Asunto: | [RedLuz] Saludos de Enrique Barrios desde Tasmania | Fecha: | Viernes, 6 de Abril, 2001 00:23:42 (-0700) | Autor: | Ricardo Ocampo-Anahuak Networks <chicanos @...........mx>
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From: www.ebarrios.com <ami@...>
Date: 6 Apr 2001 02:24:12 -0000
To: anahuak@...
Subject: Saludos desde Tasmania
El lunes 2 de Abril 2001 salí del aeropuerto de Barajas, Madrid, hacia el de
Heathrow, Londres, ciudad en la que no había estado nunca.
En Madrid había sol, pero al acercarse el avión a Inglaterra el cielo se fue
oscureciendo, también las vibras, la energía, el entorno vibratorio.
Poco después sobrevolábamos Londres, río Tamesis incluído, color verde
oscuro a marrón desde la altura. Interesante a pesar de todo, porque Londres
es Londres, tanta historia, aunque vibratoriamente no se me ocurriría irme a
meter allí.
En el aeropuerto, lo mismo, o peor: oscuridad, densidad, y todo
increíblemente caro. Nada interesante para quien mira la vida desde una
"perspectiva vibratoria".
Más tarde, ya de noche, abordaba un avión de Quantas con rumbo a Australia,
con escala previa en Singapur.
Vuelo tricontinental, salida de Europa, escala en Asia, destino final
Oceanía. Dos amaneceres seguidos en un mismo vuelo, debido al efecto de ir
viajando hacia el sol, como Pedrito en su primer vuelo con Ami.
36 horas entre vuelos y esperas en aeropuertos, un día "perdido".
Al amanecer observé un territorio seco, inmenso, aunque habitado: India.
Al atardecer, que llegó muy rápido, aterrizaje en Singapur, ciudad-estado
con alto nivel de vida y organización. Uno de los aeropuertos más modernos y
bonitos del mundo, y todo tan caro como en Londres. Aire acondicionado en
todas partes, pero al salir a una de las terrazas viví el clima real, el
aroma real, el color real. Me recordó a Panamá, tropical, palmeras, colores
intensos, chubascos en ciertos sectores, sol espléndido en otros.
Luego, abordar nuevamente el Jumbo de Quantas hacia Melbourne, donde
llegaríamos en un nuevo amanecer.
El mapa en la pantalla indicaba que nos movíamos entre Indonesia, Malasia,
Jakarta... ¡Cuándo en la vida me hubiera imaginado que alguna vez iba a
andar por esas "lejanías"!
Por fin Melbourne, en donde habría que esperar un nuevo vuelo de Quantas,
esta vez hacia Hobart, Tasmania, al sur de ese país.
Aquí el entorno vibratorio fue definitivamente mejor, mucha sonrisa y
amabilidad, tanta que, acostumbrado a sectores más ásperos del mundo, llegué
a preguntarme si no habría cierta falsedad allí. Luego comprobé que no.
MI primera impresión acerca de Australia fue la de un "Estados Unidos
humilde y amable", campechano, bastante menos millonario, y tal vez por eso
mismo, sin esa arrogancia aplastante, inhumana. Y por otro lado, la energía
del lugar, completamente diferente, luminosa, radiante, "virginal".
Pero el inglish australiano o "dinkum"... ni los mismos angloparlantes de
otros lugares lo entienden bien. Tiene dejos muy british, pero es diferente.
Tendré que ir acostumbrando la oreja, "no guay", en lugar de "no guey",
apoyado además en un buen diccionario de "aussie" (australiano) English, que
ya está en mi poder.
Por fin un vuelo final a Hobart, con su mini aeropuerto, sus casas de madera
y techos rojos sobre arboladas colinas. "¡Esto es Valdivia, Puerto Montt!"
exclamé al llegar, porque el parecido con ciudades del sur de Chile es
notable, incluyendo la presencia del agua por todas partes, bahías,
remansos, golfos, esteros. Además es la misma latitud, paralelo 42.
Sólo faltan los grandes volcanes, pero agregaré "afortunadamente", porque
volcán significa territorio joven, y por lo tanto "movedizo". Y hay otra
gran diferencia: la energía de Chile es "yang", masculina, a veces violenta,
mientras que la de Tasmania es "yin", femenina, dulce, suave y amorosa.
Miras el paisaje y las casas y crees estar en Chile, pero si entiendes de
energías verás que por fuera es igual, pero por dentro es diferente.
La gente que fue a buscarme a España para invitarme estuvo ausente más de un
mes. Dejó sola su cabaña en las afueras de un caserío, en pleno bosque.
Cuando llegamos, todo lo que quedó fuera de la casa estaba en su lugar, el
cilindro de gas, los bellos maceteros de cerámica, una carretilla, incluso
algunas herramientas.
Para entrar a la casa y llevarse todo hubiera bastado romper cualquiera de
los delgados vidrios de los ventanales, pero no, todo intacto.
Mi sorpresa fue mayúscula, eso ni en Chile ni en USA ni en España.
Los únicos invasores fueron canguros y "possoms" (todavía no sé cuál será en
castellano el nombre de esos marsupiales parecidos a liebres), quienes
dejaron por allí sus señales excrementicias, o sea caca (redonda) :-)
En la noche me dolían los oídos de tanto silencio, acostumbrado al ruido de
Madrid.
Pero gracias a ese mismo silencio tomé contacto con "los espíritus
protectores de Tasmania", que fueron en definitiva quienes me invitaron,
"para protegerme de las bajas energías de Occidente", y así poder trabajar
mejor en el "proyecto energético global".
Al otro día, radiante de sol, fuimos a una playa cercana, solitaria y
majestuosa. A pesar de que el agua es fría, como la del sur de Chile, me
zambullí, en una suerte de bautismo o de ceremonia sagrada ante las elevadas
energías del lugar y seres involucrados.
Luego fuimos a caminar por unos roqueríos y me llevé otra sorpresa
mayúscula: INMENSAS OSTRAS LLEGAR Y SACARLAS, aparte de una cantidad enorme
de grandes mejillones.
Luego en la cabaña, festín, sólo limón, a la usanza de Chile y Venezuela, y
también de la gente que me invitó. Vino blanco y pan de nuez.
Los "oráculos" indican que este país será el de mi radicación definitiva,
pero yo no estoy seguro, aunque puede ser. Veremos. Por el momento me parece
extraordinario estar aquí.
Un gran abrecho,
Enrique
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