25 de Octubre: Los
Santos Macabeos. Siglo II a. C.
Fuente: www.churchforum.org
En la S. Biblia hay dos
libros llamados de Los Macabeos (palabra que significa: "fuerte
contra el adversario"). Allí se narran las historias heroicas de
quienes prefirieron perder todos sus bienes y hasta morir, con tal
de defender la santa religión del verdadero Dios.
En el libro 2o de los
Macabeos, capítulo 7º, se narra la historia de los siete hermanos
mártires, los cuales fueron cruelmente atormentados para hacerles
renegar de la fe, pero prefirieron toda clase de tormentos con tal
de permanecer fieles a los mandatos de Dios hasta la muerte. La
siguiente es su historia, según la cuenta la S. Biblia:
Sucedió que siete hermanos
israelitas fueron apresados, junto con su madre, y eran forzados
por el rey a que renegaran de la santa religión verdadera. Fueron
flagelados con azotes y fuetes de cuero, para que hicieran lo que
la santa religión prohibe.
Uno de ellos decía al impío
rey Antíoco que pretendía alejarlos de la religión de sus padres:
-"¿Qué pretendes de nosotros? Estamos dispuestos a morir, antes
que desobedecer las leyes que Dios les dio a nuestros
antepasados".
El rey lleno de rabia, mandó
prender fuego debajo de sartenes y calderas, e hizo echar allí la
lengua del que había hablado en nombre de los demás. Hizo que le
arrancaran toda la piel de la cabeza, y que le cortaran las manos
y los pies, en presencia de sus hermanos y de su madre. Cuando
quedó completamente inutilizado, viendo que todavía respiraba,
mandó el rey que lo echaran a un sartén que estaba sobre el fuego
y allí lo tostaran. Aparte, mientras el humo de la sartén se
difundía lejos, los demás hermanos, junto con su madre, se
animaban mutuamente a morir con generosidad y decían:
"El Señor Dios cuida de
todos nosotros y está presenciando lo que sucede. Siempre se
cumplirá lo que prometió Moisés: Dios se compadece de sus
amigos".
Cuando el primero pasó a la
eternidad, llamaron al segundo, y después de arrancarle la piel de
la cabeza y todos sus cabellos, le preguntaron: "¿Está dispuesto a
hacer lo que le prohibe su religión? ¿O quiere ser torturado en su
cuerpo, parte por parte?".
Él respondió: "¡De ninguna
manera y por ninguna causa haré jamás lo que prohibe mi santa
religión!".
Y entonces lo torturaron del
mismo modo que habían hecho con el primero. Antes de que le
arrancaran la lengua dijo al rey: "Tú, injusto y criminal, nos
privas de la vida presente. Pero el Rey de los cielos nos
resucitará para la vida eterna a los que morimos por cumplir sus
santas leyes".
Luego llamaron al tercero.
Este presentó la lengua para que la arrancaran y las manos para
que se las cortaran, pero antes dijo: "Por bondad del Dios del
cielo poseo esta lengua y estas manos. Pero por cumplir sus santas
leyes renuncio a todo esto que es tan precioso y útil. Yo espero
que en la eternidad me devolverá el Señor lo que he sacrificado
por su amor". El rey y sus acompañantes estaban admirados y
sorprendidos del valor de aquel muchacho que no tenía miedo a tan
terribles dolores con tal de cumplir lo que le mandaba su santa
religión. Lo maltrataron y asesinaron como a los otros
dos.
Hicieron pasar en seguida al
cuarto hermano y lo maltrataron con feroces suplicios. Cuando ya
estaba agonizante y cerca de su fin, exclamó: "Es preferible morir
a manos de los hombres con tal de conseguir ser resucitado para la
vida eterna. En cambio para los enemigos de Dios y de su religión
no hay esperanza para la eternidad".
En seguida llevaron al
quinto hermano y se pusieron a atormentarlo. Él, mirando al rey le
dijo: "¿Se imagina que porque tiene un alto puesto de gobierno
puede hacer todo lo que se le antoja? Pero no crea que Dios ha
abandonado a quienes pertenecemos a la verdadera religión. Ya verá
que pasado un poco de tiempo, nuestra santa religión triunfará,
mientras a ustedes les sucederán cosas muy
desagradables".
Después de este, trajeron al
sexto hermano el cual, cuando estaba a punto de morir a causa de
tan terribles tormentos, exclamó: "No se hagan ilusiones los que
combaten contra la religión del verdadero Dios, pensando que nada
malo les va a suceder por todo esto. A nosotros nos sirven estos
sufrimientos para poder pagar nuestros pecados, pero a los que
luchan contra Dios, les esperan males espantosos".
Sigue diciendo la S. Biblia,
en el Capítulo 7º del 2º libro de los Macabeos: "Admirable en todo
aspecto y digna de todo glorioso recuerdo, fue aquella madre que
al ver morir a todos sus hijos en el espacio de un solo día,
padecía todo esto con valentía, porque tenía la esperanza puesta
en los premios que Nuestro Señor tiene reservados para sus fieles
amigos. Animaba a cada uno de ellos hablándoles en su lenguaje
patrio, llena de generosos sentimientos y estimulándonos a sufrir
con gran valor les decía:
- Yo no sé cómo mi Dios me
concedió el honor de ser madre de cada uno de ustedes. Qué honrada
me siento al ver que ahora entregan su espíritu al Creador por
defender sus santas leyes. Él en cambio les concederá la gloria
eterna".
El rey Antíoco se propuso
ganarse al más pequeño de los hermanos y le ofreció regalos y
hacerlo rico y concederle altos empleos con tal de que abandonara
la religión del Dios de Israel. Viendo que el muchacho no le hacía
caso, el rey llamó a la mamá y le pidió que tratara de convencer
al joven para que salvara su vida renegando de su
religión.
Entonces aquella valerosa
mujer se acercó a su hijo y le dijo: "Hijo: ten compasión de mí,
por amor a tu madre no vayas a renegar jamás de la santa religión
de nuestros antepasados. Recuerda que estás obedeciendo al Dios
que creó los cielos y la tierra. No le tengas miedo a este verdugo
que te quiere quitar la vida del cuerpo, porque si perseveras
fiel, nos encontraremos todos juntos con tus hermanos en la vida
eterna del cielo".
Tan pronto como la mamá
terminó de hablar, el joven gritó: "¿Qué más esperan? Jamás
obedeceré al mandato del rey que pretende hacerme renegar de mi
religión y que yo desobedezca a las leyes que Dios nos dio por
medio de Moisés. Y Usted rey, que es el causante de todos estos
males que suceden en nuestro pueblo de Israel, ¡esté seguro de que
no se va a librar de los castigos del Dios! Nosotros sufrimos para
pagar nuestros pecados y los pecados de nuestro pueblo, pero con
esto estamos calmando la ira de Dios. Pero a usted rey criminal y
malvado, lo espera el terrible juicio de Dios y de Él no logrará
librarse. Y Dios todo lo ve y todo lo sanciona. Mis hermanos
después de haber sufrido estos tormentos han ido a la vida eterna.
Pero a los enemigos de la religión les espera el castigo merecido
por sus pecados. Yo, como hicieron mis hermanos, ofrezco mi vida
por mi patria y por mi religión, para que tenga misericordia de
nuestro pueblo y retire de nosotros los castigos que
merecemos".
Al oír tales declaraciones
el rey se llenó de furor y mandó que al séptimo y más joven de los
hermanos lo atormentaran con mayor crueldad que a los demás. Y
después de matarlo a él, hizo asesinar también a la santa heroica
madre.
Feliz familia que en un solo
día conquistó el reino de los cielos proclamando con valor que es
preferible morir antes que renegar de la verdadera religión, la
que nos enseñaron nuestros antepasados.
Cada día haz algo que tenga
el sabor de amor y de servicio a quien no te lo
pida.