17 de Mayo
San
Pascual Bailón,
Religioso. Año 1592.
Fuente: http://www.churchforum.org
Le pusieron por nombre
Pascual, por haber nacido el día de Pascua (del año 1540). Nació
en Torre Hermosa, Aragón, España.
Es el patrono de los
Congresos Eucarísticos y de la Adoración Nocturna. Desde los 7
años hasta los 24, por 17 años fue pastor de ovejas. Después por
28 será hermano religioso, franciscano.
Su más grande amor durante
toda la vida fue la Sagrada Eucaristía. Decía el dueño de la finca
en el cual trabajaba como pastor, que el mejor regalo que le podía
ofrecer al Niño Pascual era permitirle asistir algún día entre
semana a la Santa Misa. Desde los campos donde cuidaba las ovejas
de su amo, alcanzaba a ver la torre del pueblo y de vez en cuando
se arrodillaba a adorar el Santísimo Sacramento, desde esas
lejanías. En esos tiempos se acostumbraba que al elevar la Hostia
el sacerdote en la Misa, se diera un toque de campanas. Cuando el
pastorcito Pascual oía la campana, se arrodillaba allá en su
campo, mirando hacia el templo y adoraba a Jesucristo presente en
la Santa Hostia.
Un día otros pastores le
oyeron gritar: "¡Ahí viene!, ¡allí está!". Y cayó de rodillas.
Después dijo que había visto a Jesús presente en la Santa
Hostia.
De niño siendo pastor, ya
hacía sus mortificaciones. Por ejemplo andar descalzo por caminos
llenos de piedras y espinas. Y cuando alguna de las ovejas se
pasaba al potrero del vecino, le pagaba al otro el pasto que la
oveja se había comidocon los escasos dineros que le pagaban de
sueldo.
A los 24 años pidió ser
admitido como hermano religioso entre los franciscanos. Al
principio le negaron la aceptación por su poca instrucción, pues
apenas había aprendido a leer. Y el único libro que leía era el
devocionario, el cual llevaba siempre mientras pastoreaba sus
ovejas y allí le encantaba leer especialmente las oraciones a
Jesús Sacramentado y a la Sma. Virgen.
Como religioso franciscano
sus oficios fueron siempre los más humildes: portero, cocinero,
mandadero, barrendero. Pero su gran especialidad fue siempre un
amor inmenso a Jesús en la Santa Hostia, en la Eucaristía. Durante
el día, cualquier rato que tuviera libre lo empleaba para estarse
en la capilla, de rodillas con los brazos en cruz adorando a Jesús
Sacramentado. Por las noches pasaba horas y horas ante el
Santísimo Sacramento. Cuando los demás se iban a dormir, él se
quedaba rezando ante el altar. Y por la madrugada, varias horas
antes de que los demás religiosos llegaran a la capilla a orar, ya
estaba allí el hermano Pascual adorando a Nuestro
Señor.
Ayudaba cada día el mayor
número de misas que le era posible y trataba de demostrar de
cuantas maneras le fuera posible su gran amor a Jesús y a María.
Un día un humilde religioso se asomó por la ventana y vio a
Pascual danzando ante un cuadro de la Sma. Virgen y diciéndole:
"Señora: no puedo ofrecerte grandes cualidades, porque no las
tengo, pero te ofrezco mi danza campesina en tu honor". Pocos
minutos después el religioso aquel se encontró con el santo y lo
vio tan lleno de alegría en el rostro como nunca antes lo había
visto así. Cuando los padres oyeron esto, unos se rieron, otros se
pusieron muy serios, pero nadie comentó nada.
Pascual compuso varias
oraciones muy hermosas al Santísimo Sacramento y el sabio
Arzobispo San Luis de Rivera al leerlas exclamó admirado: "Estas
almas sencillas sí que se ganan los mejores puestos en el cielo.
Nuestras sabidurías humanas valen poco si se comparan con la
sabiduría divina que Dios concede a los humildes".
Sus superiores lo enviaron a
Francia a llevar un mensaje. Tenía que atravesar caminos llenos de
protestantes. Un día un hereje le preguntó: "¿Dónde está Dios?". Y
él respondió: "Dios está en el cielo", y el otro se fue. Pero
enseguida el santo fraile se puso a pensar: "¡Oh, me perdí la
ocasión de haber muerto mártir por Nuestro Señor! Si le hubiera
dicho que Dios está en la Santa Hostia en la Eucaristía me habrían
matado y sería mártir. Pero no fui digno de ese honor". Llegado a
Francia, descalzo, con una túnica vieja y remendada, lo rodeó un
grupo de protestantes y lo desafiaron a que les probara que Jesús
sí está en la Eucaristía. Y Pascual que no había hecho estudios y
apenas si sabía leer y escribir, habló de tal manera bien de la
presencia de Jesús en la Eucaristía, que los demás no fueron
capaces de contestarle. Lo único que hicieron fue apedrearlo. Y él
sintió lo que dice la S. Biblia que sintieron los apóstoles cuando
los golpearon por declararse amigos de Jesús: "Una gran alegría
por tener el honor de sufrir por proclamarse fiel seguidor de
Jesús".
Lo primero que hacía al
llegar a algún pueblo era dirigirse al templo y allí se quedaba
por un buen tiempo de rodillas adorando a Jesús
Sacramentado.
Hablaba poco, pero cuando se
trataba de la Sagrada Eucaristía, entonces sí se sentía inspirado
por el Espíritu Santo y hablaba muy hermosamente. Había recibido
de Dios ese don especial: el de un inmenso amor por Jesús
Sacramentado.
Siempre estaba alegre, pero
nunca se sentía tan contento como cuando ayudaba a Misa o cuando
podía estarse un rato orando ante el Sagrario del
altar.
Pascual nació en la Pascua
de Pentecostés de 1540 y murió en la fiesta de Pentecostés de
1592, el 17 de mayo (la Iglesia celebra tres pascuas: Pascua de
Navidad, Pascua de Resurrección y Pascua de Pentecostés. Pascua
significa: paso de la esclavitud a la libertad). Y parece que el
regalo de Pentecostés que el Espíritu Santo le concedió fue su
inmenso y constante amor por Jesús en la Eucaristía.
Cuando estaba moribundo, en
aquel día de Pentecostés, oyó una campana y preguntó: "¿De qué se
trata?". "Es que están en la elevación en la Santa Misa". "¡Ah que
hermoso momento!", y quedó muerto plácidamente.
Después durante su funeral,
tenían el ataúd descubierto, y en el momento de la elevación de la
Santa Hostia en la misa, los presentes vieron con admiración que
abría y cerraba por dos veces sus ojos. Hasta su cadáver quería
adorar a Cristo en la Eucaristía. Los que lo querían ver eran
tantos, que su cadáver lo tuvieron expuesto a la veneración del
público por tres días seguidos.
Por 200 años muchísimas
personas, al acercarse a la tumba de San Pascual oyeron unos
misteriosos golpecitos. Nadie supo explicar el porqué pero todos
estaban convencidos de que eran señales de que este hombre tan
sencillo fue un gran santo. Y los milagros que hizo después de su
muerte, fueron tantos, que el Papa lo declaró santo en
1690.
El Sumo Pontífice nombró a
San Pascual Bailón Patrono de los Congresos Eucarísticos y de la
Adoración Nocturna.
Querido San Pascual:
consíguenos del buen Dios un inmenso amor por la Sagrada
Eucaristía, un fervor muy grande en nuestras frecuentes visitas al
Santísimo y una grande estimación por la Santa Misa.
Propagad la devoción a Jesús
Sacramentado y veréis lo que son los milagros (S. J.
Bosco).
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