Julio 4: Santa
Isabel de Portugal, Reina, madre de familia y pacificadora.
Año
1336.
Fuente: http://www.churchforum.org
Isabel significa "Promesa de
Dios" (Isab = promesa. El = Dios).
Nació en 1270. Era hija del
rey Pedro III de Aragón, nieta del rey Jaime el Conquistador,
biznieta del emperador Federico II de Alemania. Le pusieron este
nombre en honor de su tía abuela Santa Isabel de
Hungría.
Santa Isabel tuvo la dicha
que su familia se esmerara extremadamente en formarla lo mejor
posible en su niñez. Desde muy niña tenía una notable inclinación
hacia la piedad, y un gusto especial por imitar los buenos
ejemplos que leía en las vidas de los santos o que observaba en
las vidas de las personas buenas. En su casa le enseñaron que si
quería en verdad agradar a Dios debía unir a su oración, la
mortificación de sus gustos y caprichos y esforzarse por evitar
todo aquello que la pudiera inclinar hacia el pecado. Le repetían
la frase antigua: "tanta mayor libertad de espíritu tendrás,
cuanto menos deseos de cosas inútiles o dañosas tengas". Sus
educadores le enseñaron que una mortificación muy formativa es
acostumbrarse a no comer nada entre horas (o sea entre comida y
comida), y soportar con paciencia que no se cumplan los propios
deseos, y esmerarse cada día por no amargarle ni complicarle la
vida a los demás. Dicen sus biógrafos que la formidable santidad
que demostró más tarde se debe en gran parte a la esmerada
educación que ella recibió en su niñez.
A los 15 años ya sus padres
la habían casado con el rey de Portugal, Dionisio. Este hombre
admiraba las cualidades de tan buena esposa, pero él por su parte
tenía un genio violento y era bastante infiel en su matrimonio,
llevaba una vida nada santa y bastante escandalosa, lo cual era
una continua causa de sufrimientos para la joven reina, quien
soportara todo con la más exquisita bondad y heroica
paciencia.
El rey no era ningún santo,
pero dejaba a Isabel plena libertad para dedicarse a la piedad y a
obras de caridad. Ella se levantaba de madrugada y leía cada día
seis salmos de la Santa Biblia. Luego asistía devotamente a la
Santa Misa; enseguida se dedicaba a dirigir las labores del
numeroso personal del palacio. En horas libres se reunía con otras
damas a coser y bordar y fabricar vestidos para los pobres. Las
tardes las dedicaba a visitar ancianos y enfermos y a socorrer
cuanto necesitado encontraba.
Hizo construir albergues
para indigentes, forasteros y peregrinos. En la capital fundó un
hospital para pobres, un colegio gratuito para niñas, una casa
para mujeres arrepentidas y un hospicio para niños abandonados.
Conseguía ayudas para construir puentes en sitios peligrosos y
repartía con gran generosidad toda clase de ayudas. Visitaba
enfermos, conseguía médicos para los que no tenían con qué pagar
la consulta; hacía construir conventos para religiosos, a las
muchachas muy pobres les costeaba lo necesario para que pudieran
entrar al convento, si así lo deseaban. Tenía guardada una linda
corona de oro y unos adornos muy bellos y un hermoso vestido de
bodas, que prestaba a las muchachas más pobres, para que pudieran
lucir bien hermosas el día de su matrimonio.
Su marido el rey Dionisio
era un buen gobernante pero vicioso y escandaloso. Ella rezaba por
él, ofrecía sacrificios por su conversión y se esforzaba por
convencerlo con palabras bondadosas para que cambiara su conducta.
Llegó hasta el extremo de educarle los hijos naturales que él
tenía con otras mujeres.
Tuvo dos hijos: Alfonso, que
será rey de Portugal, sucesor de su padre, y Constancia (futura
reina de Castilla). Pero Alfonso dio muestras desde muy joven de
poseer un carácter violento y rebelde. Y en parte, esta rebeldía
se debía a las preferencias que su padre demostraba por sus hijos
naturales. En dos ocasiones Alfonso promovió la guerra civil en su
país y se declaró contra su propio padre. Isabel trabajó hasta lo
increíble, con su bondad, su amabilidad y su extraordinaria
capacidad de sacrificio y su poder de convicción, hasta que obtuvo
que el hijo y el papá hicieran las paces. Lo grave era que los
partidos políticos hacían todo lo más posible para poder enemistar
al rey Dionisio y su hijo Alfonso.
Algunas veces cuando los
ejércitos de su esposo y de su hijo se preparaban para combatirse,
ella vestida de sencilla campesina atravesaba los campos y se iba
hacia donde estaban los guerreros y de rodillas ante el esposo o
el hijo les hacía jurarse perdón y obtenía la paz. Son
impresionantes las cartas que se conservan de esta reina
pacificadora. Escribe a su esposo: "Como una loba enfurecida a la
cual le van a matar a su hijito, lucharé por no dejar que las
armas del rey se lancen contra nuestro propio hijo. Pero al mismo
tiempo haré que primero me destrocen a mí las armas de los
ejércitos de mi hijo, antes que ellos disparen contra los
seguidores de su padre". Al hijo le escribe: "Por Santa María la
Virgen, te pido que hagas las paces con tu padre. Mira que los
guerreros queman casas, destruyen cultivos y destrozan todo. No
con las armas, hijo, no con las armas, arreglaremos los problemas,
sino dialogando, consiguiendo arbitrajes para arreglar los
conflictos. Yo haré que las tropas del rey se alejen y que los
reclamos del hijo sean atendidos, pero por favor, recuerda que
tienes deberes gravísimos con tu padre como hijo y como súbdito
con el rey". Y conseguía la paz una y otra vez.
Su esposo murió muy
arrepentido, y entonces Isabel dedicó el resto de su vida a
socorrer pobres, auxiliar enfermos, ayudar a religiosos y rezar y
meditar.
Pero un día supo que entre
su hijo Alfonso de Portugal y su nieto, el rey de Castilla, había
estallado la guerra. Anciana y achacosa como estaba, emprendió un
larguísimo viaje con calores horrendos y caminos peligrosos, para
lograr la paz entre los dos contendores. Y este viaje fue mortal
para ella. Sintió que le llegaba la muerte y se hizo llevar a un
convento de hermanas Clarisas, y allí, invocando a la Virgen María
murió santamente el 4 de julio del año 1336.
Dios bendijo su sepulcro con
varios milagros y el Sumo Pontífice la declaró santa en 1626. Es
abogada para los territorios y países donde hay guerras civiles,
guerrillas y falta de paz. Que Santa Isabel ruegue por nuestros
países y nos consiga la paz que tanto
necesitamos.