Viviendo con un motivo
En las últimas
24 horas, más de 11.000 personas trataron de suicidarse. Según un informe de las
Naciones Unidas, 1000 de esas personas consiguieron quitarse la vida. Y una gran
porcentaje de tales suicidios tiene lugar entre la gente joven.
Hace varios años un compañero de escuela de mi hijo se mató de un tiro en
la cabeza. Tenía 16 años y era hijo de un médico rico y respetado. El muchacho no
había mostrado señales depresivas inusuales. Sin embargo, un día regresó de la
escuela y comenzó a llamar a algunos de sus amigos para decirles que se iba a
matar.
"Los muchachos no le creyeron," me dijo mi hijo. "Pensaron que estaba
bromeando." Pero una hora más tarde el jovencito probó a todos que estaban
errados. ¿Por qué? En parte porque sus amigos no respondieron de la manera
apropiada cuando él los había llamado. Estos otros muchachos aparentemente
creyeron algunos de los mitos referentes al suicidio.
Uno de los mitos populares es que si alguien habla de matarse, en realidad
no lo hará. El hecho es que los suicidas hablan del tema con por lo menos diez
personas antes de intentar quitarse la vida. Es precisamente lo que hizo el
compañero de mi hijo.
A veces la gente simplemente escribe una nota y luego se mata. Pero la
mayoría primero habla del asunto. Pueden tener planes específicos para el
suicidio, pero a decir verdad quieren ser rescatados. Esta quizás es la razón por
la cual la mayoría de los intentos de suicidio no son fatales--aunque pueden
llegar a ser serios. La gente quiere saber que alguien se preocupa por ella. El
suicidio es sólo su manera inmadura e impulsiva de llamar la atención.
Otros de los mitos en cuanto al suicidio es que si mencionamos,
precisamente, la palabra "suicidio" a alguien que sin dudas sufre de
inestabilidad o perturbación emocional, sembraremos esa idea en su mente. Es
falso. Cuando el compañero de mi hijo le dijo a varios amigos que iba a matarse,
ellos debieron haberle tomado en serio, y no debieron haberse reído como si todo
fuera una broma.
El índice de suicidios va en aumento de manera alarmante--en todas las
clases sociales y todos los tipos de personas. Un reciente estudio reveló que,
entre los grupos profesionales, los psiquiatras tienen el índice de suicidio más
alto. Y ellos son los que, supuestamente, ayudan a quienes no tienen esperanza.
Cuando están pensando en la posibilidad del suicidio, muchos acuden a los
cristianos. Si un amigo o conocido suyo le dice algo que sugiera intenciones
suicidas, hágase de tiempo para ver a esa persona a la brevedad.
No se deje engañar por los mitos sobre el suicidio. Tal vez su amigo nunca
haya pensado en quitarse la vida, pero no tenga miedo de preguntárselo.
Si su amigo le confiesa que por cierto está pensando en acabar con su
vida, créale y actúe con rapidez, llevándolo a alguien que pueda prestarle ayuda.
Pero no deje que la persona quede fuera de su vista, en especial si tiene un plan
específico para el suicidio (método, lugar, momento). El suicidio no es un
asunto para tomar a la ligera.
¿Por qué la gente intenta quitarse la vida? Hay muchas razones: tratar de
llamar la atención, desear unirse a un ser querido muerto, enojo que se ha
enraizado en el alma, pérdida de significado en la vida, enfermedades, soledad.
Hágase el propósito prioritario de alcanzar y ayudar a sus amigos antes
que las pruebas y dificultades de la vida los abrumen. Todos necesitamos un grupo
de amigos que sea leal y nos apoye.
Jesucristo vino para que todos podamos tener vida en abundancia (Juan
10:10). Compartamos estas buenas noticias con quienes están buscando significado
a la vida, con quienes desean tener una razón para vivir. Nosotros la
tenemos--Jesucristo mismo. Mostremos a quienes luchan con la alienación y la
soledad que alguien en verdad los ama y se preocupa por ellos. Digámosles que en
la vida hay una razón para vivir.