Guillermo
quería nombrar él mismo a obispos y sacerdotes. Anselmo se le opuso
diciéndole que esto era un derecho exclusivo de la Iglesia Católica. El
rey entonces expulsó de Inglaterra al arzobispo Anselmo, el cual
aprovechó para dedicarse en Francia y en Italia a estudiar y a
escribir.
A la muerte de
Guillermo regresó Anselmo a Inglaterra pero el nuevo rey Enrique quería
también nombrar él mismo a los obispos y disponer de los bienes de la
Iglesia. Anselmo se le opuso valientemente. Enrique quiso expulsarlo. El
Sumo Pontífice amenazó con excomulgar al rey si expulsaba al arzobispo.
Entonces enviaron delegados a Roma y el Papa le dio toda la razón a
Anselmo. El santo consiguió con sus ruegos en Roma que no fuera
sancionado el rey y así obtuvo que Inglaterra no se separara de la
Iglesia Católica todavía. El era extraordinariamente
bondadoso.
San Anselmo murió
el 21 de abril del año 1109.
Por la gran
sabiduría de sus escritos, la Santa Sede lo ha nombrado Doctor de la
Iglesia. Era gran devoto de la Virgen María y decía que no hay criatura
tan sublime y tan perfecta como Ella y que en santidad sólo la supera
Dios. Sus últimas palabras antes de morir fueron estas: "Allí donde
están los verdaderos goces celestiales, allí deben estar siempre los
deseos de nuestro corazón".
Fuente: http://www.churchforum.org
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