16 de Octubre: Santa
Margarita María Alacoque. Año 1690.
Fuente: www.churchforum.org
Margarita nace el 22 de
julio de 1647 en el pequeño pueblo de Lautecour en Francia.
Su
padre Claudio Alacoque, juez y notario. La mamá Filiberta Lamyn.
Los hijos son cinco. La menor es Margarita. El párroco, Antonio
Alacoque, tío suyo, la bautiza a los tres días de nacida. Ella
dice en su autobiografía que desde pequeña le concedió Dios que
Jesucristo fuera el único dueño de su corazón. Y le concedió otro
gran favor: un gran horror al pecado, de manera que aun la más
pequeña falta le resultaba insoportable.
Dice que siendo todavía una
niña, un día en la elevación de la Santa Hostia en la Misa le hizo
a Dios la promesa de mantenerse siempre pura y casta. Voto de
castidad.
Aprendió a rezar el rosario
y lo recitaba con especial fervor cada día y la Virgen Santísima
le correspondió librándola de muchos peligros.
La llevan al colegio de las
Clarisas y a los nueve años hace La Primera Comunión. Dice "Desde
ese día el buen Dios me concedió tanta amargura en los placeres
mundanos, que aunque como jovencita inexperta que era a veces los
buscaba, me resultaban muy amargos y desagradables. En cambio
encontraba un gusto especial en la oración".
Vino una enfermedad que la
tuvo paralizada por varios años. Pero al fin se le ocurrió
consagrarse a la Virgen Santísima y ofrecerle propagar su
devoción, y poco después Nuestra Señora le concedió la
salud.
Era muy joven cuando quedó
huérfana de padre, y entonces la mamá de Don Claudio Alacoque y
dos hermanas de él, se vinieron a la casa y se apoderaron de todo
y la mamá de Margarita y sus cinco niños se quedaron como
esclavizados. Todo estaba bajo llave y sin el permiso de las tres
mandonas mujeres no salía nadie de la casa. Así que a Margarita no
le permitían ni siquiera salir entre semana a la iglesia. Ella se
retiraba a un rincón y allí rezaba y lloraba. La regañaban
continuamente.
En medio de tantas penas le
pareció que Nuestro Señor le decía que deseaba que ella imitara lo
mejor posible en la vida de dolor al Divino Maestro que tan
grandes penas y dolores sufrió en su Pasión y muerte. En adelante
a ella no sólo no le disgusta que le lleguen penas y dolores sino
que acepta todo esto con el mayor gusto por asemejarse lo mejor
posible a Cristo sufriente.
Lo que más la hacía sufrir
era ver cuán mal y duramente trataban a su propia madre. Pero le
insistía en que ofrecieran todo esto por amor de Dios. Una vez la
mamá se enfermó tan gravemente de erisipela que el médico
diagnosticó que aquella enfermedad ya no tenía curación. Margarita
se fue entonces a asistir a una Santa Misa por la salud de la
enferma y al volver encontró que la mamá había empezado a curar de
manera admirable e inexplicable.
Lo que más le atraía era el
Sagrario donde está Jesús Sacramentado en la Sagrada Hostia.
Cuando iba al templo siempre se colocaba lo más cercana posible al
altar, porque sentía un amor inmenso hacia Jesús Eucaristía y
quería hablarle y escucharle.
A los 18 años por deseo de
sus familiares empezó a arreglarse esmeradamente y a frecuentar
amistades y fiestas sociales con jóvenes. Pero estos pasatiempos
mundanales le dejaban en el alma una profunda tristeza. Su corazón
deseaba dedicarse a la oración y a la soledad. Pero la familia le
prohibía todo esto.
El demonio le traía la
tentación de que si se iba de religiosa no sería capaz de
perseverar y tendría que devolverse a su casa con vergüenza y
desprestigio. Rezó a la Virgen María y Ella le alejó este engaño y
tentación y la convenció de que siempre la ayudaría y
defendería.
Un día después de comulgar
sintió que Jesús le decía: "Soy lo mejor que en esta vida puedes
elegir. Si te decides a dedicarte a mi servicio tendrás paz y
alegría. Si te quedas en el mundo tendrás tristeza y amargura".
Desde entonces decidió hacerse religiosa, costara lo que
costara.
En el año 1671 fue admitida
en la comunidad de La Visitación, fundada por San Francisco de
Sales. Entró al convento de Paray-le=Monial. Una de sus compañeras
de noviciado dejó escrito: "Margarita dio muy buen ejemplo a las
hermanas por su caridad; jamás dijo una sola palabra que pudiera
molestar a alguna, y demostraba una gran paciencia al soportar las
duras reprimendas y humillaciones que recibía frecuentemente".
La pusieron de ayudante de
una hermana que era muy fuerte de carácter y ésta se desesperaba
al ver que Margarita era tan tranquila y callada. La superiora
empleaba métodos duros y violentos que hacían sufrir fuertemente a
la joven religiosa, pero esta nunca daba la menor muestra de estar
disgustada. Con esto la estaba preparando Nuestro Señor para que
se hiciera digna de las revelaciones que iba a recibir.
El 27 de diciembre de 1673
se le apareció por primera vez el Sagrado Corazón de Jesús. Ella
había pedido permiso para ir los jueves de 9 a 12 de la noche a
rezar ante el Santísimo Sacramento del altar, en recuerdo de las
tres horas que Jesús pasó orando y sufriendo en el Huerto de
Getsemaní.
De pronto se abrió el
sagrario donde están las hostias consagradas y apareció Jesucristo
como lo vemos en algunos cuadros que ahora tenemos en las casas.
Sobre el manto su Sagrado Corazón, rodeado de llamas y con una
corona de espinas encima, y una herida. Jesús señalando su corazón
con la mano le dijo: "He aquí el corazón que tanto ha amado a la
gente y en cambio recibe ingratitud y olvido. Tú debes procurar
desagraviarme". Nuestro Señor le recomendó que se dedicara a
propagar la devoción al Corazón de Jesús porque el mundo es muy
frío en amor hacia Dios y es necesario enfervorizar a las personas
por este amor.
Durante 18 meses el Corazón
de Jesús se le fue apareciendo. Le pidió que se celebrara la
Fiesta del Sagrado Corazón cada año el Viernes de la semana
siguiente a la fiesta del Cuerpo y la Sangre de Cristo
(Corpus).
El Corazón de Jesús le hizo
a Santa Margarita unas promesas maravillosas para los que
practiquen esta hermosa devoción. Por ejemplo "Bendeciré las casas
donde sea expuesta y honrada la imagen de mi Sagrado Corazón. Daré
paz a las familias. A los pecadores los volveré buenos y a los que
ya son buenos los volveré santos. Asistiré en la hora de la muerte
a los que me ofrezcan la comunión de los primeros Viernes para
pedirme perdón por tantos pecados que se cometen", etc.
Margarita le decía al
Sagrado Corazón: "¿Por qué no elige a otra que sea santa, para que
propague estos mensajes tan importantes? Yo soy demasiado pecadora
y muy fría para amar a mi Dios". Jesús le dijo: "Te he escogido a
ti que eres un abismo de miserias, para que aparezca más mi poder.
Y en cuanto a tu frialdad para amar a Dios, te regalo una chispita
del amor de mi Corazón". Y le envió una chispa de la llama que
ardía sobre su Corazón, y desde ese día la santa empezó a sentir
un amor grandísimo hacia Dios y era tal el calor que le producía
su corazón que en pleno invierno, a varios grados bajo cero, tenía
que abrir la ventana de su habitación porque sentía que se iba a
quemar con tan grande llama de amor a Dios que sentía en su
corazón (¡Ojalá Dios nos diera a nosotros una chispita de
esas!)
Nuestro Señor le decía: "No
hagas nada sin permiso de las superioras. El demonio no tiene
poder contra las que son obedientes".
Margarita enfermó
gravemente. La superiora le dijo: "Creeré que sí son ciertas las
apariciones de que habla, si el Corazón de Jesús le concede la
curación". Ella le pidió al Sagrado Corazón que la curara y sanó
inmediatamente. Desde ese día su superiora creyó que sí en verdad
se le aparecía Nuestro Señor.
Dios permitió que enviaran
de capellán al convento de Margarita a San Claudio de la
Colombiere y este hombre de Dios que era jesuita, obtuvo que en la
Compañía de Jesús fuera aceptada la devoción al Corazón de Jesús.
Desde entonces los jesuitas la han propagado por todo el
mundo.
Margarita fue nombrada
Maestra de novicias. Enseñó a las novicias la devoción al Sagrado
Corazón (que consiste en imitar a Jesús en su bondad y humildad y
en confiar inmensamente en Él, en ofrecer oraciones y sufrimientos
y misas y comuniones para desagraviarlo, y en honrar su santa
imagen) y aquellas jóvenes progresaron rapidísimo en santidad.
Luego enseñó a su hermano (comerciante) esta devoción y el hombre
hizo admirables progresos en santidad. Los jesuitas empezaron a
comprobar que en las casas donde se practicaba la devoción al
Corazón de Jesús las personas se volvían mucho más
fervorosas.
El Corazón de Jesús le dijo:
"Si quieres agradarme confía en Mí. Si quieres agradarme más,
confía más. Si quieres agradarme inmensamente, confía inmensamente
en Mí".
Antes de morir obtuvo que en
su comunidad se celebrara por primera vez la fiesta del Sagrado
Corazón de Jesús.
El 17 de octubre de 1690
murió llena de alegría porque podía ir a estar para siempre en el
cielo al lado de su amadísimo Señor Jesús, cuyo Corazón había
enseñado ella a amar tanto en este mundo.
Digamos de vez en cuando las
dos oraciones tan queridas para los devotos del Sagrado Corazón:
"Jesús manso y humilde de corazón, haz nuestro corazón semejante
al tuyo"."Sagrado Corazón de Jesús. En voz
confío".