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ACTO IV: JUEVES SANTO.
ESCENA: Es la mañana del Jueves.
Jesucristo pernoctó en Betania, la última noche que precede a la inminente “hora
de tinieblas” en que El Salvador está pensando. Hoy comienza la gran Fiesta
Pascual de los judíos; tal ritual conmemora la liberación de Israel a manos de
los egipcios, por medio de la sangre del cordero rociado en sus puertas – una
liberación que inició la Alianza de Dios con Su Pueblo escogido - . Jesús – el
nuevo “Cordero de Dios” - prepara su propio sacrificio, que iniciará una nueva
liberación, una Nueva Alianza con toda la Humanidad... El Maestro manda a Pedro y
a Juan a que preparen el lugar de la Cena Pascual... En la tarde Jesús se despide
amablemente de sus huéspedes y amigos; y se pone en camino hacia Jerusalén... y
a su muerte.
ACCIÓN: El banquete pascual sigue al rito judío. Mientras tanto, Jesús corrige
las manifestaciones de ambición de los Apóstoles y les da una lección de humildad
al lavarles los pies... Ahora anuncia su próxima traición, indicando al Apóstol
infiel que Él sabe plenamente sus intenciones. Luego, el Divino Maestro le da a
Judas un bocado especial y le ordena suavemente: ¡“Lo que piensas en hacer, hazlo
cuanto antes”!
De inmediato el procurador del Colegio Apostólico sale a la doble noche de su
vida – no para comprar, sino para vender - . Una vez salido el traidor, el Divino
Maestro toma el pan y el vino de la mesa y los convierte en Su Cuerpo y Su
Sangre. Enseguida, Jesús habla extensamente en términos profundamente íntimos y
tiernos del Amor, la Amistad y la Confianza que existen entre Él y sus escogidos
Apóstoles, a quienes acaba de consagrar sus primeros Sacerdotes, dándoles el
mandato de continuar, a través de los siglos, éste memorial de eterna salvación.
Luego, todos se levantan y entran al Huerto de Getsemaní, escena de agonía y de
cruel traición.
REFLEXIÓN: El Jueves Santo es la obertura a la gran Sinfonía de Amor que Jesús
ha venido a presentar y prolongar – en tonos cada vez más bellísimos – hasta la
consumación de los siglos. De allí en adelante, Sus Enseñanzas, Su Reino, - su
vida misma – constituyen la gran responsabilidad de los humildes Apóstoles,
sentados a la mesa con su Maestro y a sus sucesores en el Colegio Sacerdotal;
Colegio compuesto de hombres muy humanos, sencillos sacados de la vida diaria
para ayudar al Maestro en orientar y conducir a la humanidad a una vida mejor.
Estos sacerdotes, con todas sus debilidades y defectos, pero con excelso espíritu
de consagración a la mística de su vocación, necesitan de nuestro apoyo, ayuda,
amistad, comprensión, pero sobre todo de nuestras oraciones.
ACTO V: VIERNES SANTO.
ESCENA: El Viernes Santo tiene tres escenas principales de acción:
El Huerto de Getsemaní, El Tribuno Romano y La Colina del
Calvario.
ACCIÓN: El Huerto de Getsemaní: Es la una de la mañana. De repente, hay
conmoción y gritos. Entra un grupo de policías del templo, armados de espadas y
garrotes; encabezados por el Apóstol Judas... El Divino Maestro se levanta de su
horrible agonía, despierta a los dormidos Apóstoles y se va al encuentro. Ahora,
Élrecibe un beso del Apóstol traidor y dice: “Judas, ¿con un beso entregas la
Hijo del Hombre”? Atado como criminal, le conducen a la casa del viejo Anás y más
tarde donde el pontífice Caifás.
Tribuno Romano: En vista de su declaración de ser “Hijo de Dios”, a Jesús se le
da por convicto de blasfemia y reo de muerte. De inmediato, acuden al procurador
romano Poncio Pilato, quien accede ante la insistencia del tumulto y entrega a
Jesús – azotado, coronado de espinas, insultado - a la gente que reclama su
muerte. Comienza la “Vía Dolorosa” al Gólgota. Es la hora del mediodía.
Colina del calvario: Hasta las tres de la tarde, el Salvador Crucificado sufre
de los insultos del pueblo. Sus ojos hinchados y ardientes, miran a Su afligida
Madre y le entrega al Apóstol Juan ¡y a nosotros!. En las tres horas de agonía,
Jesús pronuncia SIETE ÚLTIMAS PALABRAS; abandonándose a Dios, clama al cielo:
“Todo está consumado”, inclina la cabeza y entrega Su Espíritu.
REFLEXIÓN: Desde aquel Primer Viernes Santo hasta hoy, hombres y mujeres pasan
en procesión bajo la Cruz, unos, para quedarse y reflexionar; otros,
indiferentes, ocupados, otros muchos, solo lo ven con curiosidad, ríen o
blasfeman.
La procesión continúa y ahora en el tercer milenio. Unos – apurados - , no
tienen tiempo para el crucificado; otros – mirando atrás por un instante – mueven
la cabeza con desprecio o desdén; prefieren la farándula del mundo a la figura de
la Cruz. Pero hay, quienes se quedan; se arrodillan, besan sus heridas; saben que
ellos le han crucificado y Él sufrió por sus pecados. Los moribundos que
comparten su destino... Los sufridos que allí encuentran esperanza... Los niños
que saben su ternura... Los ancianos que buscan Su Consuelo... Los sin casa que
experimentan su pobreza... Los solitarios que viven su desolación... Viudas,
madres que lloran al lado de la Dolorosa... Amantes esposos que le piden fuerza y
solidez en su amor... Aquellos de la ciencia, la política, la prensa y el arte
que le piden ser guiados por La RECTITUD y La JUSTICIA, La BELLEZA y La VERDAD...
Sacerdotes y religiosos que imploran dedicada entrega en su consagrada
vocación... Hombres y mujeres de todas las edades y niveles de vida se arrodillan
a recibir la bendición de éste hombre compasivo, carismático, consagrado... Yo
también me arrodillo; busco palabras que no me vienen, solo digo con toda
confianza: “En tus manos, encomiendo mi espíritu”.
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