
Madiba y su camino hacia la libertad
Nelson Mandela no creía en el ratón Miguelito
José Steinsleger
Periódico La Jornada
Con excepción de
algunos, no hay muerto malo. Más aún: de uno en fondo, contados habrían
sido malos de verdad. O sea, crueles y empecinados en prodigar el
desprecio y el sufrimiento al semejante. ¿Que si el hombre
nace bueno (Rousseau dixit) y la sociedad lo hace malo? Depende.
Depende de la cultura que lo haya engendrado y modelado. En cuanto a la nuestra, tributaria de la renacentista
y la modernidad
,
alcanzó sus logros con los recursos de la trata negrera, el saqueo de
África, América y Asia, y una determinada concepción del ser y estar
en el mundo.
En el siglo pasado, millones de africanos se alzaron contra los
designios teológicos y filosóficos pensados por y para los europeos.
Hasta que uno de ellos, el sudafricano Nelson Mandela, concluyó que el
plañidero perdón dispensado por el mártir del Calvario no alcanzaba para
llevar justicia a los negros.
Durante 27 años de cautiverio de los cuales 15 en confinamiento
solitario (1964-91), los verdugos propusieron a Mandela renunciar a la
lucha armada para salir en libertad. Sólo debía firmar un manifiesto de
rechazo a la violencia
, y aceptar las independencias no
reconocidas por ningún país del mundo y condenadas por la ONU: los
llamados bantustanes de Botswana, Ciskei, Transkei y Venda, gobiernos
teóricamente autónomos y con formas particularmente insidiosas de
segregación racial, en las que el Estado sionista de Israel (aliado del
régimen sudafricano) encontró inspiración para resolver
sus problemas en Palestina.
Mandela se negó a cambiar sus convicciones por un plato de lentejas. Sus condiciones eran insobornables: un hombre, un voto
. Sólo así, el líder del Congreso Nacional Africano (CNA) que ahora la comunidad internacional
celebra como paradigma de la moral universal
(y que hasta 2008 Washington tenía en su nómina de terroristas
), logró su libertad.
Pero atención. Porque el día en que murió Mandela, el presidente
Barack Obama (quien lo había visitado el año pasado) defendió a la
Agencia Nacional de Seguridad (NSA) al destacar que realizó un muy buen trabajo
contra algunos actores malos
.
Por ejemplo, el rastreo y ubicación de 5 mil millones de teléfonos
celulares en el mundo. Aunque naturalmente, Obama no recordó cuando en
1962, un infiltrado de la CIA en el CNA entregó a Mandela a los
servicios de seguridad de Sudáfrica.
Antes que de la voluntad de Dios o de las ideologías merolicas del peace and love
,
la liberación de Mandela fue posible gracias a los ecos emancipadores
que llegaban a su celda: el legado revolucionario de Lumumba, Fanon y el
Che, las luchas del CNA y el Partido Comunista Sudafricano, y las acciones guerrilleras de Lanza de la Nación
, su brazo armado.
Las independencias de Mozambique y Angola (1975), así como la
determinante cooperación de Cuba en el terreno militar, fueron el punto
de inflexión. En particular, la gran batalla de Cuito Cuanavale (sur de
Angola), donde 20 mil hombres perdieron la vida (diciembre-marzo,
1987/88). Por primera vez en la historia de África, un todopoderoso
ejército de blancos, con armas nucleares inclusive, había sido derrotado
por un ejército de negros.
En agosto de 1988, poco después de la victoria de Cuito Cuanavale (batalla que la libre
Wikipedia califica de irresuelta
),
Mandela fue alojado en un amplio bungalow, dotado de alberca, jardines y
cocinero particular. Y en diciembre, a regañadientes de Washington, se
firmó en Nueva York el Acuerdo Trilateral (Angola, Cuba, Sudáfrica) en
el que, además, se pactó la independencia de Namibia.
Pero el 5 de julio de 1989, aconteció lo impensable: Mandela fue
invitado a tomar té con el presidente Pieter Botha, el implacable die groot krokodil
(el gran cocodrilo), defensor incondicional de la segregación racial y el sistema del apartheid.
Botha no llegó a ningún acuerdo con el líder del CNA, y a finales de
aquel año, luego de retirarse por enfermedad, cedió el lugar a Frederik
de Klerk, quien celebró con Mandela los tres encuentros que precedieron a
su liberación (1990-91).
De Klerk desmanteló el entramado jurídico del apartheid,
empezando por la más antigua de todas las leyes racistas, la ley de
Tierras de Nativos (1913), que limitaba las tierras que la mayoría negra
podía poseer, la de Supresión del Comunismo, la Antiterrorista, la de
Áreas Grupales, la de Registro de Población (1950), y la ley de
Separación en Lugares Públicos (1953).
Los compromisos adquiridos por Mandela y De Klerk llevaron a la
promulgación de una nueva Constitución democrática, y la celebración de
elecciones pluralistas. En el referendo del 17 de marzo de 1992 (última
de las consultas sólo para blancos
), 69 por ciento de los votos aprobaron el proceso de reformas iniciado por De Klerk
Al salir en libertad, Mandela viajó por el mundo para agradecer la
solidaridad recibida. El primer país que visitó fue Argelia (mayo de
1990), donde él y los guerrilleros del CNA habían recibido entrenamiento
militar en 1962. Argelia hizo de mí un hombre. ¡Soy argelino, soy árabe, soy musulmán!
, dijo.
Y en Cuba: “¿Dónde hay un país que haya solicitado la ayuda de Cuba y
que le haya sido negada? ¿Cuántos países amenazados por el imperialismo
o que luchan por su liberación nacional han podido contar con el apoyo
de Cuba? Debo decir que cuando quisimos alzarnos en armas nos acercamos a
numerosos gobiernos occidentales en busca de ayuda, y sólo obtuvimos
audiencia con ministros de muy bajo rango. Cuando visitamos Cuba, fuimos
recibidos por los más altos funcionarios, quienes de inmediato nos
ofrecieron todo lo que queríamos y necesitábamos…” (julio de 1991).
Cuba fue el primer país reconocido diplomáticamente por el gobierno
de Mandela. En una pared de piedra de casi 700 metros, en la colina del
Parque de la Libertad de Pretoria (una de las tres capitales de
Sudáfrica), un despacho de BBC Mundo, observó: hay grabados más de 95
mil nombres. Entre ellos, los de 2 mil 17 soldados cubanos.
El periodista y escritor inglés John Carlin, quien platicó y estuvo cerca de Mandela durante 20 años, apuntó: Llegué
a Sudáfrica en 1989. Si alguien me hubiera dicho que cinco años después
Sudáfrica iba a ser una democracia, y que a Mandela lo iban a ovacionar
50 mil blancos en un estadio de rugby, le hubiera recomendado ir a un
siquiatra
.
Mandela alcanzó la gloria, mas no pudo acabar con el racismo. En
noviembre pasado, la comunidad de Kleinfontein, en la provincia donde
nació Mandela (Gauteng), planteó al gobierno el reconocimiento formal de
una colectividad cultural sólo para personas blancas
.
A la entrada del asentamiento (300 casas) para blancos, cristianos y afrikaners (descendientes de colonos holandeses)
, hay un estatua en memoria del primer ministro Hendrik Frensch Verwoerd, ideólogo del apartheid asesinado en 1966.
Los moradores de Kleinfontein dicen que la Constitución los ampara
. En efecto, el artículo 185 de la Carta Magna habla del derecho de vivir con individuos de la misma ascendencia cultural, idioma y religión
.
En Sudáfrica, la idea de que la dicha y felicidad de la civilización (con permiso ahora, a pensar distinto
) depende de una pirámide regida por un Dios blanco, piadoso, terrible y excluyente, continúa latente.
http://www.jornada.unam.mx/2013/12/11/politica/005a1polhttp://www.jornada.unam.mx/ultimas/la-muerte-de-nelson-mandela-1