Catalina significa: la pura,
la inocente.
Catalina y Santa
Teresa, son quizás las dos mujeres más famosas de la Iglesia
Católica, después de la Santísima Virgen María.
Año 1347: Nace en Siena,
Italia, hija menor en un hogar de 25 hijos. La espaciosa casa de
sus padres, en la altura de la ciudad, ha sido conservada muy
cuidadosamente por los sieneses y es visitada cada día por
centenares de peregrinos.
De su padre heredó la bondad
de corazón, la caridad para con los pobres y una bondad
inalterable. De la mamá heredó un gran amor por el trabajo y una
admirable energía para emprender labores difíciles y vencer
dificultadas.
Año 1353. A los seis años,
Catalina tiene la primera experiencia sobrenatural. Era una niña
alegre, bulliciosa y vivaracha. Pero viajando con su hermano
Esteban, de pronto se quedó como clavada en el suelo y no
respondía a los llamados del hermano. Al fin éste logró a
empujones sacarla de su éxtasis. La niña empezó a llorar y a
decir: "Oh Esteban: ¿Por qué me quitaste la hermosa visión que
estaba contemplando?". Se le había aparecido Jesucristo en un
trono de gloria, rodeado por los Apóstoles San Pedro, San Pablo y
San Juan y le había pedido que dedicara su vida entera a amarlo a
El y a hacerlo conocer y amar por los demás. Desde ese día
Catalina es una persona totalmente distinta. Parece que ya no vive
para lo material sino sólo para lo espiritual. Aun en sus juegos
con las otras niñas lo que busca siempre es hacer conocer y amar
más a Jesucristo.
Año 1459. Por consejo de sus
padres y ante la insistencia continua de su hermana, Catalina
empieza a arreglase, vestir a la moda, a teñirse el pelo y a
llenarse de coloretes. Tiene 12 años. Pero de repente, su hermana,
que estaba recién casada, muere al dar a luz el primer hijo. Ante
el cadáver de esa joven a la cual ella tanto amaba, Catalina
promete que no buscará más lo mundanal y material sino solamente
lo espiritual y sobrenatural. Es lo que ella llamará su
"conversión".
Se corta su larga cabellera.
Deja de adornarse y se retira frecuentemente a una piecita
solitaria del solar de su casa, a orar, meditar y hacer
penitencia. Pero sus padres y hermanos que desean para ella un
brillante matrimonio se dedican a hacerle insoportable esa vida de
espiritualidad. La humillan, le dicen que ese modo de vivir es una
locura. Le dejan todos los oficios más humillantes de esa inmensa
casa, y llega a ser una pobre y simple sirvienta y cocinera de sus
numerosos familiares. Y hasta llegan a destruir la piecita donde
ella se retiraba a orar.
Pero Catalina no cede. "Al
destruirme la celda o piecita donde me retiraba a orar, me di
cuanta que tenía que construirme una ‘celda interior’, o sea
acostumbrarme a recogerme a orar en lo más profundo de mi alma,
aunque tuviera que vivir entre gente charlatana y dedicada a
montones de oficios materiales"
1363. Terciaria dominica.
Las Comunidades religiosas tienen unas asociaciones de seglares
que se proponen vivir las enseñanzas del santo fundador de la
Comunidad, pero viviendo en su familia y dedicándose a labores
materiales. Esto es lo que se llama la Tercera Orden. Y así hay
Terciarios franciscanos, Terciarios dominicos, etc. En Siena había
una asociación de mujeres piadosas que se llamaban Terciarias
dominicas y la gente las llamaba las del Manto, porque llevaban un
manto negro sobre una túnica blanca a imitación del modo como
vestían los Padres Dominicos, fundados por Santo
Domingo de Guzmán. Aquella asociación era muy seria. Tenían un
director espiritual, una superiora, un Reglamento rígido y se
dedicaban a obras de caridad, especialmente en favor de los
enfermos y de los pobres. Y en esa asociación de laicos fue
admitida Catalina cuando ya había cumplido sus 15 años. En
adelante vestirá siempre de blanco y llevará un manto oscuro y un
velo sobre la cabeza, pero seguirá trabajando en su casa y entre
la gente más necesitada de su ciudad.
Sus primeros cuatro años de
Terciaria Dominica son de intensos sufrimientos, persecuciones de
los familiares, burlas, calumnias e incomprensiones de la gente.
Sus instintos de maternidad renacen con toda la furia de la
naturaleza juvenil. Una angustia continua por la conversión de los
pecadores la hace sufrir intensamente. Muchos sacerdotes dudan de
ella. Los sabios doctores dicen que es una pobre ignorante que se
las quiere dar de sabia mística. Los corrillos de los lavaderos,
de las esquinas y de las reuniones elegantes hablan muy mal de
ella. Tentaciones terribles la asaltan. A veces pierde el gusto
por la oración y por la meditación. Es lo que los santos llaman
"la noche oscura del alma", un martirio íntimo que la está
preparando para recibir grandes mensajes de Dios.
La madre no la comprende.
Los hermanos la humillan. Pero el papá se da cuenta de que su hija
necesita libertad espiritual para dedicarse a sus oraciones,
meditaciones y obras buenas y le concede permiso para seguir las
inspiraciones que el cielo le está mandando y practicar la vida
espiritual a la cual se siente llamada. Se construye de nuevo su
antigua piecita en un rincón del solar de su casa y allí se dedica
a orar, a meditar y a mortificarse. Y se suceden con frecuencia
las visiones celestiales.
Un día al empezar la
Cuaresma de 1366 se le aparece Nuestro Señor Jesucristo acompañado
de su Santísima Madre la Virgen María, y le acepta la consagración
total que ella ha hecho de su vida en honor del Redentor y le
coloca un anillo esponsal en un dedo de la mano, prometiéndole que
su amistad será eterna y totalmente fiel. Desde ese día hasta su
muerte, Catalina sentirá siempre en un dedo un anillo, que nadie
ve, pero que ella siente perfectamente. Jesucristo le ha pedido
que se dedique a atender a los pobres. A tratar de convertir
pecadores y a dar buenos consejos a los que lo necesiten. Ella
apenas va a cumplir sus veinte años, y desde ese día se dedica a
buscar enfermos para atender, pobres para ayudar, pecadores para
convertir y gentes para aconsejar. Jesús le hizo una promesa
admirable: "Cuida de Mí y de mis intereses que yo cuidaré de ti y
de los tuyos". Eso se cumplió admirablemente.
Uno de los tormentos que más
hicieron sufrir a esta santa fueron las tentaciones contra la
pureza. El demonio le presentaba las escenas más infames, y ella
sentía un horror inmenso. Un día le dijo a Nuestro Señor: "Oh
Cristo, ¿a dónde te fuiste cuando me asaltaban esos pensamientos
tan terriblemente impuros?", y Jesús le respondió: "Yo no me fui
lejos. Yo estaba dentro de tu corazón presenciando tus combates".
Pero Señor: ¿cómo te podías estar allí ante la presencia de
tentaciones tan horrendas? Y Cristo le respondió: "¿Qué sentías
ante esas imaginaciones, gusto o asco? El asco más repugnante que
imaginarse pueda. Pues ese asco te lo daba yo", le dijo Jesús.
"Ahora ya me has demostrado que sí me amas de verdad, al rechazar
las tales tentaciones".
Dios empezó a conceder a
Catalina luces y sabiduría del todo especiales. Y por la calle
pendiente que lleva a la casa de la humilde santa, empiezan a
desfilar señoras ricas, sacerdotes, obispos, senadores,
estudiantes, doctores, obreros y muchas personas más que alegres
van a consultar. ¿A quién? A una pobre muchacha de poco más de 20
años, analfabeta que en su casa ha tenido que dedicarse a cocinar,
lavar, coser y hacer mandados y que no ha ido a la escuela ni ha
leído libro alguno, porque no sabe leer. Pero es que Dios le ha
concedido a Catalina "El don de consejo", que consiste en saber
dar soluciones oportunas para los problemas de la vida. Es un
regalo del Espíritu Santo.
Y va creciendo
inconteniblemente el número de sus amistades, el número de los que
la aceptan como madre espiritual. Ahora las gentes la llaman
sencillamente "Mamá", y ella es todavía una humilde muchacha de
barrio popular. Pero ha hecho el enorme sacrificio de renunciar a
las fortísimas inclinaciones que tenía hacia la maternidad
corporal y Dios en cambio le ha concedido una fertilísima
maternidad espiritual. Es que Cristo sigue cumpliendo aquella
promesa suya: "Quien renuncie a algo importante por amor a Mí,
recibirá cien veces más".
Catalina pasa días y semanas
sin comer nada. Solamente se alimenta con la Santa Hostia que
recibe por la mañana en la Santa Misa. Un director espiritual le
ordena que tiene que comer algo. Una vez por orden suya come unas
habas y todo el día lo pasa vomitando y hasta que no vomita la
última haba no puede volver a tener salud. Vivía únicamente con la
Sagrada Comunión.
Los Padres Dominicos la
invitan a su Reunión o Capítulo General y allí examinan su vida y
sus enseñanzas y al darse cuenta de que se trata de un caso
extraordinario de vida espiritual le conceden el permiso para
seguir enseñando y aconsejando y le nombran como director
espiritual a un verdadero santo, al beato Raimundo de Capua, que
será después Superior General de esa Comunidad y que escribirá más
tarde todos los datos que sabemos hoy de esta gran santa. Para
ella fue un verdadero regalo de Dios haberse encontrado con este
director espiritual tan santo, tan sabio y tan comprensivo. Pero
Raimundo de Capua, aunque muchos años mayor que ella, y con altos
estudios, la considerará siempre como su verdadera "Mamá",
espiritual. Para ellos dos se cumplió lo que dice la S. Biblia:
"Hallar una buena amistad es mejor que encontrarse un
tesoro".
Después de la comunión casi
siempre quedaba en éxtasis. Muchas gentes la vieron elevarse del
suelo mientras hacía oración. Al padre Raimundo decía que toda su
ciencia teológica la había recibido directamente de Dios. Muchos
enfermos recibieron la curación, al rezar Catalina por
ellos.
Fue necesario conseguir tres
sacerdotes para confesar a los pecadores que iban a consultar a la
santa, porque se convertían de manera admirable y deseaban hacer
confesión de toda la vida. A los pueblos a donde ella llegaba a
hablarle a la gente había que llevar muchos confesores, porque
todo el mundo quería confesarse.
A un joven lo sentenciaron a
muerte por haber hablado un poco fuerte contra los jefes políticos
de la ciudad. Aquel hombre no aceptaba esa condena que le parecía
injusta y no quería confesarse. Enviaron entonces a Catalina a
hablarle. Oigamos cómo narra ella este caso:
"He ido a visitar al
condenado a muerte y experimentó tal cambio y tal contrición que
se confesó y comulgó fervorosamente. Me hizo prometerle que yo
estaría cerca de él cuando lo llevaran a la ejecución. Me decía:
‘Por favor, no me abandone, porque tengo miedo de que me falte el
valor suficiente a la última hora’. Yo le decía ‘No tenga temor,
que en la eternidad se va a encontrar con el amabilísimo Jesús,
que es todo bondad y misericordia’. El se llenó de entusiasmo y me
preguntaba ‘¿Cómo es posible que siente ahora tanta alegría’. Y
bendecía a Dios. yo lo esperé en el sitio del ajustamiento y
rezaba mucho por él a la Virgen Santísima. Al verme, se sonrió y
me pidió que le hiciera la señal de la cruz en la frente. Así lo
hice. Al dobral la cabeza para que se la cortaran iba repitiendo:
‘Jesús, Jesús’. Yo le oí decir a Nuestro Señor: ‘Esta alma se
salvó, no por los merecimientos de él, sino por la gran
misericordia de Dios'".
1371. Empieza la acción
política de Santa Catalina.
El Sumo Pontífice vivía
fuera de Roma en Avignon y esto traía muchos males a la Iglesia
Católica. Catalina empezó una cruzada o movimiento nacional para
obtener que el Papa volviera a la Ciudad Eterna.
1374. El Papa empieza a
escribirle a Catalina. Le ruega que rece mucho por él y por la
Iglesia Católica. La santa le escribe rogándole que vuelva a
Roma.
1375. Se le graban las
heridas de Cristo.
Estando rezando ante un
crucifijo, ve salir unos rayos de luz de las cinco heridas de
Jesús y se le forman a ella las heridas en las manos, los pies y
el costado. La gente no las ve, pero ella sí las siente al
vivo.
1376. El Papa, por
influencia de Catalina, vuelve a Roma. Esto alegra muchísimo a la
cristiandad. El Sumo Pontífice Gregorio XI le pide que se vaya
también a Roma a colaborar con la tarea de enfervorizar a las
gentes y obtener que haya paz.
1377. A los 30 años aprende
a leer. Hasta ese entonces toda su ciencia la había aprendido
oyendo a Dios y escuchando sermones y clases de catecismo "Mi
maestro ha sido el Espíritu Santo", decía.
1378. Redacta su famoso
libro, Los Diálogos.
Va dictando a dos
secretarios todo lo que Dios le va iluminando que debe decir. Este
libro "Los Diálogos" se volvió famoso y ha hecho enorme bien por
más de seis siglos. San Antonio M. Claret decía que él cuando leía
el libro de Santa Catalina tenía que tener en la mano un pañuelo
porque no hacía sino llorar de emoción.
1379. Habla ante todos los
Cardenales reunidos. Les dice que el mejor remedio para los males
de la Iglesia Católica es que cada uno se esfuerce por ser
santo.
Recorre varias ciudades
poniendo la paz entre los bandos que se combatían. La gente la
considera una gran santa. Llega la peste, el tifo negro, y mueren
miles y miles de personas. Ella va de enfermo en enfermo
atendiendo, día y noche. Y a varios les consigue la curación. Ella
misma cava las tumbas para los más necesitados y
abandondados.
Dicta 400 cartas dando
consejos y tratando de convertir y de obtener la paz donde había
divisiones y peleas. Sus cartas son notables por la belleza de su
estilo. Se cree una gran pecadora y llora mucho de
arrepentimiento. Repite miles de veces aquella frase del Salmo 51
"Oh Señor, crea en mí un corazón puro y no alejes de mí tu Santo
Espíritu".
Por petición del Sumo
Pontífice se va a vivir a Roma. Pasa horas y horas rezando en San
Pedro. "Mi más grande deseo es que la Iglesia Católica se vuelva
santa", repetía. "Oh Cristo: yo deseo amarte cada vez más y sufrir
todo por Ti". "Si preguntan ¿por qué ha muerto? Digan: ofreció su
vida por la Iglesia".
Año 1380. El 29 de abril
muere en Roma a la edad de 33 años.
El Papa Pío II la declaró
santa y Pablo VI la proclamó "Doctora de la
Iglesia".
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