MUJER
DEL NUEVO TIEMPO
Esther
Morales León - Psicóloga Clínica y Educacional - Chile
www.esthermorales.cl
La mitad de
la humanidad, el género femenino, transita tiempos de cambio
acelerado, y que están siendo notorios en diferentes culturas, desde
las más modernas hasta las más atrasadas.
Muchas
mujeres, descubren su valor personal, estudian, trabajan, eligen
pareja libremente, se aperturan a mejorar su desarrollo intelectual y
transitan la senda de su evolución espiritual, sin necesidad de
estar atadas a un religión tradicional. También aspiran a encontrar
una ideología o un sistema político, social y económico, que
resuelva los problemas de nuestro mundo. Se muestran sensibles a la
Naturaleza, en toda su manifestación, a través de los diferentes
reinos. Tampoco temen alcanzar niveles de poder en empresas,
emprenden con sus propias ideas, usan tecnología, manejan cuentas
bancarias y llegan a ser propietarias de sus casas, lideran
movimientos sociales y luchan por la justicia y la equidad.
Las
generaciones de nuestras madres y abuelas, confinadas a las tareas
domésticas, a procrear y por sobre todo, a estar disponibles para el
varón que las mantenía, son miradas con compasión, por las mujeres
del nuevo tiempo, que dan un valor esencial, a su libertad personal y
a su derecho a elegir la forma, como vivir sus vidas.
Sin embargo,
aún persisten en muchas de ellas, resabios de la era pisciana, como
el apego al dolor, al pasado, hiperreactividad emocional, falta de
racionalidad y equilibrio, desvalorización personal, una baja
autoestima, la ilusión infantil de encontrar un día al hombre que
las haga felices para siempre, generar lazos de dependencia y
sobreprotección con lo hijos, sentimientos de culpa por no estar en
la casa, permitir maltrato físico y psicológico con la pareja, en
las diferentes etapas de la relación, etc.
Uno de los
aspectos más notorios, que me ha tocado ver en muchas ocasiones,
tanto a través de mi experiencia personal como mujer y mi
trayectoria como terapeuta, es la ilusión de un cambio positivo por
parte de la pareja, como único resultado de amar y permanecer, al
lado de ese hombre, o al hecho de cambiar de estado, por ejemplo
pasar de novia a esposa. El predominio cerebral del hemisferio
derecho, emocional y afectivo, ha jugado malas pasadas a muchas
congéneres y ha provocado mucho sufrimiento innecesario.
Aún
millones de mujeres en el mundo, tiene como objetivo esencial de sus
vidas, emparejarse a toda costa, tener a su lado un hombre que les
pertenezca y las ame como merecen. El impulso de acercamiento al
varón, empieza cada vez a más temprana edad y la moneda de cambio
es tener sexo rápidamente con este hombre, para que no las deje o se
busque a otra. Muchas mujeres consideran la entrega física, como una
señal de modernidad o libertad, cuando en realidad es una trampa,
que ha hecho a muchas de ella infelices, les ha hecho vivir embarazos
no deseados, abandono, les ha producido trastornos psicológicos,
incluso impulsos de autoagresión, llegando al extremo de no sentir
apego por sus propias vidas o querer eliminarse.
La
monogamia, que se cree garantizada, al firmar el contrato de
matrimonio a nivel civil y/o religioso, deja de ser respetada,
especialmente por el género masculino, quien tiende naturalmente a
ser polígamo y se vitaliza con la seducción y la conquista de otras
hembras, aunque sólo sea para tener sexo con ellas.
La sociedad
mira con extrañeza o desprecio a las mujeres solas, ellas han
fracasado en su intento por tener a un hombre, que sea su valor
agregado y ellas mismas, aún cuando tengan una vida armónica,
confortable y exitosa, se sienten excluidas de círculos sociales,
incómodas con su condición y desean cambiarla.
Hace varios
años leí un libro que se llama la Novena Revelación, y allí se
explicaba que los seres humanos teníamos diferentes formas de tomar
energía de otros, porque nos habíamos desconectado de la fuente
original : de la divinidad.
Efectivamente,
nuestra esencia es divina, nuestra manifestación es humana, tanto
hombres como mujeres, somos espíritus encarnados, viviendo una
experiencia terrena, de continuo aprendizaje y evolución. Lo que no
aprendemos por discernimiento, lo aprendemos a través del dolor.
El aumento
de la frecuencia vibratoria de nuestro planeta y de la especie
humana, en esta era acuariana de aire, cambios y velocidad, trae
consigo la posibilidad de sanar karmas, desprenderse de viejos
patrones, evitar sufrimiento y dolor innecesario. Somos responsables
sólo de nosotros mismos, de nadie más, la psicología positiva ha
hecho un gran aporte a la conciencia personal, al logro de una mayor
armonía y felicidad, como una decisión personal, ej, mindfullness
Antes
pensábamos que la solución a nuestros problemas debía venir de las
religiones, los gobiernos, los poderes económicos, las ideologías,
ahora sabemos que el cambio es personal y de esa forma, podemos
influenciar positivamente al colectivo.
La Humanidad
ya alcanzó el número crítico, ya dejamos de estar al borde de la
destrucción, hay más conciencia hoy que ayer y las mujeres estamos
jugando un papel esencial, en la sanación del planeta y de nuestra
especie. La fuerza biológica , que nos entregó a nosotras la misión
de la continuidad de la especie, está siendo transmutada, en una
nueva fuerza, ahora que sobrepoblamos el planeta y continuamos
destruyendo a la naturaleza, para nuestro propio beneficio.
La mujer del
nuevo tiempo, se ama a sí misma, se perdona, se valora y elige
libremente su destino, si está con un hombre, lo disfruta y aprende
de esa experiencia sin apegarse demasiado, permanece sola el tiempo
necesario, deja partir a los hijos cuando crecen, permite que decidan
por sí mismos, elige cuidadosamente a su círculo y sabe
desprenderse a tiempo, de relaciones dañinas o tóxicas. Se alimenta
sanamente, se conecta con la naturaleza, con la montaña cuando
necesita fuerza, con el mar o los ríos, cuando necesita sanar
emociones, hace ejercicio para mantener su cuerpo flexible, toma
mucha agua y se medica con remedios naturales, se armoniza con
terapias energéticas.
Descubre su
belleza interna y externa, como un acto de amor, se reconoce como un
ser único e irrepetible, da vida y nutre, sin excluirse y sabe poner
límites a su entrega. Busca la paz interior, cerrando los ojos y
siendo consciente de su respiración, con los pies firmes en la
tierra, consciente de la realidad, mira al cielo y sabe que también
es un ser estelar, un habitante del Universo.
Esther Morales León
Psicóloga Clínica UC
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