Asunto: | [RedLuz] el panal / sufimexico.org / Orden Sufi Halveti Yerrahi / Boletin de la Comunidad / Año II Vol. 5125 de julio de 2005 | Fecha: | Martes, 26 de Julio, 2005 20:02:02 (-0500) | Autor: | RedAmor <redanahuak @...............mx>
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From: Alfredo Ponce <taiaualpa@...>
Date: Tue, 26 Jul 2005 23:35:25 +0000
To: redanahuak@...
From: "Orden Sufi Halveti Yerrahi" <ashki@...>
Subject: el panal
Date: Mon, 25 Jul 2005 02:04:49 -0500
el panal
Boletín de la Comunidad Yerráhi de México, Año II Vol. 51
25 de julio de 2005
www.sufimexico.org
¡Salams!
Luz
(Meditación sobre el Sagrado Corán 24:35)
Llamándose a Sí Misma Al-láh, la Fuente Suprema es la Única Luz que ilumina
todo reino celestial y terrenal. Mi amado Mujámmad, por favor transmite esta
profunda meditación: La Luz de Al-láh es la ventana que se abre más allá de
toda la creación. En el alféizar de esta ventana resplandeciente descansa la
preciosa lámpara del alma humana, cuya llama pura y constante, está
protegida por el cristal transparente del corazón que reluce delicadamente,
como una estrella, con la luz del alma. Esta lámpara, encendida sólo por el
Amor Divino, arde con el aceite aromático del Árbol de la Vida, ese Árbol
trascendente que no se halla en ningún lugar de la Tierra, ni en el Este ni
en el Oeste. Este fragante aceite de sabiduría irradia iluminación
espontáneamente, sin necesidad de ser tocado por algún fuego terrenal. Así,
la luz del alma y la Fuente de la Luz detrás de ella, se mezclan, se funden,
y reaparecen en el misterio de la eterna compañía, como la Luz de Al-láh
dentro de la Luz de Al-láh.
Hablando de este modo a la humanidad, con el lenguaje figurativo más sutil,
la Fuente de la Sabiduría guía hacia la iluminación a quien sea que Ella
quiere, pues Al-láh es la Conciencia Una todo abarcadora.
Sheij Nur al Jerrahi
En esta edición:
a.. Para aprender a 'ser'
a.. Carta Abierta de la Orden Jerrahi de México
a.. Jhutba: La Afirmación
a.. El Pulso de la Miel
a.. Inspiraciones del Sura Maryam
a.. Poema 'El Colibrí' de Ahmed Munir
Carta Abierta de la Orden Jerrahi de México
En el nombre de Dios, el Misericordioso, el infinitamente Compasivo
La vasta mayoría de los más de 1,000 millones de musulmanes que habitan hoy
el mundo, viven en armonía con los principios universales de paz que la
tradición sagrada del Islam propone al ser humano. Se puede decir aún más,
este enorme número de personas actúa de manera pacífica y constructiva a
pesar de las injusticias inherentes al orden mundial imperante y las que
surgen de vivir -en muchos casos- en regímenes políticos nacionales
represivos. Digámoslo nuevamente como por primera vez: esta abrumadora
mayoría de los seres humanos que afirman el Islam, condenan -junto a los
practicantes de todas las religiones vivas y a los no creyentes interesados
en la paz- la violencia que arremete contra la vida y contra las fibras que
mantienen en equilibrio la existencia planetaria.
Sin embargo, la interpretación que se ha hecho del dramático desarrollo de
acontecimientos mundiales tales como:
· los ataques terroristas de mercenarios de al Qaeda contra los Estados
Unidos de América,
· y la consiguiente decisión de la Administración Bush de invadir Afganistán
e Irak, como parte de su guerra 'duradera' contra el terrorismo,
· así como los subsiguientes ataques en Madrid, Bali y Londres que cobraron
decenas de vidas, ha servido para arraigar la percepción de que la tradición
sagrada del Islam está, de alguna manera, especialmente ligada con la
violencia terrorista.
Ciertamente, las reacciones de ciertos grupos, que ante conflictos políticos
y económicos escogen la violencia en nombre de una religión, como medio de
lucha para perseguir sus intereses, no deben confundirnos.
El Islam es la principal víctima de los atentados terroristas realizados por
algunos grupos que falsamente se autodenominan "islámicos", porque tales
atentados no sólo cobran la vida de numerosos musulmanes, sino que también
dañan la imagen del Islam, hacen crecer los sentimientos antiislámicos y
sólo sirven a los intereses de quienes promulgan la violencia, del todo
contraria a las enseñanzas del santo Corán, la escritura revelada del Islam.
(El término coránico más asociado con la violencia es yihad, incorrectamente
traducida como "guerra santa" y tenida por tal y, en consecuencia, para
muchos en Occidente ha llegado a representar al Islam como una religión de
violencia y terrorismo, en gran medida debido a que grupos de militantes
políticos extremistas que se autodenominan yihadistas incitan a la
violencia. La realidad es que en la teología islámica la guerra puede estar
justificada o no, pero nunca es 'santa'. "Yihad" es un amplio concepto que
designa un esfuerzo de cualquier tipo para la consecución de un fin
encomiable. En la tradición religiosa del Islam la más importante forma de
yihad, el 'Yihad al'Ákbar, o yihad Mayor, consiste en el esfuerzo conciente
y permanente de purificar el alma del ser humano de todo vestigio de
animalidad).
En realidad, el mundo entero es testigo de cómo gran parte de la comunidad
islámica carga hoy con el mayor peso del dolor y la desesperación que
provocan tanto los actos inmisericordes de ciertos grupos políticos
extremistas como el terrorismo de estado. Sin embargo, este hecho se soslaya
sutilmente cuando se confunde al conjunto del pueblo musulmán con esta
minoría que escoge vías violentas y extremas para la actuación política,
argumentando que lo hace en nombre de la religión pese a la evidente
contradicción implícita. Los grupos extremistas sólo encubren su extravío
mediante interpretaciones falseadas y manipuladas de los textos sagrados,
que intentan confundirnos para tratar de ganar apoyo popular y conseguir
nuevos adeptos.
Por el contrario, los esfuerzos que pueden aportar luz y claridad son
aquellos que tratan de alcanzar la raíz de estas problemáticas, afirmando el
principio universal de la diversidad y reconociendo las dolorosas
consecuencias a las que nos llevan la intolerancia, la negación del otro
-religioso, étnico, político- y el fundamentalismo. Este último, en lugar de
apegarse a los fundamentos, como pretende, consiste en afirmar como única y
legítima opción, como verdad inapelable y definitiva sus propios puntos de
vista religiosos, políticos, económicos o culturales. Junto a la mayoría de
los musulmanes del mundo, vemos cómo en la actualidad se tratan de imponer
las posturas más extremistas e impositivas (asociadas con el Islam, el
Cristianismo, el nacionalismo, etc.), en lo que parece ser una era de
grandes cambios e incertidumbre en todos los órdenes.
La naturaleza y la extensión del prejuicio es tal, que permite a su
inherente toxicidad actuar en la mañana sobre los inmigrantes mexicanos, en
la tarde sobre los musulmanes, y en la noche de ese mismo día sobre las
mujeres, los judíos, los indígenas, los homosexuales o los niños. El
lenguaje construye realidades y también mentiras, puentes de comunicación o
barreras infranqueables. Todas aquellas palabras que apuntalan de manera
obvia o velada un prejuicio, que alimentan odios y contribuyen a la creación
de un enemigo en el imaginario colectivo, operan como armas. Apostar al
prejuicio de manera conciente o inconciente, no produce ganadores; todos
perdemos aunque no nos parezca evidente. Descubrir y señalar la inmensa
diversidad de matices, las múltiples diferencias -abismales o sutiles- que
conviven en la interpretación de universos tan vastos como el que se señala
cuando se dice Islam, o Cristianismo, o sencillamente Distrito Federal, es
el mejor antídoto contra la violencia y el más básico ejercicio de nuestra
responsabilidad ética como habitantes de México y el mundo.
Por ello, invitamos a todos los miembros de la prensa, a los funcionarios de
las organizaciones internacionales, así como a los de nuestro gobierno, y al
público en general, en todos los niveles de la sociedad mexicana, a
expresarse públicamente con delicadeza y sabiduría evitando vincular al
Islam y a los musulmanes con el terrorismo. Es indispensable hacer una clara
distinción entre los grupos terroristas -de la filiación religiosa o
política que sean- y la inmensa población, -una quinta parte de la
humanidad- que dignifica y embellece la faz de la tierra practicando en
silencio la nobleza de la ética islámica, día a día. Nuestra invitación
tiene el propósito de abrir espacios de evolución colectiva que construyan
un presente luminoso y desalienten el prejuicio en todas y cada una de sus
expresiones.
ORDEN SUFI HALVETI JERRAHI DE MÉXICO A. R., MÉXICO, 11 DE JULIO DE 2005
Jhutba: La Afirmación
786
Bismiláh ir-Rajmán ir-Rajim
Málika, 22 de julio de 2005
El Sagrado Corán revela:
Mi amado Mujámmad, todo lo que se manifiesta como existencia planetaria o
celestial, pertenece a la Fuente Suprema que habla a través de ti. Aquellos
cuyas vidas enteras se vuelven íntimamente hacia la Fuente de la Vida nunca
se cansan de ser canales del Poder Divino y nunca se sienten demasiado
orgullosos de servir como humildes instrumentos de la Misericordia Divina,
aún en los mínimos detalles de la vida diaria. Con cada aliento, estos
amigos íntimos de Al-láh el Más Alto alaban sin cesar a la Fuente del Amor,
tanto en las horas comunes del día como en las horas secretas de la noche.
El Yo Soy infinito
(Meditación en el Sagrado Corán 21:19-25)
En el yumma pasado, en preparación para recibir a los meses sagrados, vimos
cómo Al-láh el Altísimo nos muestra y nos alienta a ofrecer, durante
nuestras vidas, aquellos actos que hacen noble y consciente el camino de
regreso a la Fuente. Que al manifestarse a través de un ser humano,
despliegan un misterioso poder que nos asciende por el empinado camino
espiritual expandiendo nuestra conciencia hacia la percepción de la
unicidad, hacia la meta y el origen de toda vida, hacia el Amor Divino.
Si ahora cerramos los ojos y concentramos la atención en el pecho, podemos
sentir el pulso del corazón. Se colma de vida y de inmediato la expulsa de
sí mismo para ofrecerla al resto del cuerpo. En cada ciclo, con su
aparentemente insignificante expansión y contracción, moviliza un flujo que
penetra y nutre las células en su particularidad, llevando hasta ellas los
elementos que les son imprescindibles. El impulso que parte del corazón, y
que viaja distribuyendo vida por el cuerpo, ocupa sin dejar ninguna reserva,
la energía que tiene disponible. Consume toda su fuerza cuando se expande y
al contraerse. En un latido se vacía. Nada, ni una sola gota, se retiene
para garantizar el siguiente pulso. La entrega parece ser la cualidad que
mejor expresa la vida, que mejor devela al Viviente.
Volvemos al pecho, el latido singular es apenas una ola sutil y maravillosa
en la superficie oceánica de la vida. Vemos el espacio sagrado que relaciona
un movimiento de corazón con el siguiente como un instante de eternidad, de
vacío. En su silencio, el mandato divino nos afirma, nos da el regalo de la
existencia. Su voz nos atrae a la creación llamándonos por nuestro nombre.
En cada silencio nos abraza con la vida, nos viste con ella, y nos vuelve a
abrazar antes de que el eco anterior se apague. Es el "kun", el Sea divino,
que nos sostiene desde el interior y nos hace emerger. Con la misma
afirmación el Viviente nos recibe abriendo el espacio indispensable para
contener en Sí nuestra existencia.
Lo que percibimos en este aparente silencio de la creación, no es sino el
vacío de nosotros mismos, una especie de puerta abierta desde el abismal
misterio hacia la presencia infinita de Rajmán ir-Rajím. Es aquello que se
designa en la repetición de Jhú, y cuya realidad está presente en el espacio
que separa y limita un pulso de otro y en el que queda entre una exhalación
y una inspiración. Allí se revela la radiancia todo abarcadora del Amor como
un sol de luz tan condensada que pareciera negra.
¿Qué vínculo puede ser más directo e íntimo que éste, que se promete a
nosotros exhalándonos, y nos ama y cumple su promesa atrayéndonos hacia Sí
nuevamente?
El derviche sabe que en su corazón se manifiesta el drama del alma y Su
Señor. Y que el milagro de su pecho, es una parábola que habita en el
corazón de la Realidad, una invitación a recorrer las dimensiones del ser
hasta encontrar la Fuente. Toda la creación y sus planos celestes y
terrenales han sido desplegados en el patio exterior del corazón de lo Único
Real. En su límite, están las puertas de la Intimidad, y allí habita el
derviche, tocando, incansable, a su misterio, buscando al Amado. Lo llama
con las súplicas que Él le enseñó y con aquellas con las cuales lo inspira.
El derviche es un amante que busca volverse hacia la propia Fuente. Vive
entregado a la adoración, a la alabanza, a la contemplación; a la
experiencia conciente del infinito Yo Soy que es Al-láh; a la celebración de
la existencia que Él le ofrece a la humanidad como una promesa de amor. El
derviche es una caña, puede ver el aliento del que ama atravesándolo, y deja
que en ese tránsito, el Amado haga de su añoranza la más bella melodía.
Los derviches no se cansan de ser canal del Poder Divino ni de servir como
instrumentos de la Misericordia Divina. Son asombrados transmisores de amor
y libertad, de consuelo y aceptación, de contención para el dolor y para el
gozo del corazón humano. No se atribuyen a sí mismos los dones que
divinamente Al-láh pone en sus manos para compartir con otros. Reconocen a
cada hermano como una letra del Corán Trascendente, y ven sus vidas como
signos de amor divino. Siguen las huellas proféticas haciéndose sus
servidores. Reconociendo que, como nos revela el Sagrado Corán:
A través de estos seres humanos exaltados y perfeccionados, la Fuente del
Amor hace un llamado dentro del corazón de la humanidad: "No hay seres
conscientes separados del infinito Yo Soy que Yo soy. Por tanto rindan su
ser mismo a la Fuente y Meta del Ser."
Entregarnos a la remembranza de la Fuente Última, sumergirnos de lleno en la
meditación sin imágenes y sin límites revelada a través de todos los
Profetas, servirnos unos a otros concientes de la sola existencia divina, es
una bendita oportunidad durante los meses sagrados. Podremos orar
fervientemente por la humanidad, por su liberación, por su elevación
espiritual.
Suplicamos la bendición divina para el tránsito por ellos como se nos
instruye el Sagrado Corán:
"Más Preciado Al-láh, Tú nos bendijiste con cónyuges e hijos que son una
maravillosa frescura para nuestro ser. Que seamos canales puros del Amor
para todos aquellos que deseen tornarse hacia la Fuente del Amor."
Amín. Y concédenos los dones divinos que prometes a quienes te suplican con
sinceridad que vuelvas sus corazones hacia Ti, llevándolos
"hacia las regiones más elevadas del Paraíso, profundamente adentrados en la
Luz Divina."
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Bismiláh ir-Rajmán ir-Rajím
Mojámmed el Mensajero, que Al-láh continúe concediéndole paz perfecta,
relató este diálogo:
"El Profeta Moisés, que la paz sea con él, una vez suplicó de este modo:
-Oh Señor, enséñame un camino por el cual pueda recordarte y orar para Ti
constantemente.
Al-láh el Altísimo le respondió:
-Repite la ilaja ilaláh, No hay realidad más que la Realidad Suprema.
-Oh Señor. Todos tus siervos afirman esto -replicó Moisés-. Todos repiten la
ilaja ilaláh. ¡Oh Al-láh! Yo anhelo una invocación que me sea dada
únicamente a mí.
-Oh Moisés, si los siete cielos, los sietes niveles de la tierra, y todos
los habitantes en ellos se colocan de un lado de la balanza y la ilaja
ilaláh en el otro, la ilaja ilaláh pesaría más.
Afirmando la unicidad divina, buscamos el recuerdo, servimos, damos en
caridad, nos hacemos humildes, llamamos a la puerta de la unicidad, de la
conciencia unificada. Afirmando la unicidad divina, esperamos ser
manifestados como un corazón que recibe desde su más íntimo secreto todo
tipo de dones y, de inmediato, los distribuye en nombre de Quien es
Infinitamente Misericordioso y Compasivo. Afirmando la unicidad divina,
esperamos oír la voz de la almendra de nuestro corazón diciendo: Mujámmed
abdu-jhú wa rasulu-jhu (Mujámmed es Su siervo y mensajero).
La noble Tradición Oral nos dice que el hermoso Mójámmed (s.a.w.s.)
transmitió estas palabras divinas:
"Yo estoy con mi siervo cuando él Me recuerda, cuando Sus labios musitan por
Mí".
Bismiláh ir Rahmán ir Rahím
Assalam Aleykum, Sheija Amina:
Quiero enviar mis condolencias por Nuh, desde el primer retiro que
compartimos en Tonalli, Nuh y yo siempre nos quisimos muchísimo, y fui
bendecida por su amor, comprensión, alegría, compañía, y dulce refugio.
Éramos el uno para el otro. Nuh está vivo en nuestra Orden cada vez que haya
un gesto de amor entre nosotros.
Bedriye Fátima.Los quiero.
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Sueño de la Mañana del Domingo 17 de Julio, después de Fayr, Nur Isa
Estoy sentado en una cama grande cubierta con un suave edredón
blanco. Del otro lado de la cama está Dujha, vestida con una túnica
azul y con un velo de flores celestes, amarillas, naranjas y azules
sobre los hombros. Nos miramos a los ojos sin decir nada, estamos
esperando noticias, aunque en ese momento no tengo ningún pensamiento
o idea que me de a entender qué clase de noticias esperamos. Suena un
teléfono que hay sobre la cama. Es un teléfono muy antiguo, negro, que
está diseñado con pequeños detalles y relieves en la base y en el
auricular. Contestó el teléfono y, aunque no oigo ninguna voz, sé que
es Nuh. Le digo a Dujha: Es Nuh. Ella dice, Aljamduliláh, tomándose
las manos en un gesto de mucha alegría. Me acuesto dejando colgar mi
cabeza en el borde de la cama y veo que Nuh se acerca vestido con la
misma túnica blanca. Recibo su saludo en la misma posición, lo que me
causó mucha gracia por que no fue fácil darme los besos estando yo
acostado así. Nuh saludó a Dujha y lo único que oí fueron risas entre
los dos. Se paró otra vez al alcance de mi vista (yo segúia con la
cabeza colgando del borde de la cama) y me dijo: "Dujha quería verme
porque quería hacerme una canción, ahora ya la puede hacer". Yo le
respondí: Aljamduliláh".
Él se despidió de nosotros poniendo la mano en su corazón y desapareció,
no distinguí si caminando o en el mismo lugar donde estaba.
Me reincorporé en la cama y miré a Dujha, que estaba irradiando alegría por
todos lados.
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Sueño para amanecer el domingo, 24 de Julio de 2005:
Camino por una calle sin asfaltar de un pueblito muy sencillo y muy
tranquilo que no es de México. No veo gente y todo está en silencio. De mi
lado derecho, alzo la vista y descubro a un hombre joven que está apoyado
con los brazos cruzados en el techo de una azotea mirándome. Tiene el pelo
negro rizado, la piel aceitunada, las cejas negras y pobladas, los ojos muy
negros y muy brillantes y una sonrisa maravillosa. Tiene la candidez y
viveza de los niños. Transmite una simpatía inmensa. Pienso que es un hombre
guapísimo, que se ve muy dulce, bondadoso, firme, pacífico y transparente.
Me derrite verlo. Me habla en un lenguaje que no conozco pero que algo en mí
lo entiende como si fuera una oración. Todo lo que silenciosamente pensé de
él, él me lo dice verbalmente a mí: Que soy la mujer más maravillosa, dulce,
hermosa y un largo etcétera. Me resulta tan sorprendente que este muchacho
esté diciendo eso que miro para atrás pensando que detrás de mí está la
mujer con la que él está hablando. Pero no hay nadie más en esa callecita.
Inmediatamente me dice: "¿Y no nos podemos casar verdad?" "Pues no" le digo
mientras lo sigo mirando muy enamorada. Y me dice, sonriendo con mucha
dulzura: "Bueno, pues entonces ve a buscar el árbol del tawhid, ahí en el
embarcadero."
Al escuchar eso, pienso que esa palabra tiene que ver con el Profeta
Mohámmed y que entonces es algo bueno lo que voy a buscar. Camino como
camina alguien que se acaba de enamorar y llego al embarcadero donde hay una
lancha motora a punto de salir. Hay un barquero y un grupo de unas 15 ó 20
personas vestidas con ropa de camuflaje verde que parecen entre exploradores
y militares. Me siento en el centro de la lanchita, voy vestida de túnica y
taquia, y zarpamos por un río muy ancho, profundo y caudaloso. El lanchero
dice: Vamos a buscar el árbol del tawhid o del tawhasid.
Mientras se da este recorrido que dura mucho tiempo, las personas que van en
la lancha van definiendo los tipos de hojas que ven en los árboles, dicen si
son perennes o no, hablan de los fósiles, de los tipos de piedra y demás.
Son personas totalmente entregadas a la investigación y al estudio, muy
cultas todas ellas pero a ninguna le interesa la vida espiritual. Después de
cierto tiempo de viajar con ellos, me doy cuenta que comienzo a
desesperarme, siento una profunda desazón y no soporto más seguir en la
lancha.
En ésto, escucho a mi derecha el sonido de una familia de mosquitos
invisibles. Sin embargo, aunque son invisibles los veo en sus cuerpos
sutiles. El bsssssssssssss, bsssssssssss, bssssssssss, que hacen es tan
intenso que me penetra los oídos y empiezo a escuchar: "aquíiiiiiii,
aquiiiiiiiiii, aquiiiiiiiiiii". A los que van en la lancha les pregunto que
por qué no hacen caso a la familia de mosquitos que nos está indicando dónde
debemos de parar y me doy cuenta que ellos no los ven ni los oyen, así que
decido quedarme en ese punto del camino.
La lancha se va con los pasajeros por el río y me digo: "éste debe de ser el
árbol" porque eso era lo que indicaban los mosquitos.
El árbol era común y corriente. Me dio miedo pensar que a lo mejor no fuese
ése y que encima saliera algún animal feroz a atacarme. Pero no podía hacer
otra cosa porque ya no era posible para mí regresar a la lanchita.
Al ver el árbol detenidamente me doy cuenta que no era como lo imaginé. En
ese momento mi cuerpo sin que yo le diera ninguna indicación ni por
automatismo se acostó bajo la copa del árbol. El cuerpo cerró los ojos y los
volvió a abrir y vio al árbol con mi cuerpo mirándome desde la copa del
árbol extendido, tal y como estaba en el suelo, pero sin nada de materia,
convertido en luz dorada. La mirada del cuerpo de luz dorada vio ahora el
cuerpo y el árbol abajo, también de luz dorada. Como si fuera un solo árbol
y un solo cuerpo entrelazados donde se entremezclaba todo porque todo era
inmaterial.
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Sueño de Abdel Málik durante su viaje:
Sheij Nur nos visitaba en la tekke en México (aunque el espacio en que
estábamos no se parecía mucho a la tekke) Estábamos muy contentos, y en un
momento dado, yo me acercaba a saludarlo y besar su mano. El estaba sentado
en el piso. Luego yo me quería preparar para girar, era un deseo muy fuerte
de ponerme a girar en presencia de Sheij Nur.
Había un salón grande con una tarima de madera, y veía que al otro extremo
había unos derviches que venían de fuera, con trajes de giradores, y que
iban en fila, medio agachados, como preparándose para empezar el giro. Luego
me encontraba contigo, (Amina) que estabas presidiendo una fila de mujeres
que también iban a girar. Te veías muy contenta. Justo atrás de ti veía
también a Málika, ambas vestidas con túnicas blancas. Luego me acercaba para
volver a saludar a Sheij Nur y él estaba platicando con Musa (de Oregon).
Cuando se retiraba Musa yo me acercaba al Sheij Nur: él tenía el rostro
cubierto por un delgado velo blanco (como de gasa) y estaba como recostado
de lado un poco hacia atrás. Yo besaba su mano y ponía mi frente en ella. Y
luego me incorporaba para empezar a girar.
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Sueño Madrugada del Lunes 18 de Julio; Nur Isa
Vamos, la comunidad, sentados en un pequeño autobús por un camino
campestre. Amina, Málika y Abdl Málik están sentados en la última fila
de asientos. La Sheija se para y camina por por el pasillo con un
crucifijo de plata grande y muy hermoso en sus manos, parte del
crucifijo lo trae envuelto en su túnica blanca. En el crucifijo está
esculpido Jesús, su rostro es hermoso. Ella se acerca a Rahmana y le
dice: este crucifijo lo hicieron en Arabia Saudita, es un crucifijo muy
valioso. Le pasa el crucifijo como regalo. Veo que Rahmana se siente
emocionada por el regalo y lo envuelve también entre sus túnicas. Miro a
Amina que vuelve a su asiento al final del autobús y siento deseos de
decirle algo respecto
al crucifijo pero me detengo porque no quiero importunarla. Ella se
voltea y me pasa otro crucifijo. Pero en este crucifijo la cruz no
tiene brazos y Jesús tiene los brazos libres. El rostro de Jesús toma
vida y veo al Señor hacer gestos muy cómicos y apuntar con sus ojos a
sus brazos libres, los que cambia de posición desde su cintura a su
pecho, y luego otra vez a la cintura. Al ver la completa desenvoltura
del Señor Jesús, haciendo muecas y gracias en el crucifijo me siento
envuelto en risa, no se que decir ni qué hacer, miro a los
derviches en el bus pero nadie parece darse cuenta.
Yo me siento tan inflamado por la emoción y por la risa que siento que el
bus es demasiado pequeño, me monto en la ventana y salto, pero no caigo al
suelo sino que el viento me conduce a un hermoso campo de alfalfa en
cuyo centro hay un enorme Quillay. Miro desde la copa del árbol y me
doy cuenta que estoy cerca del Monasterio Trapense, en Chile.
Junto al quillay hay dos niños jugando y me preguntan si es que puedo volar.
Yo les explico, mientras miro el "crucifijo" que cuelga de mi cuello, que no
es
que pueda volar sino que cuando viene el viento me suelto
completamente y me elevo, pero no puedo elegir la dirección, así que
cuando me acerco a un árbol me agarro fuerte de una rama si es que
quiero detenerme. En ese momento siento que el viento comienza a
soplar con más fuerza y me dejo caer del árbol con el cuerpo relajado,
el viento me toma y me eleva mientras los niños se despiden de mí con
sus manos. Mientras floto el viento pierdo la sensación corporal,
mi cuerpo se vuelve ligero como una pluma, me siento en completo
bienestar. Me acerco a otro gran árbol y me agarro de una alta rama
para detenerme ahí.
Miro a mi alrededor, el campo es extenso y hermoso, el sol brilla con mucha
intensidad y deposita sobre la alfalfa reflejos amarillos que parpadean al
moverse con el viento, como si todo el campo de alfalfa fuera el océano que
se mueve destellando pequeños y luminosos brillos. Me sostengo fuerte de la
rama porque el viento sopla fuerte y mi cuerpo flamea como una
bandera. Siento un suave piquete en el tobillo izquierdo y miro para
ver qué es. Veo una pequeñísima araña blanca que camina por mi
tobillo, la soplo y cae. Me suelto del árbol y vuelo cientos de metros
sobre el campo.
Mi ser entero está concentrado únicamente en mantener
mi cuerpo a disposición del viento, lo suficientemente relajado, sin
pensamientos, sin intención de ir en ninguna dirección particular. El
viento me deposita suavemente en el camino otra vez, justo frente a
una pareja de ancianos que camina lentamente. Me doy cuenta que ellos
quieren ver a Amina, porque quieren conocer al Profeta del Islam, así
que camino con ellos guiándolos hacia el lugar donde recuerdo que el
autobús se detuvo. Mientras caminamos veo una caballeriza rosada, muy
elegante junto al camino, y pienso que para los abuelitos será más
cómodo viajar en caballos, me acerco para entrar y sacar unos
caballos, pues probablemente tengamos que recorrer un trecho largo
hasta dar con el autobús en donde está Amina.
Para aprender
a 'ser'
Sheij Muzaffer Efendi
(Introducción al libro
del Sheij al Ákbar,
M. Ibn al Arabí)
Este tratado, que contiene misterios divinos, es una guía de iluminación
para los que buscan la verdad y la claridad. Los que desean acercarse a Dios
y pasean por el jardín en busca del capullo de rosa del conocimiento
interior deben leer este libro para aprender a "ser". El autor de este libro
es Ibn'Arabí, y todo el que saboree sus palabras entrará en diálogo con él.
Su milagrosa influencia espiritual, tanto en Oriente como en Occidente, está
perfectamente clara. Le ha enseñado a la humanidad el tawhid, la Unidad, y
seguirá iluminándola hasta el del Juicio Final. Sus enseñanzas del milagro
de la Creación y su maravilloso conocimiento, reflejado en libros como
al-Futuhat al Makkiya (Revelaciones de La Meca), Fusús al-hikam (Engarces de
Sabiduría) y otros muchos hasta un número superior a quinientos, dan
testimonio de su importancia. Tenía tantos enemigos como amigos, fanáticos
que, como murciélagos, se deslumbraban ante la luz del santo.
Algunos hombres se hacen enemigos de lo que no conocen, no pueden conocer y
no pueden entender. Incluso los que le llamaban al-sheij al-akbar ("el Más
Grande Sheij") se contaban entre los que no lo entendían. Había hasta
quienes lo odiaban. El santo no sólo no olvidó a esa gente mezquina, sino
que declaró que intercedería por ellos en el Día del Juicio Final, ya que
habían tenido la desgracia de no haberlo comprendido.
Ciertamente, igual que el joyero conoce el valor del oro, el sabio conoce el
valor de la sabiduría y el Hombre Completo olvida la mezquindad del
ignorante. Esta compasión del santo es una prueba suficiente de su
perfección. Un día, uno de los contrarios a Ibn Arabí enfermó. El sheij fue
a visitarlo. Llamó a la puerta y rogó a la mujer del hombre enfermo que le
anunciase que venía a rendirle su respeto. La mujer llevó el mensaje y,
cuando regresó, dijo al sheik que su marido no deseaba verlo. Le dijo que no
tenía nada que hacer en aquella casa. Su lugar adecuado era el templo. El
sheij dio las gracias a la mujer y le dijo que, como un buen hombre como su
marido no lo mandaría a ningún sitio malo, le haría caso. Y así, tras orar
por la salud y el bienestar de aquel hombre, el sheij partió hacia el
templo. Cuando llegó se descalzó, entró con humildad y se dirigió lentamente
y en silencio a un rincón, donde se sentó. El oficiante estaba a la mitad de
su sermón, que Ibn Arabí escuchó con suma atención. Durante el sermón el
sheij se dio cuenta de que el oficiante estaba difamando a Jesús,
atribuyéndole que pretendía ser el hijo de Dios. El sheij se levantó y,
cortésmente, hizo una objeción a aquella acusación. "Oh, venerable
oficiante", comenzó, "Jesús Santo no dijo eso. Por el contrario, predijo la
buena noticia de la llegada del Profeta Ahmed (Mahoma, paz y bendiciones
sobre él)". El oficiante negó que Jesús dijera eso. El debate se prolongó.
Finalmente, el sheij, señalando una imagen de Jesús en la pared del templo,
dijo al oficiante que se lo preguntase al propio Jesús. Él contestaría y
daría una solución de una vez por todas. El oficiante protestó con
vehemencia, diciendo que una pintura no puede hablar. La pintura lo hará,
insistió el sheij, porque Dios, que hizo hablar a Jesús cuando era un niño
en los brazos de la Santa Virgen, es capaz de hacer que esta pintura hable
también. La congregación, que seguía este desagradable debate, se excitó
cuando oyó eso. El oficiante se vio obligado a dirigirse a la imagen y le
dijo: "¡Oh, Hijo de Dios!, muéstranos el camino de la verdad; dinos cuál de
los dos tiene razón". Por voluntad de Dios, la pintura se puso a hablar y
contestó: "Yo no soy el Hijo de Dios; soy Su mensajero y detrás de mí vino
el último de los Profetas, el Santo Ahmad; os lo predije y os repito ahora
esta buena noticia". Con este milagro toda la congregación aceptó el Islam
y, encabezados por Ibn Arabí, marcharon por las calles hacia la mezquita.
Cuando pasaron al lado de la casa del hombre enfermo pudieron verlo dentro,
con los ojos desorbitados de asombro, mirando por la ventana a esta curiosa
comitiva. El santo se detuvo y bendijo y dio gracias al hombre que lo había
insultado, diciendo que debía ser alabado por la salvación de todas aquellas
personas. No hubo mucha gente que entendiese al santo durante su vida. Un
día, en Damasco, subió a una montaña para predicar y dijo: "Gentes de
Damasco, el dios que adoráis está bajo mis pies". Cuando oyeron estas
palabras lo encarcelaron y se dispusieron a matarlo. De hecho, según una
tradición, lo martirizaron. Según otra tradición, un sheij de su tiempo,
Abul-Hassan, quitó importancia a sus palabras y lo salvó de la muerte con el
siguiente diálogo: "¿Cómo podría la gente apresar a alguien", preguntó a Ibn
Arabí, "a través de quien se une al mundo de los ángeles con el de los
mortales?" "He dicho mis palabras", replicó el sheij, "en medio de la
embriaguez del estado que describes".
Las palabras y los hechos de Ibn Arabí provocaron en su tiempo reacciones
tan violentas que la gente destruyó su tumba y no dejaron el mínimo vestigio
de ella.
Una de sus muchas afirmaciones enigmáticas fue "Idha dakhala al-sin ila
al-shin/yazhara qabru Muhyiddin", lo que significa: "Cuando la S se junte
con la SH (las letras sin y shin del alfabeto árabe) se descubrirá la tumba
de Muhyiddin". Cuando Selim II, el noveno sultán otomano, conquistó Damasco
en 1516, tuvo conocimiento de esta sentencia por un estudiante de aquel
tiempo llamado Zembilli Ali Efendi, que la interpretó como una profecía de
la siguiente manera: "Cuando Selim (cuyo nombre comienza con la letra árabe
sin) entre en la ciudad de Sham (nombre árabe de Damasco, que empieza por la
letra shin), descubrirá la tumba de Ibn Arabí. Tras esto, el sultán Selim
averiguó, gracias a los teólogos de la ciudad, cuál era el lugar donde el
santo declaró: "El dios que adoráis está bajo mis pies", y cavó allí. Lo
primero que descubrió fue un tesoro de monedas de oro, que revelaron lo que
el santo quiso decir. Casi al lado descubrió su tumba. Con el tesoro que
encontró, el sultán Selim construyó un santuario y una mezquita en el lugar
de la tumba. Aún hoy en día se encuentra en pie en Damasco, en un lugar
llamado Salihiyya, a las faldas del monte Qasiyun. Muhibbudin al-Tabari
atribuye a su madre la siguiente historia:
El Muhyiddin Ibn Arabí estaba en la Kabba pronunciando un sermón acerca del
significado de la Kabba. En mi interior, no estaba de acuerdo con su
enseñanza. Aquella noche, vi al sheij en sueños. En el sueño, Fakhruddin
al-Razi, uno de los principales teólogos de aquel tiempo, llegó en
peregrinación con gran ceremonia y pompa y se puso a dar vueltas alrededor
de la Kabba. Sus ojos se posaron en un pobre hombre, vestido con la capa de
peregrino, que estaba sentado allí, tranquilamente. Se dijo a sí mismo:
"¡Qué insolencia la de ese hombre, no levantarse ante alguien tan importante
como yo!". Un rato después fue a predicar a la gran mezquita de La Meca.
Toda la población de la Ciudad Santa se reunió para escuchar las palabras de
ese gran estudioso que era el autor de la interpretación más importante del
Corán. Fakhruddin al-Razi subió lentamente al púlpito y comenzó: "Oh, gran
congregación de Musulmanes" y de su boca no salió nada más. Cuando llegó a
su casa protestó y oró: "Oh, Señor, ¿qué he hecho yo para que me castigues
con este apuro?" Aquella noche vio en sueños al hombre a quien había
reprochado en su interior no haberse levantado ante él. Era el Muhyiddin Ibn
Arabí. Durante días lo buscó por todas partes. Justo cuando había dado por
inútil la búsqueda, alguien llamó a su puerta e Ibn Arabí apareció ante
ella. Al-Razi le pidió perdón y recobró su sabiduría.
Hace poco tiempo, se dio el caso de otro estudioso, Ibrahim Haleri, el imán
de la Mezquita Fatih de Estambul, un hombre ortodoxo extremista que se
oponía a las enseñanzas religiosas de Ibn´Arabí. Un día, en una discusión
acalorada con partidarios del sheij, dio un pisotón diciendo: "¡Si lo
tuviese aquí, le machacaba la cabeza así!". Cuando hizo eso, pisó un clavo
enorme. La herida nunca sanó y le produjo la muerte (la Mezquita de Fatih
tiene el suelo de piedra, no de madera).
Enlaces en esta edición:
Album de Fotos de nuestros hijos
¡nuevo! Dibujos de nuestros hijos
El Sagrado Corán en castellano
Mujámmad, de M. Lings (Biografía)
Cuentos de la Tradición Sufi
Los Círculos Jerrahi de Nuevo México y Colorado
Inspiraciones
del Sura Maryam
(Dujha)
(40)
Póstrate sobre la alfombra del mundo y bendícela.
Al-lah engrandece
su herencia en ti,
a través de ti.
Cuando El Heredero Único recoja
Su Creación,
que vaya humedecida con lágrimas, bendiciones y besos,
vertidos por Él desde tus ojos y tus labios.
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Bismillàh Ir Rajman Ir Rajim
El viaje de la colibrí
Para ti, Porfi, en tu boda mística...
por Ahmad Munir y Abdel Rendón
Fue un solo instante el estallido de la rosa, su beso,
y el momento que sus pétalos nacieron en mi corazón
Un momento de perlas tintineando en calma
para darme cuenta que Tu nos mirabas, iá Aláh.
Mi madre yacía en su lecho de viaje
y de su mano nos tomaste, Misericordia,
para cantar sin fin y sin principio
una melodía de los tiempos que decía Si
en mil tonos y con mil miradas, solo Si, solo Uno.
Ahí descubrimos la mano de mi abuela que surca
en los campos y que nace y que siembra, y
que mi mamá era una recién nacida volviendo
y fuimos una espiga tan pequeña en Tus ojos
y fue un momento quiza que vi mi alma
tejida en su alma y era una sola alma cantandoTe
Mire frente a mi a las mujeres en el hospital
entrando al arca de la Fuente de la vida, y vimos llover
y una canción suave que se deslizaba en los ojos de mi madre
Naufragamos, oh mi Dios, porque en esa lágrima
de consumación se veía la raíz de los años, el perdón,
y la fresca mañana, infinita, de su regreso a casa
Y supe que esa luz era luz de Luz,
en colores de la Fuente de Muhamad, de Buda, y de Isa
(toda paz y bendición oh Siervos y Purezas)
y que en los jardines interiores de tu Amor
hay una hermosa colibrí que te adora.
Y que la mandas en la noches con miel
al corazón de sus críos que velan
con ella,fascinados,
adoranTe
Oh Misericordia Pura,
Tierna Fuente
Amorosa de cada Ser,
Oh Amor
Iá Shakur, Iá Wadud.
email: ashki@...
web: http://www.sufimexico.org
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