Max Gallo:
«Julio César permite entender la política en toda su brutalidad,
desnuda»
Fuente: La Razón. Javier Gómez -
París.
http://www.larazon.es/noticias/noti_cul06.htm
El autor francés publica
«César Imperator», una biografía «subjetiva» del célebre
político
Por la ventana de su despacho, el
escritor francés Max Gallo,70 años, divisa el aura paquidérmica del Panteón de
París. Cada día, a las cuatro de la mañana, cuando se dispone a escribir, lo
vigila de reojo como fiel centinela de los grandes de Francia. Por su ventana
literaria, Gallo lleva 30 años cincelando con ríos de palabras los grandes
nombres y momentos de la Historia, «reintroduciendo la libertad de la
incertidumbre en la Historia que todos conocemos». La Resistencia, Napoléon,
Robespierre, grandes periodos y hombres reinterpretados por su pluma en ochenta
libros.

El
escritor dice que «sólo le interesa saber cómo funciona una
personalidad»
Ahora le toca el turno a Julio
César, en una biografía «subjetiva» del emperador titulada «César Imperator»,
que publica Planeta y en la que utiliza «el escalpelo de la escritura para
explicar las motivaciones de uno de los hombres más importantes de la
Historia».
-Usted se autoimpone una
disciplina casi militar a la hora de escribir y cada mañana compone 10.000
caracteres, además de artículos, ensayos... ¿no duda jamás cuando escribe?
-Claro que sí, sobre todo antes de
cada libro. La duda de cada mañana, sin embargo, he conseguido superarla con
disciplina moral y la necesidad fisiológica de escribir. Discutiendo con Graham
Greene, llegamos a la conclusión de que un escritor está obligado a producir una
cantidad de palabras cada día.
-¿Una relación más de obligación
que de placer?
-En cierto modo sí, porque no
tengo una relación estética con la literatura sino de compromiso total. La duda
sobre la calidad es mucho más profunda, pero ésta también la he barrido, porque
sé que lo que escribo es lo mejor que puedo hacer en ese instante en que lo
escribo.
-En «César Imperator», la fuerza
del personaje gira en torno a considerarse el elegido. ¿Cree en el destino de
los grandes hombres?
-No hay leyes en la Historia,
salvo la ley de la sorpresa. A mí me interesaba descubrir qué dio a César esa
fuerza, esa pasión y esa paciencia. La explicación es que estaba convencido de
haber sido elegido por los dioses. Napoleón es un personaje similar, tenía esa
misma sensación. Es difícil ser modesto y un gran personaje histórico.
-Usted también da mucho espacio al
sexo en el libro. ¿Es imprescindible para comprender a César?
-En todo caso, no hay que
disimularlo. El sexo estaba integrado en el funcionamiento de su vida, así como
el poder, la lectura o el combate. Una de mis preocupaciones es recordar siempre
que estos grandes personajes son hombres, para que el lector, que sabe ya todo
de César, siga sorprendiéndose.
-Se le ha criticado mucho por
tomarse ciertas libertades a la hora de contar la Historia.
-Fui profesor de Historia y
conozco el trabajo de historiador, pero siempre he sido un escritor. No hago de
mí mismo el centro de la escritura ni me tomo libertades con la Historia, como
hacía Dumas. Sólo me interesa saber cómo funcionan una personalidad o un periodo
histórico.
-A cada uno de sus libros le ha
colocado una ristra de varios ceros en las ventas. En cambio, nunca ha recibido
un premio literario. ¿Su pecado es vender?
-Quizás mi pecado es ser un
escritor inclasificable, ni historiador, ni de ficción, ni de ensayo, en un
sistema de castas literarias como es Francia.
-César es el imperio de la ley de
la fuerza. ¿Ha cambiado algo en más de 2.000 años?
-No. He escrito «César Imperator»
porque es el momento en el que se descubren los mecanismos de la política en
toda su brutalidad y, por tanto, en su verdad y desnudez. No hay hipocresía: al
prisionero se le degüella por serlo. Su visión de la política es útil porque
sigue vigente, aunque hoy se barniza con hipocresía. Los neoconservadores
norteamericanos dicen ser la nueva Roma. Nosotros, los europeos, seríamos los
griegos. Y luego están los bárbaros...
-¿Esta tesis es fruto de la
decepción de su paso por la política, cuando fue portavoz del Gobierno en la
época de Mitterrand?
-Es innegable. Cómo se obtiene el
poder, se mantiene y se pierde son cuestiones que me obsesionan. Hay que ser un
loco del poder para entrar en el juego político y Mitterrand lo era. El,
inteligente y megalómano, fue el más grande de los pequeños políticos, pero no
un gran hombre.
-¿Se ha planteado escribir sobre
algún personaje español?
-Ahora trabajo sobre la España de
Felipe II y de Cervantes, dos personajes apasionantes. Ese período, con la
religión en el centro de todo, me interesa, para poder entender ciertas
tensiones de la sociedad de hoy.
Julio César
Caius Iulius
Caesar nació hacia el año 100 A.C. en Roma.
Era miembro de una de las
familias más laureadas de Roma, los Julios, que se decían descendientes de la
misma Afrodita. Esta familia no poseía una gran fortuna ni una posición política
importante por lo que se decantó por las propuestas democráticas de Mario.
Tuvo como maestro al célebre
gramático y retórico Marco Antonio Grifón y desde muy joven participó en la vida
pública romana.
En el 84 A.C. se casó con
Cornelia, hija de uno de los enemigos de Sila, y, tras negarse a repudiarla como
pretendía el dictador, huyó a Asia (82 A.C.).
Tras la muerte de Sila (78 A.C.),
Julio César volvió a Roma y destacó por su defensa de los derechos de las clases
populares de la ciudad y por su oposición a la política del partido
aristocrático en el poder, pero las deudas le obligaron a marchar a Rodas, donde
estudió oratoria junto al sabio Molón (77-75 A.C.).
En el 74 A.C. mandó el ejército
que venció a Mitríades VI, rey del Ponto, victoria que le valió ser nombrado
tribuno militar. Nuevamente en Roma, sus dotes oratorias cautivaron al pueblo y
le permitieron ocupar diversos cargos públicos: cuestor en Hispania (69 A.C.),
edil curul (65 A.C.) y pontífice máximo (63 A.C.).
Aunque se sospechó su implicación
en la conjuración de Catilina, que se proponía asesinar a los cónsules, la
carrera política de César continuó en ascenso: en el 62 A.C. se convirtió en
pretor, y al año siguiente partió hacia la Hispania Ulterior como propretor,
magistratura que le proporcionó en poco tiempo una cuantiosa fortuna con la que
pudo saldar las numerosas deudas que lo acuciaban.
De regreso en Roma, en el 60
A.C., Julio César pactó con Pompeyo, un valeroso general, y Craso, un rico
ciudadano, la formación del primer triunvirato. Como triunviro, promulgó varias
leyes agrarias en favor de los soldados licenciados y ejerció un fuerte control
sobre el Senado.
Entre los años 58 y 54 A.C.
conquistó las Galias y sometió a celtas, galos, germanos y helvecios, y realizó
una expedición a Britania, campañas que le reportaron un gran prestigio militar.
Tras la crisis política que estalló en Roma a la desaparición del triunvirato a
raíz de la muerte de Craso en Siria (53 A.C.), en el 52 A.C. el Senado nombró
dictador a Pompeyo, quien intentó mermar el poder de César ordenando la
disolución de sus legiones.
Julio César, sin embargo, decidió
cruzar el río Rubicón, límite entre la Galia Cisalpina y la península Italiana,
y marchar con sus tropas sobre Roma, acción que inició la cruenta guerra civil
que lo enfrentó a Pompeyo y a la oligarquía senatorial (49 a.C.). En pocos
meses, se apoderó de la península y entró en Roma, donde fue nombrado primero
dictador y, posteriormente elegido cónsul.
A principios del 48 A.C., una vez
vencidos los pompeyanos de Hispania en Ilerda, César persiguió a su oponente
hasta Grecia y lo derrotó en Farsalia (9 de agosto). En su huida hacia Oriente,
Pompeyo se refugió en la corte egipcia, donde murió asesinado poco antes de la
llegada de César, quien, durante su estancia en Egipto, apoyó a Cleopatra VII en
el enfrentamiento de ésta con su hermano Tolomeo XIII.
Tras vencer a los últimos
pompeyanos en África (Tapso, 46 A.C.) y luego en Hispania (cerca de Munda, 45
A.C.), César se convirtió en dictador perpetuo y emprendió una política
destinada a limitar el poder del Senado, sanear las finanzas del Estado y el
acceso a las magistraturas, reformar el sistema monetario, mejorar el gobierno
de las provincias y fomentar la celebración de juegos públicos en Roma.
El 15 de marzo del 44 A.C. Julio
César murió apuñalado en el Senado por un grupo de republicanos opuestos a su
poder autocrático.
Cayo Julio
César, (100-44 a.C.), general y político romano, creó los cimientos del futuro
sistema imperial romano al final de la República.
La primera etapa de su
vida
Nacido en Roma el 12 o 13 de
julio del año 100 a.C., perteneció a la prestigiosa familia Julia; desde su más
tierna infancia conoció la polémica política. Su tío fue Cayo Mario, líder de
los populares. Este partido apoyó reformas agrarias contra las que estaban los
reaccionarios optimates, una fracción senatorial. En su último año como cónsul,
Mario provocó muchas bajas entre los optimates, al mismo tiempo que nombraba al
joven César flamen dialis, uno de los arcaicos sacerdocios sin poder. Esto lo
identificó con la política extremista de su tío, y su matrimonio en el 84 a.C.
con Cornelia, la hija del socio de Mario, Cinna, reafirmó su confirmación como
radical. Cuando Lucio Cornelio Sila, líder de los optimates, fue nombrado
dictador en el 82 a.C., publicó una lista de adversarios para ser ejecutados.
Aunque César no resultó perjudicado, Sila le ordenó que se divorciara de
Cornelia. Negándose a cumplir esa orden, creyó prudente salir de Roma. No
regresó a la ciudad hasta el 78 a.C., tras la dimisión de Sila.
César tenía entonces 22 años.
Incapaz de obtener un cargo, dejó Roma de nuevo y se fue a Rodas, donde estudió
retórica; regresó a Roma en el 73 a.C., convertido en un orador muy persuasivo.
El año anterior, mientras estaba en Rodas, había sido elegido para el
Pontificado, un importante colegio de sacerdotes romanos.
El triunvirato
En el año 71 a.C. Pompeyo Magno,
que se había hecho acreedor de su epíteto sirviendo bajo el mando de Sila,
regresó a Roma, tras derrotar a Quinto Sertorio, el general de los rebeldes
populares, en Hispania. Ese mismo año, Marco Licinio Craso, patricio acaudalado,
reprimió la sublevación de esclavos dirigida por Espartaco en Italia. Tanto
Pompeyo como Craso obtuvieron el consulado en el 70 a.C. Pompeyo, quien para
entonces había cambiado de bando, era técnicamente inadecuado, pero con la ayuda
de César obtuvo el cargo. En el 69 a.C., César fue elegido cuestor y en el 65
a.C. edil curul, cargo en el que obtuvo gran popularidad con sus generosos
juegos de gladiadores. Para pagarlos, pidió dinero prestado a Craso. Esto unió a
los dos hombres, quienes también hicieron causa común con Pompeyo. Cuando César
regresó a Roma en el 60 a.C., después de un año como gobernador de Hispania, se
unió a Craso y Pompeyo para formar el primer triunvirato; con el fin de
fortalecer aun más su relación, Pompeyo se casó con la hija de César, Julia. Con
la ayuda de esta alianza, César fue elegido cónsul en el 59 a.C. a pesar de la
hostilidad optimate, y en el 58 a.C. se le nombró gobernador de la Galia.
Durante los siete años siguientes dirigió las campañas conocidas como las
guerras de las Galias, al final de las cuales el poder romano se estableció
sobre el centro y norte de Europa, al oeste del río Rin.
El juego del poder
Mientras César estaba en las
Galias, sus agentes intentaron dominar la política en Roma. Sin embargo, esto
amenazó la posición de Pompeyo y fue necesario que los triunviros se reunieran
en Lucca en el 56 a.C., tras lo cual se reconciliaron. Se decidió que César
podía continuar en las Galias otros cinco años, mientras Pompeyo y Craso podían
ser cónsules en el 55 a.C.; después de esa fecha, los triunviros tendrían poder
proconsular sobre sus respectivas provincias. César se marchó para reprimir una
sublevación en las Galias y dirigir una expedición a Britania. Cuando llegó a
Britania se supone que dijo "veni, vidi, vinci" ("llegué, vi y vencí"). Craso,
siempre ansioso de gloria militar, se marchó a su cargo en Siria. Después de
entrar en guerra con Partia, fue derrotado y muerto en Carres en el 53 a.C. Esto
aumentó las diferencias entre César y Pompeyo, cuyos lazos familiares se habían
roto con la muerte de Julia en el 54 a.C.
La guerra civil
En el año 52 a.C., tras el
fallecimiento de Craso, Pompeyo fue nombrado único cónsul. Este cargo, combinado
con sus otros poderes, lo situó en una posición privilegiada. Celoso de sus
jóvenes rivales, decidió acabar con el poder de César, un objetivo que no podía
realizar sin antes quitarle el mando de las Galias. Para protegerse, César
sugirió que él y Pompeyo renunciaran a sus mandos simultáneamente, pero esto fue
rechazado; incitado por Pompeyo, el Senado pidió a César que renunciara a su
mando y disolviera su ejército o sería considerado enemigo público. Los
tribunos, que eran agentes de César, vetaron esta moción, pero fueron expulsados
del Senado. Entonces éste confió a Pompeyo la seguridad del Estado. Sus fuerzas,
muy superiores en número a las de César, estaban dispersas por todas las
provincias y sus tropas de la península Itálica no estaban preparadas para la
guerra. A principios del año 49 a.C. César cruzó el Rubicón, un pequeño río que
separaba su provincia gala cisalpina de Italia y se dirigió rápidamente hacia el
sur. Pompeyo huyó a Brundisium (la actual Brindisi) y desde allí a Grecia. En el
periodo de tres meses, César controló toda la península Itálica y sus fuerzas
tomaron Hispania y el puerto clave de Massilia (la actual Marsella, en
Francia).
En Roma, César se convirtió en
dictador hasta ser elegido cónsul en el 48 a.C. A principios de ese año llegó a
Grecia y destruyó las fuerzas de Pompeyo en Farsalia. Éste huyó a Egipto, donde
fue asesinado. Cuando César visitó Egipto, instaló a Cleopatra, hija del
fallecido rey Tolomeo XII, como reina. En el 47 a.C. sometió a Asia Menor y
regresó a Roma como dictador. Aproximadamente en el 48 a.C. todas las fuerzas
optimates habían sido derrotadas y el mundo mediterráneo pacificado.
Dictadura y asesinato
La base del poder de César era su
posición de dictador ‘vitalicio’. Según la constitución tradicional republicana
este cargo sólo podía desempeñarse durante seis meses en una situación de
gravedad extrema. Sin embargo, esa regla se había roto incluso antes de César.
Sila había gobernado como dictador durante varios años y César siguió este
precedente. También fue nombrado cónsul por diez años en el año 45 a.C. (en el
mismo año en que derrotó, en la península Ibérica, a los hijos de Pompeyo Magno
en la batalla de Munda) y recibió la inviolabilidad de los tribunos. Además
obtuvo honores que incrementaron su prestigio. Vistió la toga, la corona y el
cetro de un general triunfante y usó el título de imperator. Es más, como sumo
sacerdote, fue jefe de la religión del Estado, pero sobre todo tenía el mando de
todos los ejércitos, lo cual continuó siendo la principal fuente de su
poder.
César estableció un programa de
reformas muy variado. En las provincias eliminó el corrupto sistema de
impuestos, patrocinó el establecimiento de colonias de veteranos y amplió la
ciudadanía romana. En la metrópoli reorganizó las asambleas e incrementó el
número de senadores. Su reforma del calendario dio a Roma un medio racional para
registrar el tiempo.
Sin embargo, varias familias
senatoriales sentían que César amenazaba sus posiciones; el honor y los poderes
de César les hacían temer que éste quisiera ser rex (rey), un título que, como
republicanos, odiaban. En el año 44 a.C., un grupo de senadores, entre ellos
Cayo Casio y Marco Junio Bruto, conspiraron para llevar a cabo su asesinato. En
los idus (el 15) de marzo del 44 a.C., cuando César entró en el Senado, el grupo
lo asesinó.
Vida íntima
Después de la muerte de la
primera esposa de César, Cornelia, en el 68 a.C., se casó con Pompeya, nieta de
Sila. Cuando los misterios de la Bona Dea, presididos por ella, fueron violados,
fue difamada por las habladurías y César se divorció, arguyendo ante el Senado
que su esposa debía estar por encima de toda sospecha (no sólo debía ser
honrada, sino parecerlo). Su siguiente matrimonio (59 a.C.) lo llevó a cabo con
Calpurnia y se debió a motivos políticos. Al no tener César herederos varones,
en su testamento estableció la condición de que su sobrino nieto, Octavio, se
convirtiera en su sucesor. Octavio fue el primer emperador de Roma con el nombre
de Augusto.
César fue un escritor de talento,
con un estilo claro y sencillo. Sus Comentarios sobre la guerra de las Galias
(De bello gallico), en los cuales describe las Galias y sus campañas gálicas,
son unas de las principales fuentes de información sobre las primeras tribus
celtas y germanas.
Logros
La opinión de los eruditos sobre
los logros de César está dividida. Algunos le consideran un tirano sin
escrúpulos, con un insaciable apego al poder, y le culpan de la desaparición de
la República de Roma. Otros admiten que pudo ser cruel, pero insisten en que la
República ya estaba destruida. Mantienen que para salvar el mundo romano del
caos debía crearse una nueva clase de gobierno. En realidad, las reformas de
César dieron estabilidad al mundo mediterráneo. También fue un general
excepcional, que inspiró lealtad a sus soldados. En tanto que una de las figuras
más notables del mundo antiguo, fue el tema de muchas obras literarias y
biográficas, incluido el drama Julio César (c. 1599) del inglés William
Shakespeare.
Enlaces
relacionados:
http://www.historialago.com/legiones.htm
http://www.tesorillo.com/1web/preimperio/julio_cesar/julio_cesar.htm
http://www.arrakis.es/~corcus/losantos/losnuestros/juliocesar.htm
http://148.243.4.126/hobbymex/historia/juliocesar/juliocesar.htm
http://www.ucm.es/info/antigua/Cartografia/roma5.htm
http://www.ucm.es/info/antigua/Cartografia/roma4.htm
http://www.insecula.com/contact/A003689.html
http://sapiens.ya.com/jomicoe/historiografia.htm
http://nrhispania.blogspot.com/2003_08_01_nrhispania_archive.html
http://www.novaroma.org/forum/mainlist/2002/2002-04-19.html