Aunque solo veas programas educativos, la televisión te roba horas, creatividad, vida, interacción con los demás, imaginación y poder de fantasía. Te enrola pasivamente en la vida de otros mientras pospones el vivir la tuya. Te sorprenderías de cómo aprendes a llenar tu tiempo sin esta. No tienes que ser tan radical como yo, por supuesto, y si quieres simplemente baja la cantidad de horas que la tienes encendida y la miras. Hay familias que comienzan su día con las noticias y el aparato va acompañando al hogar en toda actividad, Los deportes – telenovelas para hombres – prevalecen tanto que los restaurantes públicos sienten la obligación de poner televisores en sus premisas para atraer clientes. No entienden cómo interrumpe el tiempo sagrado de comer y la importancia de la interacción humana. El sistema de control mediático está cargado con imaginería violenta y tonterías, que si crees que no afectan a tu familia y a tus hijos, puedes darle otra pensadita en tu tiempo libre. Esas ondas energéticas se quedan en tu espacio vital. Los niños no desarrollan el neo-cortex (o cerebro racional) sino hasta más tarde en la adolescencia, y en las tantas horas que se pasan frente al televisor, los delicados sistemas son blanco fácil para el mundo del consumismo, del drama humano magnificado, y de la banalidad comercializada. Si te gusta el cine, puedes tener un sistema con DVD y selectivamente dejar entrar a tu hogar el material que consideres apto para tu familia. Y no te olvides que la vida misma es más interesante que la televisión, y tu imaginación infinitamente más poderosa.

No se quien lo escribio, pero me parece un excelente consejo.

Lia