25 de Noviembre: San
Dionisio. Obispo. Año 265. Catalina de Alejandría.
Mártir.
Fuente: www.churchforum.org
San Dionisio.
Obispo. Año 265.
Entre los muchos santos que
han llevado el nombre de Dionisio, el santo de hoy fue llamado "El
Grande", o Dionisio Magno. San Atanasio lo llamó "Maestro de la
Iglesia Católica", por su gran sabiduría y el notable ascendiente
que tuvo entre los católicos de su tiempo.
Nació y vivió en
Alejandría, Egipto. Al principio era pagano, pero después de haber
tenido una visión, y al dedicarse a estudiar la S. Biblia se dio
cuenta de que la verdadera religión es la católica y se
convirtió.
En aquellos tiempos la
escuela de teología más famosa que tenía nuestra Santa Iglesia era
la de Alejandría. Allá iban a enseñar o a aprender los más
destacados intelectuales del clero y Dionisio brilló allí como un
alumno especialmente dotado de gran inteligencia y de prodigiosa
memoria, y poco después de graduarse fue nombrado como director de
tan famosa escuela, cargo que ejerció durante 15 años con aplauso
de todos.
En el año 247 Dionisio fue
elegido obispo de Alejandría, pero luego empezaron las
persecuciones. Al principio eran los sacerdotes paganos que
incitaban al populacho contra los seguidores de Cristo. Luego
estalló la terrible persecución de Decio, y lo primero que hizo el
gobernador de Alejandría fue mandar llevar preso a Dionisio. Los
perseguidores lo buscaron por todas partes, menos en su casa, pues
se imaginaban que había salido huyendo. Pero él no se había movido
de su habitación.
A los cuatro días Dionisio
dispuso huir con todos sus ayudantes pero la policía los atrapó y
se los llevó presos a todos, menos a uno de los empleados que
logró huir a contar la noticia. El fugitivo se encontró con un
enorme grupo de personas que se dirigían a celebrar unas bodas y
les narró lo sucedido. Aquellas gentes se llenaron de indignación
y con palos y piedras atacaron a la policía y les quitaron a los
prisioneros. Dionisio se oponía a esto, y se entristecía de que ya
no podía ser mártir. Pero aquellos hombres no le hicieron caso a
sus ruegos sino que lo subieron sobre una mula y lo mandaron al
desierto, para que allá quedara libre de los perseguidores. En el
desierto estuvo varios años hasta que terminó la
persecución.
Al volver a Alejandría se
encontró con que algunos teólogos se oponían al Pontífice de Roma
y le pedían a él que los apoyara en esta oposición. Dionisio
escribió a Novaciano, que era jefe de los rebeldes: "Es necesario
estar resuelto a sufrir cualquier otro daño, antes que destruir la
unidad de la Iglesia. Hay que estar tan dispuesto a morir a favor
de la unidad de la Iglesia, como estaría uno dispuesto a morir por
defender la fe". Y siguió siendo fiel al Papa de Roma.
El hereje Novaciano decía
que a los que cometen faltas muy graves no se les debe perdonar
nunca. San Dionisio, apoyando lo que enseñaba el Papa San
Cornelio, escribió varias cartas recomendando tener una gran
misericordia con los pecadores, y narraba cómo cuando un pobre que
había sido muy pecador en la vida, estando moribundo pedía el
perdón y la comunión, no teniendo más con quién enviarle la
eucaristía, le mandaron la comunión con un niñito, y el pobre
pecador al comulgar exclamó: "Ya he quedado libre de mis pecados.
Puedo partir tranquilo para la eternidad". Y cuenta el santo que
aquel hombre pecador Dios le conservó milagrosamente la vida hasta
que llegó el que llevaba la Sagrada Eucaristía.
Dionisio que había estudiado
y enseñado por 15 años lo referente a la S. Biblia, empleó con
gran maestría una serie de frases muy especiales de la Sagrada
Escritura para combatir a los herejes. Estas respuestas de tan
notable sabio sirvieron mucho en los siglos siguientes para
enfrentarse a los que negaban verdades de nuestra santa
religión.
En el año 257 estalló la
persecución de Valeriano. El gobernador de Egipto llamó a Dionisio
y a sus sacerdotes y les exigió que adoraran a los ídolos del
imperio. El santo obispo respondió: "Nosotros los seguidores de
Cristo no adoramos sino al único Dios que existe, que es el
Creador de cielos y tierra. Rezamos por Valeriano y los demás
gobernantes, pero en cuanto a la religión sólo obedecemos a
nuestra Santa Iglesia. Ofrecemos oraciones y sacrificios por la
paz, el bienestar y la prosperidad de la patria, pero en
cuestiones religiosas dependemos solamente de Nuestro Señor
Jesucristo". Por más que el gobernador trató de convencerlos para
que adoraran a sus ídolos, ellos no aceptaron, y fueron
desterrados al terrible desierto de Libia.
Pero a los dos años el
emperador perseguidor fue hecho prisionero y esclavo por sus
enemigos, y Dionisio y sus sacerdotes pudieron volver a
Alejandría. Mas allá se encontraron que por falta de enseñanzas
religiosas las gentes se habían vuelto violentísimas y peleaban y
se mataban por cualquier cosa (la mayor parte de esas gentes eran
paganas). No se podía ya ni salir a la calle sin peligro de ser
asesinados. El santo obispo escribía: "Es más peligroso andar tres
cuadras por esta ciudad, que viajar 300 kilómetros por el resto de
la nación". Les faltaba el espíritu cristiano, que es caridad,
perdón y paz con todos.
Y para colmo de penas
llegaron la peste de tifo negro y la disentería. Las gentes morían
por centenares, pero entonces brilló la caridad cristiana.
Mientras los paganos echaban los cadáveres a las calles y
desterraban de sus casas a los enfermos, los cristianos dirigidos
por su obispo, sepultaban caritativamente a los muertos y asistían
con gran caridad a los infectados. Esto les atrajo muchas
simpatías en la gran ciudad.
Después de haber sido obispo
de Alejandría por 17 años dando muestra de gran prudencia y
santidad y ganándose la simpatía y la admiración de creyentes e
incrédulos, San Dionisio murió en el año 265.
San Epifanio cuenta que por
muchos años las gentes lo recordaban como un verdadero padre y
maestro, y dedicaron un templo en su honor. Sus virtudes y sus
sabios escritos le dieron fama universal.
Que el Espíritu Santo siga
enviando a su Iglesia sabios y santos que aviven en todo el pueblo
un gran amor hacia Dios y una gran caridad hacia los
demás.
Valioso es un amigo fiel. Su
precio es incalculable (S. Biblia Ecl. 6, 15).
Catalina de Alejandría.
Mártir.
Originaria de Alejandría
(Siglo IV). Mujer de noble cuna que estudió filosofía. Se
convirtió al cristianismo inspirada por un sueño de un ermitaño.
Después, convirtió a la esposa del emperador Majencio, a un
oficial y a doscientos soldados. En venganza, el emperador reunió
a cincuenta eruditos paganos y la retó a un debate religioso.
Después de una larga y acalorada discusión, las palabras de
Catalina indujeron a los cincuenta eruditos a convertirse.
Majencio ordenó que la ataran a un potro, que la despedazó
enseguida. Después fue decapitada. Es patrona de la elocuencia,
los filósofos, los predicadores, las solteras, las hilanderas y
los estudiantes.