Asunto: | [RedLuz] La Paz en 2004 / La Ciencia de la Paz / Educar a la Paz / Mensaje del Secretario General de la ONU / Ultimo Mensaje Papal / Enero 1: Jornada Mundial de la Paz | Fecha: | Lunes, 29 de Diciembre, 2003 21:54:10 (-0600) | Autor: | Anáhuak Net <redanahuak @..........org>
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JORNADA MUNDIAL DE LA PAZ 1 ENERO 2001
"Diálogo entre las culturas para una civilización del amor y de la paz"
Tema elegido por Juan Pablo II para la XXXIV Jornada Mundial de la Paz
http://www.nodo50.org/juspax/paz.htm
Juan Pablo II ha elegido como tema para la XXXIV Jornada mundial de la paz,
que se celebrará el 1 de enero del año 2001: "Diálogo entre las culturas
para una civilización del amor y de la paz". La elección ha sido motivada
por la decisión de las Naciones Unidas de proclamar el año 2001 «Año
internacional del diálogo entre las civilizaciones», y este hecho brinda la
oca-sión de estudiar los fundamentos de dicho diálogo y las consecuencias y
beneficios que puede aportar a la humanidad.
Al comienzo del siglo XXI, las culturas del mundo, con toda la riqueza de su
diversidad y vitalidad, constituyen una fuente de esperanza y, al mismo
tiempo, de temor. Una visión de la cultura como línea de defensa contra
recientes tendencias «globalizadoras» y camino para mantener vivas
determinadas creencias y usos va acompañada, a veces, por la inquietud de un
posible «choque de civilizaciones», en el que el poder y la fuerza
constituyen el único criterio de valoración. Contra este planteamiento se
propone un diálogo abierto, sincero y pacífico entre las culturas, un
diálogo que reconozca en la búsqueda de la verdad una aspiración inscrita en
la naturaleza humana. Puesto que la religión está en el corazón de la
cultura, la aportación de los creyentes a este diálogo es esencial.
La fe cristiana, que no se identifica con ninguna cultura, se presenta como
el alma de cada una de ellas, valorando sus aspectos positivos y reduciendo
los negativos. La Iglesia, en su misión evangelizadora, está llamada a
llevar su mensaje de esperanza a todas las naciones de la tierra y a entrar
en comunión con las diversas formas de cultura; de dicha comunión,
rea-lizada con espíritu de diálogo, la Iglesia misma sale enriquecida (cf.
Gaudium et spes, n. 58).
Todas las culturas están llamadas a construir la civilización de la paz y
del amor. Como Juan Pablo II afirmó en su discurso con ocasión del 50ş
aniversario de la fundación de la Orga-nización de las Naciones Unidas:
"Debemos vencer nuestro miedo del futuro. Pero no podremos vencerlo del todo
si no es juntos. La «respuesta» a aquel miedo no es la coacción ni la
repre-sión o la imposición de un único «modelo» social al mundo entero. La
respuesta al miedo que ofusca la existencia humana al final del siglo es el
esfuerzo común por construir la civilización del amor, fundada en los
valores universales de la paz, la solidaridad, la justicia y la libertad. Y
el «alma» de la civilización del amor es la cultura de la libertad: la
libertad de los individuos y de las naciones, vivida en una solidaridad y
responsabilidad oblativas" (n. 18. L'Osservatore Romano, edición en lengua
española, 13 de octubre de 1995, p. 9).
Texto tomado de la edición española de L'Osservatore Romano, 14 julio 2000,
p. 4.
JUSTICIA Y PAZ
juspax@...50.org
http://www.nodo50.org/juspax
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From: Malena Sotomayor <malenasotomayor@...>
Date: Mon, 29 Dec 2003 18:20:02 -0500
Subject: Mensaje del Secretario General para el Año Nuevo de 2004
Mensaje del Secretario General para el Año Nuevo de 2004
http://www.un.org/spanish/aboutun/sg/mensajes/annan2004.htm
Queridos pueblos de las Naciones Unidas,
Su Organización, a la que tengo el honor de servir, acaba de terminar uno de
los años más difíciles de su historia. Hemos sido testigos de la guerra en
el Iraq y de profundas divisiones entre naciones acerca de graves cuestiones
de guerra y de paz. El 19 de agosto, en un atentado perpetrado contra
nuestra sede en Bagdad, una bomba nos arrebató a algunos de nuestros mejores
y más queridos colegas.
Esos acontecimientos han distraído a los dirigentes del mundo, impidiéndoles
ocuparse de otras amenazas que, para la mayoría de las personas, son más
inmediatas y más reales.
Me refiero a las amenazas de la pobreza extrema y del hambre, del agua no
apta para el consumo, la degradación del medio ambiente y las enfermedades
endémicas o infecciosas.
Esos peligros acechan a gran parte de nuestro planeta. Matan a millones y
millones de personas todos los días; destruyen sociedades; fomentan la
división y la desesperación.
Al cabo de un año de guerra y división, es hora de que dediquemos más
energías a la salud y el bienestar de las personas.
Es hora de asegurar que los países pobres tengan una verdadera oportunidad
de desarrollo.
Y es hora de que adoptemos medidas decisivas para salvar los recursos de
nuestro planeta.
Sí, tenemos que luchar contra el terrorismo. Sí, debemos prevenir la
proliferación de armas mortales.v Pero también digamos sí al desarrollo. Y
brindemos esperanza a las vidas de quienes sufren.
Sin desarrollo y esperanza no habrá paz.
Hace poco más de tres años, en la Cumbre del Milenio, los dirigentes de
todas las naciones se comprometieron a brindar esa esperanza. Se fijaron
objetivos precisos sujetos a plazos concretos: los Objetivos de Desarrollo
del Milenio.
Alcanzar esos Objetivos costaría sólo una fracción de lo que nuestro mundo
gasta en armas de guerra. Sin embargo, daría esperanza a miles de millones y
más seguridad a todos nosotros.
Pero, en 2003 no cumplimos esas promesas. Nos dejamos arrastrar por la
corriente de la guerra y la división.
El año 2004 debe ser diferente. Debe ser el año en que comenzamos a invertir
la corriente.
Podemos invertir la corriente contra el VIH/SIDA si adoptamos medidas acerca
de la iniciativa "Tres millones para 2005", el plan de la Organización
Mundial de la Salud para conseguir que 3 millones de personas inicien un
tratamiento con drogas antirretrovirales a más tardar en 2005.
Es un objetivo ambicioso, pero puede alcanzarse si los países ricos, los
países pobres y afectados, los gobiernos, la sociedad civil, el sector
privado y el sistema de las Naciones Unidas actúan de consuno, y si el Fondo
Mundial de Lucha contra el SIDA, la Tuberculosis y el Paludismo alcanza la
capitalización plena.
Podemos invertir la corriente contra el hambre si todos colaboramos para
poner al alcance de las personas hambrientas de todas partes, las
existencias de alimentos disponibles, y si ayudamos a África a producir los
alimentos adicionales que necesita.
Y podemos invertir la corriente en el comercio mundial si los gobiernos
cumplen lo prometido y hacen de la ronda de negociaciones en curso una
verdadera "ronda para el desarrollo".
No necesitamos más promesas. Necesitamos empezar a cumplir las promesas que
ya hemos hecho.
Que ese sea nuestro propósito de Año Nuevo y que tengan todos ustedes un muy
Feliz Año Nuevo
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From: Malena Sotomayor <malenasotomayor@...>
Date: Mon, 29 Dec 2003 18:20:40 -0500
MENSAJE DE JUAN PABLO II
PARA LA CELEBRACIÓN DE LA
JORNADA MUNDIAL DE LA PAZ
http://www.encuentra.com/includes/documento.php?IdDoc=4717&IdSec=495
1 DE ENERO DE 2004
UN COMPROMISO SIEMPRE ACTUAL:
EDUCAR A LA PAZ
Me dirijo a vosotros, Jefes de las Naciones, que tenéis el deber de promover
la paz.
A vosotros, Juristas, dedicados a abrir caminos de entendimiento pacífico,
preparando convenciones y tratados que refuerzan la legalidad internacional.
A vosotros, Educadores de la juventud, que en cada continente trabajáis
incansablemente para formar las conciencias en el camino de la comprensión y
del diálogo.
Y me dirijo también a vosotros, hombres y mujeres que sentís la tentación de
recurrir al terrorismo como instrumento inaceptable, comprometiendo así,
desde la raíz, la causa por la cual estáis combatiendo.
Escuchad todos el humilde llamamiento del sucesor de Pedro que grita: ¡Aún
hoy, al inicio del nuevo año 2004, la paz es posible. Y, si es posible, la
paz es también una necesidad apremiante.
Una iniciativa concreta
1. El primer Mensaje para la Jornada Mundial de la Paz
<http://www.vatican.va/holy_father/john_paul_ii/messages/peace/documents/hf_
jp-ii_mes_19781221_xii-world-day-for-peace_sp.html> , al inicio de enero de
1979, se centraba en el lema: « Para lograr la paz, educar a la paz ».
Con aquel Mensaje de Año Nuevo se continuaba el plan trazado por Pablo VI,
el cual había querido para el 1 de enero de cada año la celebración de una
Jornada Mundial de oración por la Paz. Recuerdo las palabras del mencionado
Pontífice en el Año Nuevo de 1968: « Sería nuestro deseo que después, cada
año, esta celebración se repitiese como presagio y como promesa, al
principio del calendario que mide y describe el camino de la vida en el
tiempo, de que sea la Paz con su justo y benéfico equilibrio la que domine
el desarrollo de la historia futura ».(1
<http://www.vatican.va/holy_father/john_paul_ii/messages/peace/documents/hf_
jp-ii_mes_20031216_xxxvii-world-day-for-peace_sp.html#fn1> )
Haciendo mío el deseo expresado por mi venerado Predecesor en la Cátedra de
Pedro, cada año he mantenido esta noble tradición dedicando el primer día
del año civil a la reflexión y la oración por la paz en el mundo.
En los veinticinco años de Pontificado, que el Señor me ha concedido hasta
ahora, no he dejado de levantar mi voz, ante la Iglesia y ante el mundo,
para invitar a los creyentes, así como a todas las personas de buena
voluntad, a hacer propia la causa de la paz, para contribuir a la
realización de este bien primordial, asegurando así al mundo una era mejor,
en serena convivencia y respeto recíproco.
Este año siento también el deber de invitar a los hombres y mujeres de cada
continente a celebrar una nueva Jornada Mundial de la Paz. En efecto, la
humanidad necesita más que nunca reencontrar la vía de la concordia, al
estar estremecida por egoísmos y odios, por afán de poder y deseos de
venganza.
La ciencia de la paz
2. Los once Mensajes dirigidos al mundo por el Papa Pablo VI
<http://www.vatican.va/holy_father/paul_vi/messages/peace/index_sphtm> han
trazado progresivamente las coordenadas del camino a recorrer para alcanzar
el ideal de la paz. Poco a poco el gran Pontífice fue ilustrando los
diversos capítulos de una verdadera y propia « ciencia de la paz ». Puede
ser útil recordar los temas de los Mensajes dejados por el Papa Montini para
dicha ocasión.(2
<http://www.vatican.va/holy_father/john_paul_ii/messages/peace/documents/hf_
jp-ii_mes_20031216_xxxvii-world-day-for-peace_sp.html#fn2> )Cada uno de
ellos conserva aún hoy una gran actualidad. Incluso frente al drama de las
guerras que, al comienzo del Tercer Milenio, todavía ensangrientan las
regiones del mundo, sobre todo en Oriente Medio, estos escritos, en algunos
de sus pasajes, tienen el valor de avisos proféticos.
Glosario de la paz
3. Por mi parte, a lo largo de estos veinticinco años de Pontificado, he
procurado avanzar por el camino iniciado por mi venerado Predecesor. Al
comienzo de cada nuevo año, he exhortado a las personas de buena voluntad a
reflexionar, a la luz de la razón y de la fe, sobre los diversos aspectos de
una convivencia ordenada.
Ha surgido así una síntesis de doctrina sobre la paz, que es como un
glosario sobre este argumento fundamental; un glosario fácil de entender
para quien tiene el ánimo bien dispuesto, pero al mismo tiempo extremamente
exigente para toda persona sensible al porvenir de la humanidad.(3
<http://www.vatican.va/holy_father/john_paul_ii/messages/peace/documents/hf_
jp-ii_mes_20031216_xxxvii-world-day-for-peace_sp.html#fn3> )
Los distintos aspectos de la paz ya han sido ilustrados abundantemente.
Ahora no queda más que actuar para que el ideal de la convivencia pacífica,
con sus precisas exigencias, entre en la conciencia de los individuos y de
los pueblos. Los cristianos sentimos, como característica propia de nuestra
religión, el deber de formarnos a nosotros mismos y a los demás para la paz
. En efecto, para el cristiano proclamar la paz es anunciar a Cristo que es
« nuestra paz » (Ef 2,14) y anunciar su Evangelio que es « el Evangelio de
la paz » (Ef 6,15), exhortando a todos a la bienaventuranza de ser «
constructores de la paz » (cf. Mt 5,9).
Educar a la paz
4. En el Mensaje para la Jornada Mundial de la Paz del 1o de enero de 1979
<http://www.vatican.va/holy_father/john_paul_ii/messages/peace/documents/hf_
jp-ii_mes_19781221_xii-world-day-for-peace_sp.html> dirigía ya este
llamamiento: « Para lograr la paz, educar a la paz ». Esto es hoy más
urgente que nunca porque los hombres, ante las tragedias que siguen
afligiendo a la humanidad, están tentados de abandonarse al fatalismo, como
si la paz fuera un ideal inalcanzable.
La Iglesia, en cambio, ha enseñado siempre y sigue enseñando una evidencia
muy sencilla: la paz es posible. Más aún, la Iglesia no se cansa de repetir:
la paz es necesaria. Ésta se ha de construir sobre las cuatro bases
indicadas por el Beato Juan XXIII en la Encíclica Pacem in terris
<http://www.vatican.va/holy_father/john_xxiii/encyclicals/documents/hf_j-xxi
ii_enc_11041963_pacem_sp.html> : la verdad, la justicia, el amor y la
libertad. Se impone, pues, un deber a todos los amantes de la paz: educar a
las nuevas generaciones en estos ideales, para preparar una era mejor para
toda la humanidad.
Educar a la legalidad
5. En este cometido de educar a la paz, se ve la urgente necesidad de
enseñar a los individuos y los pueblos a respetar el orden internacional y
observar los compromisos asumidos por las Autoridades, que los representan
legítimamente. La paz y el derecho internacional están íntimamente unidos
entre sí: el derecho favorece la paz.
Desde los albores de la civilización, las agrupaciones humanas que se
formaron establecieron acuerdos y pactos para evitar el uso arbitrario de la
violencia y buscar una solución pacífica a las controversias que surgían.
Además de los ordenamientos jurídicos de cada pueblo, se formó
progresivamente otro conjunto de normas que fue calificado como jus gentium
(derecho de gentes). Con el paso del tiempo, éste se fue difundiendo y
precisando a la luz de las vicisitudes históricas de los pueblos.
Este proceso tuvo notable auge con el nacimiento de los Estados modernos. A
partir del siglo XVI juristas, filósofos y teólogos se dedicaron a elaborar
los diversos capítulos del derecho internacional, basándolo en postulados
fundamentales del derecho natural. En este proceso tomaron forma, con mayor
fuerza, unos principios universales que son anteriores y superiores al
derecho interno de los Estados, y que tienen en cuenta la unidad y la común
vocación de la familia humana.
Entre todos estos principios destaca ciertamente aquél según el cual pacta
sunt servanda: los acuerdos firmados libremente deben ser cumplidos. Ésta es
la base y el presupuesto inderogable de toda relación entre las partes
contratantes responsables. Su violación llevaría a una situación de
ilegalidad y de consiguientes roces y contraposiciones, que tendrían
repercusiones negativas duraderas. Es oportuno recordar esta regla
fundamental, sobre todo en los momentos en que se percibe la tentación de
apelar al derecho de la fuerza más que a la fuerza del derecho.
Uno de estos momentos fue sin duda el drama que experimentó la humanidad
durante la segunda guerra mundial: una espiral de violencia, destrucción y
muerte, como nunca se había conocido hasta entonces.
La observancia del derecho
6. Aquella guerra, con los horrores y las terribles violaciones de la
dignidad humana que causó, llevó a una renovación profunda del ordenamiento
jurídico internacional. La defensa y promoción de la paz fueron el centro de
un sistema normativo e institucional actualizado ampliamente. Para proteger
la paz y la seguridad global, y fomentar los esfuerzos de los Estados para
mantener y garantizar estos bienes fundamentales de la humanidad, los
Gobiernos crearon una organización específica al respecto –la Organización
de las Naciones Unidas– con un Consejo de Seguridad dotado de amplios
poderes de acción. Como eje del sistema se puso la prohibición del recurso a
la fuerza. Una prohibición que, según el conocido Cap. VII de la Carta de
las Naciones Unidas, prevé únicamente dos excepciones. Una confirma el
derecho natural a la legítima defensa, que se ha de ejercer según las
modalidades previstas en el ámbito de las Naciones Unidas; por consiguiente,
dentro también de los tradicionales límites de la necesidad y de la
proporcionalidad.
La otra excepción es el sistema de seguridad colectiva, que atribuye al
Consejo de Seguridad la competencia y responsabilidad para el mantenimiento
de la paz, con poder de decisión y amplia discrecionalidad.
El sistema elaborado con la Carta de las Naciones Unidas debía haber
preservado a « las futuras generaciones del azote de la guerra, que dos
veces, en el arco de tiempo de una vida humana, ha infligido indecibles
sufrimientos a la humanidad ».(4
<http://www.vatican.va/holy_father/john_paul_ii/messages/peace/documents/hf_
jp-ii_mes_20031216_xxxvii-world-day-for-peace_sp.html#fn4> ) En los decenios
sucesivos, sin embargo, la división de la comunidad internacional en bloques
contrapuestos, la guerra fría en una parte del globo terrestre, así como los
violentos conflictos surgidos en otras regiones y el fenómeno del
terrorismo, han producido un alejamiento creciente de las previsiones y
expectativas de la inmediata posguerra.
Un nuevo ordenamiento internacional
7. Sin embargo, es preciso reconocer que la Organización de las Naciones
Unidas, incluso con límites y retrasos debidos en gran parte al
incumplimiento por parte de sus miembros, ha contribuido a promover
notablemente el respeto de la dignidad humana, la libertad de los pueblos y
la exigencia del desarrollo, preparando el terreno cultural e institucional
sobre el cual construir la paz.
La acción de los Gobiernos nacionales recibirá un gran impulso al constatar
que los ideales de las Naciones Unidas están muy extendidos, especialmente a
través de los gestos concretos de solidaridad y de paz de tantas personas
que trabajan en las Organizaciones No Gubernativas y en los Movimientos en
favor de los derechos humanos.
Se trata de un significativo estímulo para una reforma que capacite a la
Organización de las Naciones Unidas para funcionar eficazmente en la
consecución de sus propios objetivos estatutarios, todavía válidos: « la
humanidad, enfrentada a una etapa nueva y más difícil de su auténtico
desarrollo, necesita hoy un grado superior de ordenamiento internacional »(5
<http://www.vatican.va/holy_father/john_paul_ii/messages/peace/documents/hf_
jp-ii_mes_20031216_xxxvii-world-day-for-peace_sp.html#fn5> ) Los Estados
deben considerar este objetivo como una precisa obligación moral y política,
que requiere prudencia y determinación. Renuevo a este respecto el deseo
formulado en 1995: « Es preciso que la Organización de las Naciones Unidas
se eleve cada vez más de la fría condición de institución de tipo
administrativo a la de ser centro moral, en el que todas las naciones del
mundo se sientan en su casa, desarrollando la conciencia común de ser, por
así decir, una “familia de naciones” ».(6
<http://www.vatican.va/holy_father/john_paul_ii/messages/peace/documents/hf_
jp-ii_mes_20031216_xxxvii-world-day-for-peace_sp.html#fn6> )
La plaga funesta del terrorismo
8. Hoy el derecho internacional tiene dificultades para ofrecer soluciones a
las situaciones conflictivas derivadas de los cambios en el panorama del
mundo contemporáneo. En efecto, estas mismas situaciones cuentan
frecuentemente entre sus protagonistas con agentes que no son Estados, sino
entes derivados de la disgregación de los Estados mismos, o vinculados a
reivindicaciones independentistas, o bien relacionados con aguerridas
organizaciones criminales. Un ordenamiento jurídico constituido por normas
elaboradas a lo largo de los siglos para regular las relaciones entre
Estados soberanos encuentra dificultades para hacer frente a conflictos en
los que intervienen también entes no asimilables a las características
tradicionales de un Estado. Esto vale, concretamente, para el caso de los
grupos terroristas.
La plaga del terrorismo se ha hecho más virulenta en estos últimos años y ha
producido masacres atroces que han obstaculizado cada vez más el proceso del
diálogo y la negociación, exacerbando los ánimos y agravando los problemas,
especialmente en Oriente Medio.
Sin embargo, para lograr su objetivo, la lucha contra el terrorismo no puede
reducirse sólo a operaciones represivas y punitivas. Es esencial que incluso
el recurso necesario a la fuerza vaya acompañado por un análisis lúcido y
decidido de los motivos subyacentes a los ataques terroristas. Al mismo
tiempo, la lucha contra el terrorismo debe realizarse también en el plano
político y pedagógico: por un lado, evitando las causas que originan las
situaciones de injusticia de las cuales surgen a menudo los móviles de los
actos más desesperados y sanguinarios; por otro, insistiendo en una
educación inspirada en el respeto de la vida humana en todas las
circunstancias. En efecto, la unidad del género humano es una realidad más
fuerte que las divisiones contingentes que separan a los hombres y los
pueblos.
En la necesaria lucha contra el terrorismo, el derecho internacional ha de
elaborar ahora instrumentos jurídicos dotados de mecanismos eficientes de
prevención, control y represión de los delitos. En todo caso, los Gobiernos
democráticos saben bien que el uso de la fuerza contra los terroristas no
puede justificar la renuncia a los principios de un Estado de derecho.
Serían opciones políticas inaceptables las que buscasen el éxito sin tener
en cuenta los derechos humanos fundamentales, dado que !el fin nunca
justifica los medios¡
Aportación de la Iglesia
9. « Bienaventurados los que trabajan por la paz, porque ellos serán
llamados hijos de Dios » (Mt 5,9). ¿Cómo esta palabra, que invita a
trabajar en el inmenso campo de la paz, podría tener resonancias tan
intensas en el corazón humano si no correspondiera a un anhelo y una
esperanza que nosotros tenemos de manera imborrable? Y, ¿por qué otro motivo
los que trabajan por la paz serán llamados hijos de Dios, si no es porque
Él, por su naturaleza, es el Dios de la paz? Precisamente por esto, en el
anuncio de salvación que la Iglesia propaga por todo el mundo hay elementos
doctrinales de fundamental importancia para la elaboración de los principios
necesarios para una pacífica convivencia entre las Naciones.
Las vicisitudes históricas enseñan que la edificación de la paz no puede
prescindir del respeto de un orden ético y jurídico, según el antiguo
adagio: « Serva ordinem et ordo servabit te » (conserva el orden y el
orden te conservará a ti). El derecho internacional debe evitar que
prevalezca la ley del más fuerte. Su objetivo esencial es reemplazar « la
fuerza material de las armas con la fuerza moral del derecho »,(7
<http://www.vatican.va/holy_father/john_paul_ii/messages/peace/documents/hf_
jp-ii_mes_20031216_xxxvii-world-day-for-peace_sp.html#fn7> ) previendo
sanciones apropiadas para los transgresores, además de la debida reparación
para las víctimas. Esto ha de valer también para aquellos gobernantes que
violen impunemente la dignidad y los derechos humanos con el pretexto
inaceptable de que se trata de cuestiones internas de su Estado.
Dirigiéndome al Cuerpo Diplomático acreditado ante la Santa Sede, el 13 de
enero de 1997
<http://www.vatican.va/holy_father/john_paul_ii/speeches/1997/january/docume
nts/hf_jp-ii_spe_13011997_diplomatic-corps_sp.html> , indicaba en el Derecho
internacional un instrumento de primer orden para la búsqueda de la paz: «
El derecho internacional ha sido durante mucho tiempo un derecho de la
guerra y de la paz. Creo que está llamado cada vez más a ser exclusivamente
un derecho de la paz concebida en función de la justicia y de la
solidaridad. Y, en este contexto, la moral debe fecundar el derecho; ella
puede ejercer también una función de anticipación del derecho, en la medida
en que indica la dirección de lo que es justo y bueno ».(8
<http://www.vatican.va/holy_father/john_paul_ii/messages/peace/documents/hf_
jp-ii_mes_20031216_xxxvii-world-day-for-peace_sp.html#fn8> )
A lo largo de los siglos, ha sido relevante la contribución doctrinal
ofrecida por la Iglesia –a través de la reflexión filosófica y teológica de
numerosos pensadores cristianos– para orientar el derecho internacional
hacia el bien común de toda la familia humana. En la historia contemporánea
concretamente, los Papas no han dudado en subrayar la importancia del
derecho internacional como garantía de la paz, con la convicción de que «
frutos de justicia se siembran en la paz para los que procuran la paz » (St
3, 18). La acción de la Iglesia –mediante sus propios instrumentos– está
comprometida en este sentido, a la luz perenne del Evangelio y con la ayuda
indispensable de la oración.
La civilización del amor
10. Al final de estas reflexiones considero obligado, no obstante, recordar
que, para instaurar la verdadera paz en el mundo, la justicia ha de
complementarse con la caridad. El derecho es, ciertamente, el primer camino
que se debe tomar para llegar a la paz. Y los pueblos deben ser formados en
el respeto de este derecho. Pero no se llegará al final del camino si la
justicia no se integra con el amor. A veces, justicia y amor aparentan ser
fuerzas antagónicas. Verdaderamente, no son más que las dos caras de una
misma realidad, dos dimensiones de la existencia humana que deben
completarse mutuamente. Lo confirma la experiencia histórica. Ésta enseña
cómo, a menudo, la justicia no consigue liberarse del rencor, del odio e
incluso de la crueldad. Por sí sola, la justicia no basta. Más aún, puede
llegar a negarse a sí misma, si no se abre a la fuerza más profunda que es
el amor.
Por eso he recordado varias veces a los cristianos y a todas las personas de
buena voluntad la necesidad del perdón para solucionar los problemas, tanto
de los individuos como de los pueblos. ¡No hay paz sin perdón! Lo repito
también en esta circunstancia, teniendo concretamente ante los ojos la
crisis que sigue arreciando en Palestina y en Medio Oriente. No se
encontrará una solución a los graves problemas que aquejan a las poblaciones
de aquellas regiones, desde hace demasiado tiempo, hasta que no se decida
superar la lógica de la estricta justicia para abrirse también a la del
perdón.
El cristiano sabe que el amor es el motivo por el cual Dios entra en
relación con el hombre. Es también el amor lo que Él espera como respuesta
del hombre. Por eso el amor es la forma más alta y más noble de relación de
los seres humanos entre sí. El amor debe animar, pues, todos los ámbitos de
la vida humana, extendiéndose igualmente al orden internacional. Sólo una
humanidad en la que reine la « civilización del amor » podrá gozar de una
paz auténtica y duradera.
Al principio de un nuevo año deseo recordar a las mujeres y a los hombres de
cada lengua, religión y cultura el antiguo principio: « Omnia vincit amor!
» (Todo lo vence el amor) ¡Sí, queridos hermanos y hermanas de todas las
partes del mundo, al final vencerá el amor! Que cada uno se esfuerce para
que esta victoria llegue pronto. A ella, en el fondo, aspira el corazón de
todos.
Vaticano, 8 de diciembre de 2003.
JUAN PABLO II
(1
<http://www.vatican.va/holy_father/john_paul_ii/messages/peace/documents/hf_
jp-ii_mes_20031216_xxxvii-world-day-for-peace_sp.html#fnref1> )Insegnamenti,
V (1967), 620.
(2
<http://www.vatican.va/holy_father/john_paul_ii/messages/peace/documents/hf_
jp-ii_mes_20031216_xxxvii-world-day-for-peace_sp.html#fnref2> )1968: 1o de
enero: Jornada Mundial de la Paz
1969: La promoción de los derechos del hombre, camino hacia la paz
1970: Educarse para la paz a través de la reconciliación
1971: Todo hombre es mi hermano
1972: Si quieres la paz, trabaja por la justicia
1973: La paz es posible
1974: La paz depende también de ti
1975: La reconciliación, camino hacia la paz
1976: Las verdaderas armas de la paz
1977: Si quieres la paz, defiende la vida
1978: No a la violencia, sí a la paz
(3
<http://www.vatican.va/holy_father/john_paul_ii/messages/peace/documents/hf_
jp-ii_mes_20031216_xxxvii-world-day-for-peace_sp.html#fnref3> )Siguen los
temas de las 25 sucesivas Jornadas Mundiales de la Paz:
1979: Para lograr la paz, educar a la paz
1980: La verdad, fuerza de la paz
1981: Para servir a la paz, respeta la libertad
1982: La paz, don de Dios confiado a los hombres
1983: El diálogo por la paz, una urgencia para nuestro tiempo
1984: La paz nace de un corazón nuevo
1985: La paz y los jóvenes caminan juntos
1986: La paz es un valor sin fronteras. Norte-Sur, Este-Oeste: una
sola paz
1987: Desarrollo y solidaridad: dos claves para la paz
1988: La libertad religiosa, una condición para la pacífica convivencia
1989: Para construir la paz, respeta las minorías
1990: Paz con Dios creador, paz con todas las criaturas
1991: Si quieres la paz, respeta la conciencia de cada persona
1992: Creyentes unidos en la construcción de la paz
1993: Si quieres la paz, sal al encuentro del pobre
1994: De la familia nace la paz de la familia humana
1995: La mujer: educadora para la paz
1996: Demos a los niños un futuro de paz
1997: Ofrece el perdón, recibe la paz
1998: De la justicia de cada uno nace la paz para todos
1999: El secreto de la verdadera paz reside en el respeto de los derechos
humanos
2000: Paz en la tierra a los hombres que Dios ama
2001: Diálogo entre culturas para una civilización del amor y la paz
2002: No hay paz sin justicia, no hay justicia sin perdón
2003: « Pacem in terris »: una tarea permanente
(4
<http://www.vatican.va/holy_father/john_paul_ii/messages/peace/documents/hf_
jp-ii_mes_20031216_xxxvii-world-day-for-peace_sp.html#fnref4> )Preámbulo.
(5
<http://www.vatican.va/holy_father/john_paul_ii/messages/peace/documents/hf_
jp-ii_mes_20031216_xxxvii-world-day-for-peace_sp.html#fnref5> )Carta enc.
Sollicitudo rei socialis, 43: AAS 80 (1988), 575.
(6
<http://www.vatican.va/holy_father/john_paul_ii/messages/peace/documents/hf_
jp-ii_mes_20031216_xxxvii-world-day-for-peace_sp.html#fnref6> )Discurso ante
la Asamblea General de las Naciones Unidas, Nueva York (5 octubre 1995), 14:
L'Osservatore Romano, ed. semanal en lengua española (13 octubre 1995), p.
9.
(7
<http://www.vatican.va/holy_father/john_paul_ii/messages/peace/documents/hf_
jp-ii_mes_20031216_xxxvii-world-day-for-peace_sp.html#fnref7> )Benedicto XV,
Appello ai Capi dei popoli belligeranti, 1 enero 1917: AAS 9 (1917), 422.
(8
<http://www.vatican.va/holy_father/john_paul_ii/messages/peace/documents/hf_
jp-ii_mes_20031216_xxxvii-world-day-for-peace_sp.html#fnref8> )N. 4:
L'Osservatore Romano, ed. semanal en lengua española (17 enero 1997), p. 6.
http://www.vatican.va/holy_father/john_paul_ii/messages/peace/documents/hf_j
p-ii_mes_20031216_xxxvii-world-day-for-peace_sp.html
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