Pío significa: el
piadoso que cumple bien sus deberes con Dios. Se llama Quinto, porque
antes de él hubo otros cuatro Pontífices que llevaron el nombre de Pío.
Nació en un pueblo
llamado Bosco, en Italia, en 1504. Sus padres eran muy piadosos pero muy
pobres. Aunque era un niño muy inteligente, sin embargo hasta los 14
años tuvo que dedicarse a cuidad ovejas en el campo, porque los papás no
tenían con qué costearle estudios. Pero la vida retirada en la soledad
del campo le sirvió mucho para dedicarse a la piedad y a la meditación,
y la gran pobreza de la familia le fue muy útil para adquirir gran
fortaleza para soportar los sufrimientos de la vida. Más tarde será
también Pastor de toda la Iglesia.
Una familia rica notó
que su hijo Antonio se comportaba mejor desde que era amigo de nuestro
santo, y entonces dispuso costearle los estudios para que acompañaran a
Antonio y le ayudara a ser mejor. Y así pudo ir a estudiar con los
Padres Dominicos y llegar a ser religiosos de esa comunidad. Nunca
olvidará el futuro Pontífice este gran favor de tan generosa familia. En
la comunidad le fueron dando cargos de muchos importancia: Maestro de
novicios, Superior de varios conventos. Y muy pronto el Sumo Padre, el
Papa, lo nombró obispo. Tenía especiales cualidades para
gobernar.
Como el protestantismo
estaba invadiendo todas las regiones y amenazaba con quitarle la
verdadera fe a muchísimos católicos, el Papa nombró a nuestro santo como
encargado de la asociación que en Italia defendía a la verdadera
religión. Y él, viajando casi siempre a pie y con gran pobreza, fue
visitando pueblos y ciudades, previniendo a los católicos contra los
errores de los evangélicos y luteranos, y oponiéndose fuertemente a
todos los que querían atacar nuestra religión. Muchas veces estuvo en
peligro de ser asesinado, pero nunca se dejaba vencer por el temor. Con
los de buena voluntad era sumamente bondadoso y generoso, pero para con
los herejes demostraba su gran ciencia y sus dotes oratorias y los iba
confundiendo y alejando, en los sitios a donde llegaba.
El Papa, para premiarles
sus valiosos servicios y para tenerlo cerca de él como colaborador en
Roma, lo nombró Cardenal y encargado de dirigir toda la lucha en la
Iglesia Católica en defensa de la fe y contra los errores de los
protestantes.
Al morir el Papa Pío IV,
San Carlos Borromeo les dijo a los demás cardenales que el candidato más
apropiados para ser elegido Papa era este santo cardenal. Y lo eligieron
y tomó el nombre de Pío V. Antes se llamaba Antonio
Chislieri.
Antes se acostumbraba
que al posesionarse del cargo un nuevo Pontífice, se diera un gran
banquete a los embajadores y a los jefes políticos y militares de Roma.
Pío V ordenó que todo lo que se iba a gastar en ese banquete, se
empleará en darles ayudas a los pobres y en llevar remedios para los
enfermos más necesitados de los hospitales.
Cuando recién
posesionado, iba en procesión por Roma, vio en una calle al antiguo
amigo Antonio, aquel cuyos papás le habían costeado a él los estudios y
lo llamó y lo nombró gobernador del Castillo Santángelo, que era el
cuartel del Papa. La gente se admiró al saber que el nuevo Pontífice
había sido un niño muy pobre y comentaban que había llegado al más alto
cargo en la Iglesia, siendo de una de las familias más pobres del
país.
Pío V parecía un
verdadero monje en su modo de vivir, de rezar y de mortificarse. Comía
muy poco. Pasaba muchas horas rezando. Tenía tres devociones preferidas
La Eucaristía (celebraba la Misa con gran fervor y pasaba largos ratos
de rodillas ante el Santo Sacramento) El Rosario, que recomendaba a
todos los que podía. Y la Santísima Virgen por la cual sentía una gran
devoción y mucha confianza y de quién obtuvo maravillosos
favores.
Las gentes comentaban
admiradas: - Este sí que era el Papa que la gente necesitaba". Lo
primero que ordenó fue que todo obispo y que todo párroco debía vivir en
el sitio para donde habían sido nombrados (Porque había la dañosa
costumbre de que se iban a vivir a las ciudades y descuidaban la
diócesis o la parroquia para la cual los habían nombrado). Prohibió la
pornografía. Hizo perseguir y poner presos a los centenares de
bandoleros que atracaban a la gente en los alrededores de Roma. Visitaba
frecuentemente hospitales y casas de pobres para ayudar a los
necesitados. Puso tal orden en Roma que los enemigos le decían que él
quería convertir a Roma en un monasterio, pero los amigos proclamaban
que en 300 años no había habido un Papa tan santo como él. Las gentes
obedecían sus leyes porque le profesaban una gran
veneración.
En las procesiones con
el Santísimo Sacramento los fieles se admiraban al verlo llevar la
custodia, con los ojos fijos en la Santa Hostia, y recorriendo a pie las
calles de Roma con gran piedad y devoción. Parecía estar viendo a
Nuestro Señor.
Publicó un Nuevo Misal y
una nueva edición de La Liturgia de Las Horas, o sea los 150 Salmos que
los sacerdotes deben rezar. Publicó también un Catecismo Universal. Dio
gran importancia a la enseñanza de las doctrinas de Santo Tomás de
Aquino en los seminarios, porque por no haber aprendido esas enseñanzas
muchos sacerdotes se habían vuelto protestantes.
Aunque era flaco, calvo,
de barba muy blanca y bastante pálido las gentes comentaban: "El Papa
tiene energías para diez años y planes de reformas para mil años
más".
Los mahometanos
amenazaban con invadir a toda Europa y acabar con la Religión Católica.
Venían desde Turquía destruyendo a sangre y fuego todas las poblaciones
católicas que encontraban. Y anunciaron que convertirían la Basílica de
San Pedro en pesebrera para sus caballos. Ningún rey se atrevía a salir
a combatirlos.
Pío V con la energía y
el valor que el caracterizaban, impulsó y buscó insistentemente la ayuda
de los jefes más importantes de Europa. Por su cuenta organizó una gran
armada con barcos dotados de lo mejor que en aquel tiempo se podía
desear para una batalla. Obtuvo que la república de Venecia le enviara
todos sus barcos de guerra y que el rey de España Felipe II le colaborar
con todas sus naves de combate. Y así organizó una gran flota para ir a
detener a los turcos que venían a tratar de destruir la religión de
Cristo. Y con su bendición los envió a combatir en defensa de la
religión.
Puso como condición para
estar seguros de obtener de Dios la victoria, que todos los combatientes
deberían ir bien confesados y habiendo comulgado. Hizo llegar una gran
cantidad de frailes capuchinos, franciscanos y dominicos para confesar a
los marineros y antes de zarpar, todos oyeron misa y comulgaron.
Mientras ellos iban a combatir en las aguas del mar, el Papa y las
gentes piadosas de Roma recorrían las calles, descalzos, rezando el
rosario para pedir la victoria.
Los mahometanos los
esperaban en el mar lejano con 60 barcos grandes de guerra, 220 barcos
medianos, 750 cañones, 34,000 soldados especializados, 13,000 marineros
y 43,000 esclavos que iban remando. El ejército del Papa estaba dirigido
por don Juan de Austria (hermano del rey de España). Los católicos eran
muy inferiores en número a los mahometanos. Los dos ejércitos se
encontraron en el golfo de Lepanto, cerca de Grecia.
El Papa Pío V oraba por
largos ratos con los brazos en cruz, pidiendo a Dios la victoria de los
cristianos. Los jefes de la armada católica hicieron que todos sus
soldados rezaran el rosario antes de empezar la batalla. Era el 7 de
octubre de 1571 a mediodía. Todos combatían con admirable valor, pero el
viento soplaba en dirección contraria a las naves católicas y por eso
había que emplear muchas fuerzas remando. Y he aquí que de un momento a
otro, misteriosamente el viento cambió de dirección y entonces los
católicos, soltando los remos se lanzaron todos al ataque. Uno de esos
soldados católicos era Miguel de Cervantes. El que escribió El
Quijote.
Don Juan de Austria con
los suyos atacó la nave capitana de los mahometanos donde estaba su
supremo Almirante, Alí, le dieron muerte a éste e inmediatamente los
demás empezaron a retroceder espantados. En pocas horas, quedaron
prisioneros 10,000 mahometanos. De sus barcos fueron hundidos 111 y 117
quedaron en poder de los vencedores. 12,000 esclavos que estaban remando
en poder de los turcos quedaron libres.
En aquel tiempo las
noticias duraban mucho en llegar y Lepanto quedaba muy lejos de Roma.
Pero Pío V que estaba tratando asuntos con unos cardenales, de pronto se
asomó a la ventana, miró hacia el cielo, y les dijo emocionado:
"Dediquémonos a darle gracias a Dios y a la Virgen Santísima, porque
hemos conseguido la victoria". Varios días después llegó desde el lejano
Golfo de Lepanto, la noticia del enorme triunfo. El Papa en acción de
gracias mandó que cada año se celebre el 7 de octubre la fiesta de
Nuestra Señora del Rosario y que en las letanías se colocara esta
oración "María, Auxilio de los cristianos, ruega por nosotros"
(propagador del título de Auxiliadora fue este Pontífice nacido en un
pueblecito llamado Bosco. Más tarde un sacerdote llamado San Juan Bosco,
será el propagandista de la devoción a María Auxiliadora).
Es interesante el
mensaje que el Pontífice envió felicitando a los ejércitos vencedores.
Dice así: "No fueron las técnicas, no fueron las armas, las que nos
consiguieron la victoria. Fue la intercesión de la Santísima Virgen
María, Madre de Dios".
Pío V murió el 1 de mayo
de 1572 a los 68 años de edad y fue declarado santo por el Papa Clemente
XI en 1712.
En este tiempo de tanta
proliferación de protestantismo por todas partes, que este valiente
defensor de la Iglesia ruegue por nosotros.
Si tu haces algo por la
Virgen María, la Virgen hará mucho por ti.
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