9 de Agosto: Santa
Otilia. Religiosa. Año 720.
Fuente:
churchfoum.org
Esta es la santa patrona de
Alsacia (una provincia muy famosa de Francia, que tiene como
capital a Estrasburgo). En aquellas tierras se ha tenido enorme
devoción a Santa Otilia, por más de 1,000 años. Y su historia es
bien interesante.
El señor feudal que gobernaba Alsacia en el
siglo VII era Aldarico. Era un pagano recién convertido al
catolicismo, y no muy bien convertido aún.
Aldarico deseaba mucho tener
un hijo varón, pero he aquí que lo que le nació fue una hija, y
ciega. El hombre se llenó de cólera y mandó que su hija fuera
expulsada muy lejos de su castillo. La pobre niña fue llevada a un
lejano convento de religiosas, las cuales la educaron lo mejor que
pudieron, en la religión de Cristo.
La niña crecía ciega pero he
aquí que un día llegó al convento el obispo San Erardo, el cual
había tenido un sueño en el que se le ordenaba que fuera a esa
casa de religiosas y bautizara a una niña. Le presentaron a la
cieguita y el santo al bautizarla le puso el nombre de Otilia, que
significa: "luz de Dios". Y al administrarle el sacramento le
dijo: "que se te abran los ojos de tu cuerpo, como se te han
abierto los ojos de tu alma", y la niña recobró milagrosamente la
vista.
El santo obispo fue donde el
papá de Otilia a pedirle que la aceptara en su casa ya que era
hija suya, pero el otro no quería de ninguna manera.
Afortunadamente el hijo varón y hermano menor de Otilia, Hugo,
intercedió ante su padre, y éste aunque de muy mala gana, permitió
que la muchacha volviera al castillo, pero más como sirvienta que
como hija.
Y sucedió que Aldarico
empezó a notar que su hija era tan santa, tan caritativa, tan
bondadosa con todos, que se encariñó grandemente con ella y la
quiso con un amor fraternal que nunca antes había sentido.
Y el papá se propuso casarla
con un gran señor alemán para que llegara a ser una princesa muy
importante. Él no sabía que Otilia cuando estaba viviendo con las
religiosas se había propuesto dedicar su vida entera a la oración
y a las obras buenas, y a ser una religiosa. Cuando ella supo que
su padre estaba resuelto a obligarla a casarse, se vistió de
sirvienta, y así disfrazada huyó del palacio; un barquero la llevó
al otro lado del inmenso río y ella siguió huyendo por los
campos.
Aldarico envió a sus
soldados a buscarla por todas partes y cuando la joven vio que se
acercaban ya sus perseguidores pidió a Dios que la protegiera, y
vio en una roca una hendidura, y ahí se escondió y nadie logró
verla.
Entonces su padre, lleno de
remordimientos por su actitud, mandó publicar un decreto por medio
del cual perdonaba a su hija y le permitía que se hiciera
religiosa. Ella al oír tal noticia volvió al castillo y Aldarico
le regaló un convento en una alta montaña para que se fuera allá
con las demás jóvenes que quisieran ser religiosas. Y allí se
fundó el convento de Otilburg.
Otilia y sus compañeras se
dedicaron a la oración, a los trabajos manuales y a atender a los
centenares de pobres que llegaban a pedir ayuda. Otilia se
dedicaba a socorrer a los enfermos más repugnantes y abandonados.
Y fundó un hospital para ellos.
Al fin, Aldarico al darse
cuenta de la gran santidad de su hija dispuso con su anciana
esposa vivir los dos como monjes y convirtieron su castillo en un
convento, dirigido por Otilia. Y allí murieron piadosamente. La
santa se dedicó a ofrecer misas, limosnas y oraciones por el alma
de su padre, y tiempo después en una visión le fue dicho que por
sus misas y oraciones y obras de caridad, el alma de Aldarico
lograba salir del purgatorio.
Después de dedicarse por
muchos años a la oración y a prestar ayudas a enfermos y pobres,
Otilia descansó en paz en el año 720. En su sepulcro empezaron a
obrarse milagros, y toda aquella región de Alsacia la proclamó
como patrona.
Todos los emperadores
alemanes desde Carlo Magno (año 800) le rindieron
homenaje.
El papa San León IX y el Rey
Ricardo I de Inglaterra fueron en peregrinación a visitar su
tumba.
Todavía se conserva una
fuente de agua que la santa hizo brotar con su oración, cuando en
el convento no había nada para beber. Y con esa agua se bañan los
ojos muchos enfermos de la vista y consiguen admirables
curaciones.
Otilia:
Pídele a Dios que nos abra los ojos de nuestra alma para
ver la eternidad que nos espera, y que con nuestras oraciones,
limosnas y santas misas consigamos como tú, el descanso para
nuestros amados difuntos.