17 de Septiembre San Roberto
Belarmino.
Cardenal. Año 1621.
Roberto significa: "el que brilla por su buena
fama". (Ro: buena fama. Bert: brillar).
Belarmino quiere decir:
"guerrero bien armado". (Bel: guerrero. Armin: armado).
Este santo ha sido uno de los más valientes defensores
de la Iglesia Católica contra los errores de los protestantes. Sus
libros son tan sabios y llenos de argumentos convencedores, que uno de
los más famosos jefes protestantes exclamó al leer uno de ellos: "Con
escritores como éste, estamos perdidos. No hay cómo
responderle".
San Roberto nació en Monteluciano, Toscana (Italia),
en 1542. Su madre era hermana del Papa Marcelo II. Desde niño dio
muestras de poseer una inteligencia superior a la de sus compañeros y
una memoria prodigiosa. Recitaba de memoria muchas páginas en latín, del
poeta Virgilio, como si las estuviera leyendo. En las academias y
discusiones públicas dejaba admirados a todos los que lo escuchaban. El
rector del colegio de los jesuitas en Montepulciano dejó escrito: "Es el
más inteligente de todos nuestros alumnos. Da esperanza de grandes
éxitos para el futuro".
Por ser sobrino de un Pontífice podía esperar obtener
muy altos puestos y a ello aspiraba, pero su santa madre lo fue
convenciendo de que el orgullo y la vanidad son defectos sumamente
peligrosos y cuenta él en sus memorias: "De pronto, cuando más deseoso
estaba de conseguir cargos honoríficos, me vino de repente a la memoria
lo muy rápidamente que se pasan los honores de este mundo y la cuenta
que todos vamos a tener que darle a Dios, y me propuse entrar de
religioso, pero en una comunidad donde no fuera posible ser elegido
obispo ni cardenal. Y esa comunidad era la de los padres jesuitas". Y
así lo hizo. Fue recibido de jesuita en Roma en 1560, y detalles de los
misterios de Dios: él entraba a esa comunidad para no ser elegido ni
obispo ni cardenal (porque los reglamentos de los jesuitas les prohibían
aceptar esos cargos) y fue el único obispo y cardenal de los Jesuitas en
ese tiempo.
Uno de los peores sufrimientos de San Roberto durante
toda la vida fue su mala salud. En él se cumplía lo que deseaba San
Bernardo cuando decía: "Ojalá que los superiores tengan una salud muy
deficiente, para que logren comprender a los débiles y enfermos". Cada
par de meses tenían que enviar a Roberto a las montañas a descansar,
porque sus condiciones de salud eran muy defectuosas. Pero no por eso
dejaba de estudiar y de prepararse.
Ya de joven seminarista y profesor, y luego como
sacerdote, Roberto Belarmino atraía multitudes con sus conferencias, por
su pasmosa sabiduría y por la facilidad de palabra que tenía y sus
cualidades para convencer a los oyentes. Sus sermones fueron
extraordinariamente populares desde el primer día. Los oyentes decían
que su rostro brillaba mientras predicaba y que sus palabras parecían
inspiradas desde lo alto.
Belarmino era un verdadero ídolo para sus numerosos
oyentes. Un superior enviado desde Roma para que le oyera los sermones
que predicaba en Lovaina, escribía luego: "Nunca en mi vida había oído
hablar a un hombre tan extraordinariamente bien, como habla el padre
Roberto".
Era el predicador preferido por los universitarios en
Lovaina, París y Roma. Profesores y estudiantes se apretujaban con horas
de anticipación junto al sitio donde él iba a predicar. Los templos se
llenaban totalmente cuando se anunciaba que era el Padre Belarmino el
que iba a predicar. Hasta se subían a las columnas para lograr verlo y
escucharlo.
Al principio los sermones de Roberto estaban llenos de
frases de autores famosos, y de adornos literarios, para aparecer como
muy sabio y literato. Pero de pronto un día lo enviaron a hacer un
sermón, sin haberle anunciado con anticipación, y él sin tiempo para
prepararse ni leer, se propuso hacer esa predicación únicamente con
frases de la S. Biblia (la cual prácticamente se sabía de memoria) y el
éxito fue fulminante. Aquel día consiguió más conversiones con su
sencillo sermoncito bíblico, que las que había obtenido antes con todos
sus sermones literarios. Desde ese día cambió totalmente su modo de
predicar: de ahora en adelante solamente predicará con argumentos
tomados de la S. Biblia, no buscando aparecer como sabio, sino
transformar a los oyentes. Y su éxito fue asombroso.
Después de haber sido profesor de la Universidad de
Lovaina y en varias ciudades más, fue llamado a Roma, para enseñar allá
y para ser rector del colegio mayor que los Padres Jesuitas tenían en
esa capital. Y el Sumo Pontífice le pidió que escribiera un pequeño
catecismo, para hacerlo aprender a la gente sencilla. Escribió entonces
el Catecismo Resumido, el cual ha sido traducido a 55 idiomas, y ha
tenido 300 ediciones en 300 años (una por año) éxito únicamente superado
por la S. Biblia y por la Imitación de Cristo. Luego redactó el
Catecismo Explicado, y pronto este su nuevo catecismo estuvo en las
manos de sacerdotes y catequistas en todos los países del mundo. Durante
su vida logró ver veinte ediciones seguidas de sus preciosos
catecismos.
Se llama controversia a una discusión larga y
repetida, en la cual cada contendor va presentando los argumentos que
tiene contra el otro y los argumentos que defienden lo que él
dice.
Los protestantes (evangélicos, luteranos, anglicanos,
etc.) habían sacado una serie de libros contra los católicos y estos no
hallaban cómo defenderse. Entonces el Sumo Pontífice encomendó a San
Roberto que se encargara en Roma de preparar a los sacerdotes para saber
enfrentarse a los enemigos de la religión. El fundó una clase que se
llamaba "Las controversias", para enseñar a sus alumnos a discutir con
los adversarios. Y pronto publicó su primer tomo titulado así:
"Controversias". En ese libro con admirable sabiduría, pulverizaba lo
que decían los evangélicos y calvinistas. El éxito fue rotundo.
Enseguida aparecieron el segundo y tercer tomo, hasta el octavo, y los
sacerdotes y catequistas de todas las naciones encontraban en ellos los
argumentos que necesitaban para convencer a los protestantes de lo
equivocados que están los que atacan nuestra religión. San Francisco de
Sales cuando iba a discutir con un protestante llevaba siempre dos
libros: La S. Biblia y un tomo de las Controversias de Belarmino. En 30
años tuvieron 20 ediciones estos sus famosos libros. Un librero de
Londres exclamaba: "Este libro me sacó de pobre. Son tantos los que he
vendido, que ya se me arregló mi situación económica".
Los protestantes, admirados de encontrar tanta
sabiduría en esas publicaciones, decían que eso no lo había escrito
Belarmino solo, sino que era obra de un equipo de muchos sabios que le
ayudaban. Pero cada libro lo redactaba él únicamente, de su propio
cerebro.
El Santo Padre, el Papa, lo nombró obispo y cardenal y
puso como razón para ello lo siguiente: "Este es el sacerdote más sabio
de la actualidad".
Belarmino se negaba a aceptar tan alto cargo, diciendo
que los reglamentos de la Compañía de Jesús prohiben aceptar títulos
elevados en la Iglesia. El Papa le respondió que él tenía poder para
dispensarlo de ese reglamento, y al fin le mandó, bajo pena de pecado
mortal, aceptar el cardenalato. Tuvo que aceptarlo, pero siguió viviendo
tan sencillamente y sin ostentación como lo había venido haciendo cuando
era un simple sacerdote.
Al llegar a las habitaciones de Cardenal en el
Vaticano, quitó las cortinas lujosas que había en las paredes y las
mandó repartir entre las gentes pobres, diciendo: "Las paredes no sufren
de frío".
Los superiores Jesuitas le encomendaron que se
encargara de la dirección espiritual de los jóvenes seminaristas, y San
Roberto tuvo la suerte de contar entre sus dirigidos, a San Luis
Gonzaga. Después cuando Belarmino se muera dejará como petición que lo
entierren junto a la tumba de San Luis, diciendo: "Es que fue mi
discípulo".
En los últimos años pedía permiso al Sumo Pontífice y
se iba a pasar semanas y semanas al noviciado de los Jesuitas, y allá se
dedicaba a rezar y a obedecer tan humildemente como si fuera un sencillo
novicio.
En la elección del nuevo Sumo Pontífice, el cardenal
Belarmino tuvo 14 votos, la mitad de los votantes. Quizá no le eligieron
por ser Jesuita (pues estos padres tenían muchos enemigos). El rezaba y
fervorosamente a Dios para que lo librara de semejante cargo tan
difícil, y fue escuchado.
Poco antes de morir escribió en su testamento que lo
poco que tenía se repartiera entre los pobres (lo que dejó no alcanzó
sino para costear los gastos de su entierro). Que sus funerales fueran
de noche (para que no hubiera tanta gente) y se hicieran sin solemnidad.
Pero a pesar de que se le obedeció haciéndole los funerales de noche, el
gentío fue inmenso y todos estaban convencidos de que estaban asistiendo
al entierro de un santo.
Murió el 17 de septiembre de 1621. Su canonización se
demoró mucho porque había una escuela teológica contraria a él, que no
lo dejaba canonizar. Pero el Sumo Pontífice Pío XI lo declaró santo en
1930, y Doctor de la Iglesia en 1931.
San Roberto Belarmino: Pídele a Dios que nos envíe
sabios defensores de la Iglesia, que nos ayuden a librarnos de los
ataques y errores de los
protestantes.
Fuente: www.churchforum.org