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31 de Mayo
La Visitación de la Virgen María a
Santa Isabel.
Luego que María Santísima oyó que el ángel Gabriel le
decía: "Mira, también Isabel tu pariente ha concebido un hijo en su
vejez, y este es ya el sexto mes de aquella que llamaban estéril, porque
ninguna cosa es imposible para Dios" (L. 1, 36) sintióse iluminada por
el Espíritu Santo y comprendió que debería ir a visitar a aquella
familia y ayudarles y llevarles las gracias y bendiciones del Hijo de
Dios que se había encarnado en Ella. Por la cual, dice el Evangelio: "Se
levantó María y se fue con prontitud, muy de prisa a la región
montañosa" (Lc. 1,39). Abandonando la quietud de la contemplación a la
que se dedicaba tranquilamente en su casita de Nazaret, y dejando la paz
de su hogar se fue prontamente a ayudar en la casa de Isabel, porque
como dice el Libro Santo: "La caridad es servicial, no busca sólo su
propio interés, y lo soporta todo" (1Cor. 13). María "fue con prontitud"
porque siempre va de prisa cuando se trata de ayudar a los que la
necesitan.
San Ambrosio anota que fue María la que se adelantó a
saludar de primera. Es Ella la que siempre se adelanta a dar
demostraciones de cariño a quienes ama.
Esta visita se diferencia de las visitas mundanas en que
aquellas se reducen a ceremonias y cortesías y vanas demostraciones de
respeto y de estimación. En cambio la visita de María llenó de
bendiciones la casa de Zacarías, Isabel y Juan. "Tan pronto oyó Isabel
el saludo de María, saltó de gozo el niño en su vientre e Isabel quedó
llena del Espíritu Santo" (Lc. 1,40). O sea que el niño Juan recibió una
inmensa alegría al sentirse bendecido por la presencia y cercanía del
Redentor que venía en el vientre santísimo de María, y la madre Isabel
tuvo la dicha de sentirse llena del Espíritu Santo. Dos favores muy
grandes: santa alegría y Espíritu Santo.
"Y exclamó Isabel en alta voz: ‘Bendita tú entre las
mujeres y bendito el fruto de tu vientre. ¿De dónde a mí que la madre de
mi Señor venga a visitarme? Apenas llegó a mis oídos la voz de tu saludo
saltó de gozo el niño en mi vientre’" (Lc. 1, 45).
Por medio de la visita de María llevó Jesús a aquel hogar
muchos favores y gracias: el Espíritu Santo a Isabel, la alegría a Juan,
el don de Profecía, etc. Son los primeros favores que conocemos haya
hecho en la tierra el Hijo de Dios encarnado. San Bernardo dice que
desde entonces María quedó constituida en "Canal inmenso" por medio del
cual la bondad de Dios envía hacia nosotros las cantidades más
admirables de gracias, favores y bendiciones.
En la S. Biblia, los que reciben mensajes de Dios se
dedican a ayudar a los demás. María recibió el mensaje más importante
que Dios ha enviado a la tierra, el de la Encarnación del Redentor en el
mundo, y en seguida se fue a prestar servicios humildes a su prima
Isabel. No fue como reina y señora sino como sirvienta, cocinera,
mandadera, niñera y cuidandera de la casa. En Ella sí que se cumplirá
aquel anuncio de Jesús: "Quien se humilla, será enaltecido".
María, en la Visitación, se hace también "servidora del
prójimo".
María, en la Visitación es "servicio de la caridad a
domicilio".
Nuestra Señora de los servicios domésticos. Nuestra Señora
del delantal puesto. Nuestra Señora de los mandados. Nuestra Señora de
la cocina y de la escoba. Nuestra Señora que no vino a ser servida sino
a servir a los necesitados… y en casa ajena. Lo que nos enseña la
actitud de dedicarse a prestar servicios sencillos a los demás, porque
esa es la actitud de Jesús y de sus mejores discípulos… ¿Quién estará en
este tiempo necesitando que le prestemos algún servicio humilde como los
de María a Isabel? ¿Nos dedicaremos a ayudar un poco más?
Este fue el primero de los numerosos viajes de María a
ayudar a los demás. Hasta el final de la vida en el mundo, Ella estará
siempre viajando para prestar auxilios a quienes lo estén
necesitando.
Esta fue la primera marcha misionera de María. Ella fue a
llevar a Jesús a que bendijera a otros. Y esto lo sigue haciendo cada
día y cada hora.
"Dichosa tú porque has creído". Esta frase de Isabel a
María, fue siempre la preferida del Papa Juan Pablo II (tan devoto de la
Virgen). El siempre la repetía cuando hablaba de Nuestra Señora. Y ojalá
se pueda decir lo mismo de cada uno de nosotros. Si creemos, seremos en
realidad dichosos en esta vida y en la eternidad.
Jesús empleó a su Madre para santificar a Juan Bautista y
ahora la sigue siempre empleando para santificarnos a cada uno de
nosotros, que somos sus devotos. ¿Podemos también en una visita nuestra
santificar a alguna persona? ¿Trataremos de hacerlo como María?
María habló movida por el Espíritu Santo. Su hermoso himno
"Proclama mi alma al Señor… El Señor hizo en Mí maravillas, gloria al
Señor", fue compuesto bajo la inspiración del Espíritu Santo. Digamos de
vez en cuando tan bella oración.
María entona un canto de acción de gracias. ¿Lo habrá
compuesto durante los tres días de camino en esas largas y poéticas
horas de soledad y de paisajes? Ella ha recibido al Espíritu Santo.
Lleva en su vientre al Hijo de Dios. Además tiene buena inteligencia y
ha escuchado y aprendido en las reuniones religiosas de los sábados,
muchas frases de la S. Biblia. Tiene fuerte emoción. Tiene inspiración.
Así que su hermoso cántico brota espontáneo. Y resulta un himno
maravilloso. Inmortal.
Isabel dice a María tres bienaventuranzas. 1. Bendita tú
entre las mujeres. María ha sido la mujer más bendecida por Dios.
Algunos tienen miedo de alabar y bendecir a aquella a quien Dios bendijo
tan inmensamente. Si Dios la bendijo, ¿por qué no bendecirla y
felicitarla nosotros? ¿Es que sabemos más que Dios? 2. Bendito el fruto
de tu vientre. De tal palo tal astilla. Si Jesús es tan maravillosamente
santo, ¿cómo será su santa Madre? 3. Bendita tú que has creído. Madre de
nuestra fe: enséñanos a creer cada vez más y más.
Fuente:
http://www.churchforum.org