30 de Diciembre.
Santa Judit. Heroína Israelita.
Fuente: www.churchforum.org
Judit es una palabra
israelita que significa: "alabado sea Dios".
Esta es una
heroína famosa que expuso valientemente su vida con tal de obtener
la libertad para su patria, Israel, y la libertad para su santa
religión.
Uno de los libros más
emocionantes de la S. Biblia es el de Judit. Allí se narra lo
siguiente.
El general Holofernes,
enviado por el rey Nabucodonosor rodeó la ciudad israelita de
Betulia con un ejército de 120,000 hombres. Toda la gente de
Israel se dedicó a orar a Dios con gran fervor. Los sacerdotes
ofrecían sacrificios en el templo de Jerusalén. El pueblo sabía
muy bien que sólo un favor especial de Dios podía librarlos de
aquel gran peligro.
Holofernes preguntó a sus
consejeros qué debía hacer para poder apoderarse de la nación de
Israel. Y Ajior, jefe de los amonitas le dijo: "Este pueblo de
Israel es muy favorecido por Dios. Cuando se dedican a comportarse
mal los abandona y los deja en poder del enemigo; pero cuando
cumplen bien sus santos mandamientos, Dios hace prodigios para
defenderlos. Así que yo aconsejo: averigüese bien, pues si se
están portando mal o han olvidado a Dios, los podemos atacar y los
derrotaremos. Pero si están observando buena conducta y obedecen a
Dios, no los ataquemos, porque Dios luchará por ellos y nos
derrotará a nosotros". A Holofernes y a sus seguidores no les
agradó nada esto que dijo Ajior y lo desterraron de
allí.
Holofernes se propuso sitiar
a Betulia y vencer a sus gentes por hambre y sed. Tapo todos los
caminos y cortó las fuentes de agua que la abastecían. Después de
33 días de asedio en Betulia se acabó totalmente el agua, y las
gentes caían desmayadas de hambre y de sed. El pueblo se reunió
junto a su sacerdote y a sus jefes y les pidieron que se rindieran
ante los ejércitos de Holofernes para no perecer de hambre y de
sed. El sacerdote Ozías les dijo: "Esperen cinco días y en ese
plazo decidiremos qué debemos hacer".
Entonces se presentó ante
Ozías y los jefes una mujer llamada Judit. Se había quedado viuda
hacía tres años y medio y estaba dedicada a orar, y a ayudar a los
necesitados y hacía muchos sacrificios. Era muy hermosa y
simpática y nadie podía criticar nada contra ella, porque su vida
era la de una persona que tiene mucho temor de ofender a
Dios.
Judit les dijo: -"Dios nos
está probando pero no nos ha abandonado. Yo voy a hacer en estos
días algo cuyo recuerdo se prolongará por muchos siglos. Esta
noche saldré de la ciudad y luego Dios hará por mi mano algo que
ahora no les puedo contar". Luego se postró ante Dios y le rogó
que bendijera su plan y la ayudara. El sacerdote y los demás jefes
le dijeron: "Vete en paz y que el Señor te proteja y te
guíe".
Judit se adornó con sus
mejores joyas y se puso sus más hermosos vestidos y acompañada de
su criada salió de Betulia y se dirigió hacia el campo de los
enemigos. Estaba hermosísima.
Un grupo de centinelas la
vio y le preguntó a dónde iba. Ella les dijo que estaba huyendo de
Betulia y quería entrevistarse con el general Holofernes. Ellos la
llevaron hacia el cuartel del jefe. Cuando Holofernes y sus
generales la vieron se quedaron admirados de su gran
hermosura.
Judit le pidió a Holofernes
que le permitiera quedarse unos días allí en el campamento y que
diera órdenes a sus guardias para que la dejaran salir cada
madrugada a un campo vecino a orar a Dios. El general aceptó su
petición y ordenó que le ofrecieran los mejores alimentos, pero
ella dijo que su criada había llevado provisiones para varios días
y que esto les bastaba. Le fue señalada una habitación.
Fuente: www.churchforum.org
Holofernes se enamoró de la
belleza extraordinaria de Judit y organizó un gran banquete en su
honor; e invitó a sus mejores generales. Judit llegó al banquete
adornada con sus mejores joyas y supremamente hermosa. El general
encantado ante su presencia bebió esa noche más que nunca, y
cuando los generales lo vieron totalmente borracho lo dejaron allí
solo, frente a Judit que estaba a la mesa cenando
también.
Cuando Judit vio que todos
se habían ido y que ella había quedado completamente sola frente a
Holofernes que estaba totalmente borracho y dormido a causa de su
borrachera, pidió fortaleza a Dios y tomando la espada del general
le cortó la cabeza y la echó entre un costal, y la pasó a su
criada. Y como los guardias tenían orden de dejarla salir al campo
durante la noche a rezar, la dejaron pasar sin decirle nada. Nadie
sospechaba lo que había sucedido. Ella había preferido entre dos
males el menor. Un mal era que moriría todo el pueblo de Israel a
manos de los soldados de Holofernes, el otro era que muriera
Holofernes, pero que el pueblo se salvara. Y Judit escogió este
segundo medio.
Judit llegó a Betulia y
anunció a Ozías y a los demás jefes lo que había hecho y los
mostró la cabeza de Holofernes. La gente se llenó de entusiasmo y
empezó a gritar de alegría.
Al amanecer los ayudantes de
Holofernes fueron a su habitación y lo encontraron muerto. Y esta
noticia causó una alarma tan espantosa que sus soldados se
lanzaron a la dispersión, huyendo cada uno por su lado y dejaron
libre la ciudad de Betulia y no la destruyeron, y en cambio le
dejaron en sus alrededores grandes riquezas que no tuvieron tiempo
de llevarse al salir huyendo.
El Sumo Sacerdote de
Jerusalén y el senado de la nación fueron hacia Betulia a
felicitar a Judit y le dijeron: "Tú eres la gloria de Jerusalén,
el orgullo de Israel. Bendita seas por el Señor Omnipotente por
todos los siglos". Y el pueblo respondió: "Amén".
Y Judit entonó un canto de
acción de gracias a Dios diciendo: "Alabad a mi Dios con
instrumentos musicales. Elevad al Señor cantos de acción de
gracias. Porque el Señor es el único que es capaz de evitar las
guerras. Bendito sea por siempre. Amén".
Judit vivió en Betulia hasta
la edad de cien años. Nunca quiso volverse a casar, y era
estimadísima por toda la población. Las riquezas que su marido le
había dejado las repartió entre los que lo necesitaban, y después
de haber libertado tan valientemente a su pueblo, adquirió un
nombre famoso para siempre aquí en la tierra y un puesto en el
cielo por sus buenas obras y su gran virtud.
Gloria a Dios para siempre.
Amén.